Llegaron al camellón de avenida Chapultepec un sábado hace más de diez años, y desde entonces semana tras semana el punto se ha convertido en su segundo hogar, un espacio donde son queridos y llenan de alegría a las personas que se acercan a ver el espectáculo de teatro happening que ofrecen.
Sábado y Domingo Supermoyetes, como se hacen llamar –también se presentan este último día de la semana en la explanada del Expiatorio-, son dos hermanos, de 28 y 31 años, que crecieron viendo al mayor de ellos haciendo malabares y desenvolviéndose en las artes escénicas. Así encontraron su pasión y forjaron su destino, estudiaron esa carrera y ahora fielmente cada fin de semana desde ese día que llegaron al camellón, se presentan en las calles de la ciudad.
“Llegamos y nos quedamos, y así consecutivamente aunque llueva, truene o pase lo que pase, siempre estamos aquí”, cuenta Sábado.
Minutos antes de sentarse en unas jardineras del paseo Chapultepec para platicar con MILENIO JALISCO, él y su hermano gritaron, anduvieron en bicicleta, patineta, monociclo, treparon un árbol, dos limosinas y una unidad del transporte urbano que por allí pasaban, se colgaron del semáforo de la esquina de Chapultepec y La Paz, y hasta se echaron un chapuzón en la fuente.
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Sábado es quien se arriesga y se mueve, Domingo es más de chistes y malabares, pero los dos en mancuerna, logran esa chispa y humor que abarca por completo la atención de los espectadores y les saca constantes sorpresas y carcajadas; esa sonrisa en los rostros de quienes los ven, afirma Sábado, vale más para ellos que la recaudación económica.
“También las personas a mí me dan alegría, me dan mucha alegría ver en el momento de que estamos solos de la nada, y de un de repente volteo a ver a mi lado y a mi alrededor y ya hay mucha gente, eso para mí es muy satisfactorio porque me gusta ver la sonrisa de las personas, la sonrisa de los niños, la sonrisa de las personas mayores, eso me encanta”, afirma seguro de sí mismo el artista.
En la misma línea, recuerda también aquella vez que alguien que pensaba suicidarse cambió de opinión luego de toparse con ellos: “pasó por con nosotros y se quedó, se le olvidó, y al último del show nos dijo: sabes qué, tenía estos pensamientos para quitarme mi vida por estrés, trabajo, soledad, familia, dinero. Llego con ustedes y se me olvidó”.
Entre el público que los miraba ese mismo día, se encontraba Leticia, una mujer de 46 años que padece cáncer y que encontró en los Supermoyetes la dosis de alegría necesaria para enfrentar día a día su enfermedad. “Yo me encuentro muy enferma, y me han ayudado a reírme mucho, estoy desahuciada y me han ayudado (…) Antes como que no me divertía, pero ya tengo meses, casi un año de que me río mucho, Llego a mi casa y me acuerdo de sus chistes y me siento bien”, cuenta la mujer sentada en la fuente detrás del resto del público que rodea a los artistas, no los puede ver pero con escucharlos le basta, las sonrisas en su rostro se dibujan.
Leticia y aquél suicida anónimo, son algunas de las personas que les guardan cariño a los hermanos.
En cuanto a las dificultades que han tenido al dedicarse a esto, el artista lamenta que en más de una ocasión la autoridad los ha acosado. “Nos han llevado, nos ha tocado que nuestras cosas nos las quiten, nos quiten nuestros monociclos, nuestros malabares, en veces (sic) utilería, en veces hasta dinero… y pues nos gustaría que por ese lado respeten”, dice, y pide a las personas recordad que “el arte urbano no es un delito, sino nada más que es un arte”.
Aunque al final, lo bueno se lleva de largo los malos ratos. “Me ha encantado este hombre, yo lo quiero mucho”, gritó una señora emocionada que interrumpió la entrevista para despedirse de él, y recordarle a los hermanos el cariño que decenas de tapatíos les guardan.
CLAVES
Presentaciones
Sábado y domingo, Supermoyetes
Chapultepec: sábados a partir de las 18:30 horas
Expiatorio: domingos a partir de las 19:00 horas
MC