Sofía Pastrana cursa el octavo semestre de la carrera. Estudia Economía en la UNAM, en el campus de Ciudad Universitaria. Ella vive hoy como si mañana se contagiara del SARS-CoV-2 y no tuviera más tiempo para seguir escribiendo su historia. Por ello celebra que la universidad haya cambiado el nombre en sus documentos. Ésta es su historia.
Sofía Pastrana no siempre expresó su identidad de género. Pasó un proceso largo, con miedo a la crueldad transfóbica. Desde pequeña se percató de aquello que la hacía especial, pero lo oculto. Sumó muchos amigos y formó un infalible “escudo súper masculino” que la protegió del odio que sufren a diario las personas trans. Pero un día decidió que no más, que no podía seguir fingiendo.
Ingresó al CCH y dejó atrás al "niño" y comenzó a ejercer su libertad, a reserva de las trabas institucionales, que la llevaban en cada inicio de ciclo escolar a aclarar su nombre. Sin embargo, se aventuró y no hubo marcha atrás.
“Llegando a la prepa dije '¿qué estoy haciendo conmigo? El mundo se va a acabar y estoy avanzando y estos sentimientos los traigo arrastrados y fue cuando lo acepté, me acepté. Se lo conté a mi mamá lo aceptó sin problema. Y con mi papá nunca se lo dije abiertamente, jamás, sólo dijo 'Ya sabía' y se dio cuenta de quién era yo y nunca me dijo nada”, relató la joven.
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Cuando ingresó a la licenciatura Sofía ya había realizado su cambio de nombre legalmente y de cara a iniciar el semestre, envió, de nuevo, un correo a sus profesores para aclarar su situación. La respuesta fue sorprendente: la Dirección General de Administración Escolar (DGAE) le notificó que Ana Sofía, su nombre, ya aparecería en las actas de los docentes.
“Qué bueno que la UNAM está muy especializada en estos temas”, celebró.
Y ante a la falta de respeto que llegan a vivir las personas de la comunidad LGBT+ incluso en los núcleos familiares, y que ella misma vivió, sugiere tener resiliencia, fortaleza, ser valientes, buscar apoyo de un profesional de la salud mental, buscar refugio con amigos o familiares lejanos y sobre todo, no frenar su transición.
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La estudiante de Economía asegura que la pandemia nos obligó a estar encerrados, pero que las personas trans no deberían seguir viviendo su vida oprimidas en su propio mundo. “Qué tal me contagio mañana del virus y no viví mi vida por algo. Ha de ser algo terrible, por eso, mejor expresarnos como somos y ser como somos porque puede llegar otro virus en 20 años, pero en nuestro interior ya no estamos encerrados".
DMZ