UNAM inicia nuevo censo de ajolotes en Xochimilco

Este es el primer censo de esta especie en la última década. Su importancia reside en que, en 15 años, pasaron de existir 6 mil ejemplares por kilómetro cuadrado a solo 36.

Los científicos han trabajado en el censo para analizar y mejorar la calidad de vida de los ajolotes. | UNAM
Laura Ponce
Ciudad de México /

Luis Zambrano González y Vania Anaid Mendoza Solís, investigadores del Instituto de Biología (IB) de la UNAM dieron inicio al primer censo de ajolotes silvestres en una década, pues el último registro fue en 2014, cuando había poco más de 30 ejemplares por kilómetro cuadrado.

Los líderes del proyecto, explicaron que el primer muestreo está dividido en varias fases. La primera se llevó a cabo en septiembre y terminó el pasado 28 de octubre, por lo que ahora iniciarán la revisión de los resultados, para conocer el estado de la población de ajolotes silvestres en Xochimilco, que actualmente es considerada en peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

En un boletín de la universidad, Zambrano González recordó que en 1998 se elaboró un censo y la población había bajado de 6 mil ejemplares por kilómetro cuadrado (cifra obtenida por la Universidad Autónoma Metropolitana) a 36 (de acuerdo con el registrado por la UNAM en 2013).

“Es importante lo que dice la gente (sí los ha visto), pero tenemos que estar seguros de su existencia en vida silvestre. Esa es parte de la razón del conteo, pues nos va a ayudar a combatir la desinformación”, señaló el doctor en Ecología.

Por su parte, Mendoza Solís indicó que esta especie se ve afectada múltiples situaciones, tales como la urbanización, la calidad del agua y la introducción de especies exóticas. Por ello, en este censo se revisan sitios donde fueron contabilizados anteriormente, además de tomar muestras de ADN ambiental; y se evalúa la calidad del agua, los nutrientes y la biodiversidad.

“Lo que hemos podido percibir es una gran densidad de tilapias. No podemos hacer una evaluación sobre la presencia de este anfibio hasta terminar los análisis, pero la especie está en una situación crítica, lo cual nos anuncia que Xochimilco, su casa, se encuentra en gran deterioro y eso afectará la calidad de vida de los capitalinos”, advirtió la maestra en Ciencias.

De acuerdo con los investigadores, la siguiente etapa del censo se realizará de enero a febrero de 2025, y se espera refinar los datos obtenidos. Los primeros resultados serán dados a conocer en el primer semestre del próximo año y se prevé reforzar la información con otro registro en 2026.

Apoyo social

Actualmente el Instituto de Biología promueve varias estrategias para ayudar a prevenir la pérdida del ajolote y de Xochimilco, una de ellas es el proyecto ¡Chinampa-refugio!

En este programa se trabaja con chinamperos comprometidos con la protección de la biodiversidad de la zona y su restauración mediante la habilitación de espacios que sirven de refugio para los ajolotes y las especies nativas. Para lograrlo, colocan filtros especiales conectados a un canal que permite el intercambio de agua. Además, están construidos de tal forma que impiden que carpas y tilapias ingresen, mejorando también la calidad del agua.

Aunque estos lugares representan 0.5 por ciento del área de canales de Xochimilco, el proyecto busca ampliar hasta en 200 veces, para garantizar que la población de anfibios sea saludable en vida silvestre, agregó Zambrano González.

Los investigadores han recibido reportes de que en las chinampas-refugio se ha documentado el regreso de la rana Tláloc y peces conocidos como Petos, lo que implica que se restablece la red trófica o alimentaria.

Asimismo, el censo se adhiere a una iniciativa previa el próximo 21 de noviembre, con la tercera edición de la campaña Adopta un axolote, mediante la que se pretende que los ciudadanos apoyen virtualmente en el mantenimiento de 130 animales que serán puestos en adopción.

Los científicos aclararon que los ejemplares viven en el laboratorio, y quienes ayuden en el programa podrán darles un nombre y, a cambio, recibirán información de su comportamiento, desarrollo y ubicación. También podrán adoptar una chinampa-refugio y, si es el caso, visitarla para saber del trabajo de restauración.

LP

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