Saraí siempre supo que al entrar al Ejército, su labor era responder en casos de emergencia o en situaciones que pusieran en riesgo a la sociedad, pero nunca se imaginó que tendría en sus manos la responsabilidad de salvar a decenas de pacientes en estado crónico y con pocas posibilidades de sobrevivir por un virus nunca antes visto en el mundo.
“Pero aquí estamos, cumpliendo con mi deber”, dice la mayor médica cirujana Saraí Jiménez Jalixto tras recibir la vacuna anticovid como una de las primeras 30 beneficiarias en el norte del país.
Desde marzo, sólo ve a sus hijos y esposo una vez al mes si hay posibilidad y no es un factor de riesgo. Por suerte hasta hoy, no ha presentado síntoma alguno, pero el temor y la incertidumbre siempre están presentes.
Sobre todo cuando recibió la orden directa de dejar el Hospital Militar de Monterrey y trasladarse al Insabi de Saltillo, donde reciben a los pacientes más crónicos.
“Ay, pues sí se siente miedo; miedo porque el Insabi es hospital para pacientes en terapia intensiva y se siente mucho miedo porque llegan saturando muy bajo, prácticamente muy afectados y necesitan mucho apoyo, y miedo también de no poder ayudarlos porque llegan en etapas muy avanzadas y no puedes hacer mucho por ellos”.
Hay muchas historias dolorosas en estos nueve meses de pandemia. Compañeros infectados, pacientes que no superaron la batalla contra este virus, pero hay otras que para ella, son verdaderos milagros.
“Recientemente, un paciente, Héctor de 38 años, tiene la misma edad que yo y llegó saturando...el oxímetro no marcó más de 30 por ciento, llegó en muy malas condiciones, yo pensé que nos iba a ir muy mal, el pronóstico con él no era favorable y el sábado festejamos su cumpleaños en el Insabi.
“Él es el paciente que más me tiene impactada, la manera en que llegó con oxígeno al 30 por ciento, son niveles que nunca habíamos visto, incompatibles con la vida”.
En el hospital del Insabi en Saltillo, 40 por ciento del personal médico se ha infectado, por lo que Saraí pide a los ciudadanos que se cuiden y tomen la pandemia en serio, no sólo por ellos y sus familias, sino por los médicos, doctoras, enfermeros y enfermeras, camilleros y demás integrantes del sector salud que arriesgan sus vidas a diario.
“Que sepan que es real y no podemos estar con esa idea de que de algo nos vamos a morir; es cierto, de algo nos vamos a morir; pero nosotros, el personal de salud ya estamos agotados, la vacuna nos da una esperanza de que vamos a estar más protegidos pero un paciente con covid-19 no es nada más el oxígeno, cuando se llega a ese punto es que ya está muy grave y la supervivencia es de muy mal pronóstico. Entonces cuídense, protéjanse, sí existe, sí es real y hay que aprender a vivir con él”.
ledz