Entre árboles de Tehuixtle, moro, bambú, mangos y guayabos, más de un centenar de iguanas verdes viven y se reproducen en lo que se ha convertido en una reserva natural, que buscan convertir en Unidad de Manejo Ambiental y santuario para esta especie, en la comunidad de Jareros, en el municipio de Úrsulo Galván, Veracruz. El reptil está protegido con la Norma 059 de la Semarnat como especie sujeta a protección especial.
Desde hace más de cuatro años, Simón López Domínguez, comerciante de la localidad enclavada en la zona cañera, cuida y alimenta a las iguanas que habitan a orillas de un afluente del río Actopan, en la región central costera de Veracruz. El grupo de cuatro o cinco iguanas que había se multiplicó; cada vez llegaban más de ellas y comenzaron a reproducirse. Todos los días son alimentadas con cinco kilos de plátano Roatán, cinco lechugas o coles y algunas otras plantas como alfalfa.
“Creo les gustó por el río que está aquí y como comenzaron a ver que yo les daba de comer, pues uno busca la comida. Yo le aseguro que si no le doy de comer se van yendo, y en segunda están en vías de extinción; si no los cuidamos va a pasar como los dinosaurios y no van a quedar. Mi idea es cuidarlas para que vengan sus nietos a conocerlas en vivo. Mucha gente, así como ve, no las conoce como nosotros, más que en revistas y video. Entonces mi idea es esa preservar este pedacito, que ojalá si se haga”.
Busca que el área se quede cercada “Hacer una galerita para que se protejan del norte, hacerle una especie de piso de cancha, para que se asoleen y no estén todo el tiempo arriba del árbol que se bajen a asolear. Ellas prefieren casi el sol que la comida, son de sangre fría, entonces ese es parte del proyecto, hacerle una especie de alberquita para que se chapoteen y no tengan necesidad de bajar al río, porque muchas de las que bajan ya no suben, ya sea que se van o se las lleva la gente.”
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Los reptiles son depredados por otras especies, mayormente los humanos, quienes se los llevan para comérselos. Un ejemplar doméstico que le habían donado y que pesaban casi 50 kilos desapareció, explicó Simón.
“Yo pienso que me las han robado porque ya no están y yo no vivo aquí 100 por ciento en la noche y la gente es mala y al ver al animal que el mansito y lo agarraron dijeron: vámonos ¿Y se los siguen comiendo? Sí se los comen, entonces yo lo que le digo a la gente que me ayude a preservar este pedazo para que lo sigan conociendo la gente, que se reproduzcan para que nuestros niños y bisnietos vengan aquí a Jareros a conocer la iguana verde ¿Qué hace falta para que sea aquí un santuario? Todo”.
El biólogo Graciano Illescas Téllez, presidente del Consejo Intermunicipal de Ambientalistas, A.C., apoya y asesora al comerciante, pues es raro ver en tan poco espacio, tantos ejemplares de esta especie, por lo que buscan hacer en el sitio un santuario natural y Unidad de Manejo Ambiental, mantenerlas en condiciones naturales, con cercos que eviten que ingresen perros, gatos y gente que las persiga y lastime.
“Por lo general en condiciones naturales, debido a que son muy perseguidas y a la escasez de lugares para anidar y porque muchos ríos ha sido afectados, en la actualidad hay poblaciones muy dispersas, cuando uno hace recorridos en campo en los lugares donde se han registrado encuentra uno dos o tres ejemplares cuando mucho, y muy alejados unos de otros, pero aquí como han sido consentidas por don Simón es una labor fuera de serie, las iguanas han sentido la seguridad y se han ido concentrando, se han ido reproduciendo y ya no migran, ni buscan refugio a otros lados, han decidido quedarse allí y es una maravilla verla en los árboles”
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HCM