Un estómago lleno de cicatrices con el pensamiento de "soy como Frankestein" no es la única consecuencia que tuvo Soledad Hernández hace 15 años cuando decidió hacerse una lipectomía para "lucir mejor" en el Sanatorio Montevideo ubicada en Linda Vista, en la Ciudad de México.
"El día 8 de marzo del 2007, llegué por la tarde para internarme. Originalmente me iban a levantar el busto y me iban a quitar la flacidez del abdomen, pero cuando yo salgo me dicen que no me hicieron la operación del busto porque había perdido mucha sangre durante la cirugía", platicó a MILENIO.
Después del proceso quirúrgico, malestares comenzaban a rodear el cuerpo y mente de Sol pues la herida en el abdomen no cicatrizaba. El doctor Eduardo Alonso Encinas López, quién la había atendido y actualmente es investigado por delitos contra la vida, solo recetaba "esperar”, pues todos los síntomas eran normales y desparecerían al transcurrir los días.
"A la semana y media vienen a la cabeza unos dolores muy fuertes y comienzo a perder la vista, veo borroso. EL doctor Encinas comenzaba a contestarme mal, me empieza a decir que tengo muy bajo umbral al dolor. Me recetaba, ‘lávese con cloro', recuerda Hernández en la cómoda del sillón de su hermana.
Al transcurrir los días, las consecuencias a la salud de Sol derivado del proceso eran contundentes, pues la herida estaba necrótica, era urgente atención médica. Por lo que decidió acudir al Sanatorio Adventista donde le realizaban lavados quirúrgicos con curaciones tres veces al día para salvar su vida.
"Ellos temían, por como olía y se veía la herida, es que tuviera yo septicemia; entonces, me hacen un primer tratamiento, me realizan lavados tres veces al día" destaca Soledad mientras recuerda las esperanzas de vida que le brindó el Dr. Albeiro Restrepo Naranjo.
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La mejora era evidente pero los costos acrecentaban día a día. En promedio gastaba tres mil pesos diarios en transporte, material quirúrgico y atención médica. Las deudas con bancos y familiares subían de peldaño todos los días.
"Después del 27 de abril comenzaron a realizarme los lavados una vez al día, con un gasto de entre 800 y 900 pesos diarios. Entre intereses y préstamos debía más de 600 mil pesos", relata.
Su vida se salvó. Años más tarde decidió acudir con el abogado Arturo Sarabia para denunciar a la clínica y el trabajo de Encinas con el objeto de que el doctor reconociera la negligencia médica y reparará el daño causado por el tratamiento médico, pero tampoco tuvo suerte.
"Me recomendaron a Sarabia, él me daba muchas esperanzas y me dice que buscaba, una, que el doctor reconociera que no había sido profesional; y por el otro lado cubrir mis deudas. A la semana voy con él, firmó la demanda, me dice que va a necesitar 20 mil pesos para la pericial, le doy los 20 mil pesos, pasan los meses y tampoco me contesta. Al final del día no solo el médico, también el abogado deja de contestarme", destaca.
A 15 años de la operación, Soledad tiene dificultades para ver y aún adeuda 30 mil pesos en un préstamo familiar. La justicia mexicana no tocó su puerta, pero espera que las otras tres denuncias, que Grupo multimedios ha documentado, tengan una respuesta clara con un castigo ejemplar.
"Si estoy viva, porque yo luché por mi vida, porque al doctor no le importó. Tan no le importó que ha habido más mujeres que siguieron siendo operadas por él y algunas de ellas pudieron perder la vida".
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