Oscar Eduardo pasaba un domingo familiar como el resto de las semanas cuando su madre le avisó sobre el derrumbe de una iglesia que él conocía muy bien en Ciudad Madero.
“¿Te acuerdas dónde dejaron la urna de tu tía? Se acaba de caer”, la noticia le cayó de sorpresa, sin pensarlo mucho y pese a que su madre no quería que se arriesgara, se fue a la zona cero.
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“Le hable a mi abuela que rápido dijo que sí y nos fuimos, había mucho tráfico, me bajé, corrí una cuadra y en ching* llegue a la iglesia, estaba hecha una #$%&”.
Al llegar se percató que ya había autoridades como policías y la elementos de la Guardia Nacional, así como algunas ambulancias, pese a eso decidió quedarse a ayudar.
“Cuando llegué, la gente estaba muy desordenada en la calle, enfrente de la iglesia estaban grabando y transmitiendo en vivo, había hasta gente arriba del camión de bomberos para poder tomar fotos”.
Destaca “había gente muy amable dando comida y atendiendo a los voluntarios, eso lo puedo decir”.
Al llegar una de las primeras escenas que lo confrontó con la realidad el rescate de un pequeño sin vida, “vi cuando estaban sacando el cuerpo de un niño de aproximadamente 4 años”.
“Llegué y pregunté ¿en qué puedo ayudar? Yo soy civil, no soy nada, ni ingeniero, ni doctor pero me acerqué a ver dónde podía ayudar".
Rápidamente se acercó a ofrecer su ayuda para cargar o mover escombro y en efecto, le pidieron "yo hice de todo andaba pasando polines, pasando clavos, martillando los polines...”.
“Buscaban a los desaparecidos, pedían que guardaran silencio, creían que estaban en México y les iban a hacer caso con la seña de levantar la mano y cerrar los puños pero nadie hacía caso. Teníamos que gritar para que guardaran silencio”.
Señala que en algún momento de la tarde llegó el padre de la iglesia con un megáfono para pedir que bajarán la voz y poder escuchar si había aún personas con vida debajo de los escombros “tampoco funcionaba”.
“Un vecino sacó una bocina con micrófono para vocear que abrieran espacio en las calles y sobre lo necesario como alcohol gasas y etc”.
Conforme pasaban las horas señala que iban sacando más cuerpos y más cuerpos que eran movidos a las oficinas para su posterior traslado.
“Ni me lleve el celular, lo voté todo por salir corriendo. Después llegó mi mamá y me vio todo lleno de polvo y se espantó”. Pese a que su mamá le pedía que se regresara, este se negó porque no había terminado de ayudar.
Estuvo ahí, en el lugar de los hechos, ayudando en lo que le pedían hasta las 3 de la mañana, púes por la mañana tenía que regresar a su clases en la Facultad de Música y Artes muy temprano por la mañana.
SJHN