En el municipio de Xochitlán Todos Santos, ubicado en la Mixteca poblana, desde tiempos inmemoriales se acostumbra velar y venerar a sus muertos durante la noche del 1 de noviembre. Cientos de personas acuden a sus panteones para decorar las tumbas y esperar la llegada de las almas de sus difuntos.
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Para recordar a sus familiares acaecidos, los visitantes durante el día colocan flores de cempasúchil y terciopelo, así como velas, veladoras y cruces sobre las tumbas, las cuales previamente fueron bendecidas durante una misa que se celebra a las nueve de la noche.
Posteriormente se empieza con la prendida de las ceras y todo se llena de luces, rezos, incienso y a olor de flor de muerto. Durante la vigía algunos cenan o escuchan música con equipos de sonido o contratan a un mariachi.
Ahí permanecen durante toda la noche hasta las seis de la mañana del 2 de noviembre, cuando el sacerdote llega a oficiar la Misa de Gallo. Por la noche se realiza un baile popular.
En el Día de Muertos es cuando más pobladores llegan a esta localidad, la cual por su nomenclatura se dice que es un “lugar entre flores” ya que proviene de los vocablos náhuatl Xóchitl, que significa “Flor”; y tlán, que significa “entre”.
De hecho, los mismos habitantes aseguran que en Todos Santos es cuando más visitantes arriban, superando ampliamente al número que captan en la fiesta patronal, que se celebra el 15 de agosto.
La costumbre en este sitio marca que desde las siete de la noche la gente arriba a los cementerios, el viejo y el nuevo.
Los habitantes afirman que esta vigilia nació con sus ancestros y ha pasado de generación en generación para no perderla.
Asimismo, afirman que aunque en los municipios aledaños también tienen esta costumbre, la diferencia radica en la forma en que ellos visten a las cruces de sus muertos.
Xochitlán Todos Santos se localiza en el centro sur del estado. Colinda al norte con Tochtepec y Tecamachalco, al sur con Juan N. Méndez y Tepexi de Rodríguez, al oriente con Yehualtepec y Tlacotepec de Benito Juárez, y al Poniente con Huitziltepec y Molcaxac.
Fue fundada por grupos Olmecas Xicalancas que se establecieron en este lugar en la época prehispánica, dominada por Tepeaca, tributaria de México. Perteneció al antiguo distrito de Tecamachalco y en 1895 se constituyó como municipio libre. La cabecera municipal es el pueblo de Xochitlán Todos Santos.
Según cuenta la leyenda, el 4 de octubre de 1552 llegó a Xochitlán un fray franciscano. La gente al enterarse decidió recibirlo con procesiones. Cuando el religioso llegó al centro, recibió todas las procesiones, observando que de cada punto cardinal se veía una procesión adorando a un santo diferente, por lo que decidió llamar a este municipio Xochitlán Todos Santos.
Por ello se decidió celebrar en grande el 1 de noviembre. En esta época en las escuelas se ponen las tradicionales ofrendas y hay concursos; mientras que en las casas los pobladores ofrendan a sus difuntos en días diferentes dependiendo de la causa de su muerte.
Por lo general ponen una mesa, con mantel blanco, adornada de papel picado. En canastas para las mujeres y tenates para los hombres, depositan el pan de muerto, hojaldras, rosquetes, patas y muñecos.
También colocan fruta como cañas, guayabas, manzanas, mandarinas, naranjas, uvas, entre otras. Por lo que respecta a las bebidas instalan atole, arroz con leche, tequila, cerveza, vinos o mezcal; de comida ponen tamales de frijol, mole, barbacoa, algún guisado, en general lo que más le gustaba al difunto.
Otros elementos son agua bendita, sal y agua normal. En el suelo ponen un sahumerio con incienso o copal, floreros, una cruz hecha con flores de cempasúchil y un camino de pétalos de flores que inicia del lugar donde se encuentre la ofrenda hasta la calle. La ofrenda es tan ostentosa como lo permita la economía familiar.
CHM