Yesenia Zamudio se ha visto forzada a aferrarse a un carácter fuerte para poder sacar el dolor que la carcome desde el asesinato en 2015 de su hija Mari y superar la distancia que tuvo que tomar del resto de su familia como precaución por todas amenazas con las que han tenido que lidiar desde que decidió no dar un paso atrás e ir por aquellos que aventaron a su hija de aquel quinto piso.
“Me siento cansada, pues es como una loza muy grande que he estado cargando prácticamente yo sola (…) si veía yo que se pedía justicia por unas y por otras, pero parece que aquí en México hay familias de primera y familias de segunda donde solamente se atienden ciertos casos y el resto queda en el olvido. Tuvimos que romper y rayar monumentos para que voltearan a vernos, porque aquí en México no les importamos. En un país donde asesinan a 10 mujeres al día, pedir justicia por una es como arriesgar tu vida”, declaró a MILENIO la cara más visible del movimiento “Ni una menos”,
Durante 60 meses, Yesenia ha aprendido a convivir no sólo con la incertidumbre de saber si en algún momento las intimidaciones que recibe del gobierno, fiscalías, funcionarios, pseudo activistas, familiares y amigos de los presuntos culpables se harán realidad, sino también con el hombre que recientemente fue asignado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos para protegerla.
“Muchas madres han muerto (buscando justicia) asesinadas o han muerto por el dolor porque las enfermedades han acabado con muchas de ellas, muchas han sido asesinadas también extrajudicialmente por luchar por los derechos de las mujeres”, aseguró no sin antes recalcar que para ella el camino es un orgullo, pues bajo esas condiciones cinco años es una eternidad.
En el caso de Yesenia, como el de muchas otras madres que claman por justicia, ha visto cómo los procesos se enredan y se tuercen por las trabas que los mismos funcionarios públicos y el gobierno van poniendo en el camino y su vida personal se desmorona.
“A partir del feminicidio de Mari me enfoqué en encontrar justicia, pues me encontré que el caso de mi hija lo querían ocultar, como lo hacen con otros casos, quieren culpar a la víctima (…) Le dieron mal uso y mal seguimiento a la investigación fue que decidí involucrarme más, a raíz de eso perdí mi empleo y prácticamente me tuve que desprender de todo (…) El Ministerio Público en mi cara me dijo que ya sabían como iban a ayudar al maestro cuando la ministerio público tendría que investigar que le paso”, explicó.
Por eso no le quedó de otra más que tomar las riendas, comenzar a investigar y presionar, ahí – al frente - conoció a otras familias, a involucrarse cada vez más y a realizar marchas. De ahí en adelante su vida sería otra, para bien y para mal.
“Nuestra lucha es auténtica, legitima y que no tendríamos porque pedir algo que nos corresponde, es como si pidiéramos derecho a respirar el aire, así son nuestros derechos, son nuestros (…) siento que al principio había más indiferencia, nos veían como las locas y las feminazis y poco a poco – al enterarse porqué marchamos – porque vamos al frente y que pedimos también ha ayudado los medios de comunicación que se han acercado a la víctimas. Las personas saben porqué luchamos y la lucha es para todas”.
Para Yesenia no hay casos que sean más importantes, pues “no hay hijas que duelan más que otras” y por eso ha aceptado el rol – hasta donde sus posibilidades se lo permiten - de ser orientadora de algunas de las familias de las victimas, que como ella, buscan justicia y están enredados entre tanto papeleo y errores burocráticos.
“Lo que este gobierno debe de saber es que nosotras hemos despertado, como bien lo he dicho antes, ya rompimos el silencio, vamos a estar denunciando y exigiendo nuestros derechos. Y lo que deben de saber es que estamos unidas y pues no creo que haya forma de que esto pare. Las mujeres estamos en revolución, estamos en resistencia, ha sido necesaria esta revolución por sobrevivencia. Esto no va a parar. Este yo o no este yo, siempre habrá alguien mas que siga luchando”.
Yesenia se siente orgullosa, pues sabe que lo que inició con la muerte de su pequeña ha inspirado a muchas chicas para empezar a defenderse, protegerse entre mujeres y denunciar a sus acosadores.
“La lucha no es entre nosotras, no somos competencia, el enemigo es el sistema. Un sistema diseñado para hombres”, finalizó.
jlmr