Congreso del Estado deja la paridad solo en el papel

De enero de 2020 a la fecha, en el Poder Legislativo de Nuevo León se ha resuelto 75 por ciento más de expedientes presentados por diputados en comparación con los que provienen de las legisladoras.

Solo 37 reformas fueron presentadas por el sector femenino del Legislativo. ESPECIAL.
Luis García
Monterrey /

Aunque paritario por el número de diputados y legisladoras, a la hora de revisar y aprobar dictámenes, el Congreso de Nuevo León peca de machista, según consta en los informes publicados en su sitio oficial.

Un análisis del apartado de iniciativas http://www.hcnl.gob.mx/trabajo_legislativo/iniciativas/ revela que de enero de 2020 a la fecha se ha resuelto 75 por ciento más de expedientes presentados por diputados en comparación a los avalados a legisladoras.

Las cifras muestran que en total se resolvieron 158 reformas a diferentes leyes, de las cuales 37 fueron presentadas únicamente por diputadas, contra 65 que se aprobaron a propuesta de diputados, en su mayoría coordinadores de las bancadas.

Por otra parte, se contabilizaron 23 reformas aprobadas a proyectos de diputadas, pero que eran respaldadas por alguno de sus compañeros varones del grupo legislativo.

Finalmente, se detectó que las 33 modificaciones restantes fueron propuestas de las distintas bancadas que integran el Congreso local.

El caso más dramático se da en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde se contabilizaron 36 iniciativas resueltas en el citado periodo de referencia, de las cuales 32 fueron presentadas por el coordinador de bancada, Álvaro

Ibarra Hinojosa: 4 de ellas en fórmula con su compañera de grupo, Alejandra Lara Maiz; 2 más de Francisco Cienfuegos Martínez, que lo antecedió en la coordinación.

En tanto que los diputados Jorge de León Fernández y Marco Antonio Decanini se apuntaron con una reforma respectivamente.

Pero en contraparte, solo 2 reformas a leyes fueron presentadas por diputadas, en este caso, Karina Barrón Perales y Alejandra Lara Maiz, y 5 más que fueron entregadas de manera conjunta con diputados o la bancada recibieron el aval del Congreso.

En el grupo mayoritario, el Partido Acción Nacional (PAN), los hombres también tuvieron preferencia: 12 reformas impulsadas por los legisladores obtuvieron la votación a favor en el Pleno, contra 7 propuestas impulsadas por las mujeres de la bancada. 

No obstante, hubo 7 reformas adicionales encabezadas por diputadas que también fueron aprobadas, pero en esos casos tenían el respaldo de la bancada e incluso del presidente del partido, Mauro Guerra Villarreal.

Los casos donde las bancadas son de un solo integrante también muestran marcadas diferencias.

Por ejemplo, la fracción del Partido Verde, de la diputada con licencia Ivonne Bustos Paredes, registró de enero de 2020 a mayo de 2021 solo cuatro reformas aprobadas por el Pleno.

En tanto, la bancada del Partido Encuentro Solidario (PES), integrada por el diputado Juan Carlos Leal Segovia, en el mismo lapso acumuló 10 aprobaciones a reformas planteadas.

De no ser porque el grupo independiente, que llegó a tener dos legisladoras en su momento y hoy solo cuenta con una, tiene 10 expedientes votados a favor, la diferencia sería aún mayor.

Movimiento Ciudadano registró solo 3 aprobaciones a iniciativas de reforma de sus diputados, contra 6 de las diputadas.

Otros grupos legislativos donde la proporción es favorable a las mujeres son Morena y Nueva Alianza, mientras que en el Partido del Trabajo (PT) resultó con empate en este rubro.

Ponen mordaza a diputadas; hablan solo bajo anonimato

El 1 de septiembre de 2018, Nuevo León hizo historia, ya que se tomó protesta al primer Congreso del Estado paritario: 21 diputadas y 21 diputados iniciaron ese día la Septuagésima Quinta Legislatura en medio de felicitaciones y buenos augurios por la integración.

A casi tres años de distancia, un estudio de universidades locales, hecho a petición de la Comisión Estatal Electoral (CEE), desnuda la falacia en que se convirtió dicha Legislatura, pues la paridad se quedó solo en el papel. Diana Espino, investigadora de la Universidad Regiomontana, adelantó en exclusiva a MILENIO parte de los hallazgos que dejaron en evidencia una realidad muy diferente a la del discurso público.

De arranque, ella y el resto de los participantes del análisis (3 mujeres más y un hombre), emanados de la UANL, Tec y Universidad de Monterrey, se toparon con la mordaza que se les impuso a las legisladoras, pues solo 7 de 21 fueron autorizadas por sus partidos para ser entrevistadas.

“No tuvimos la oportunidad de entrevistar a las 21 diputadas: hubo un tema de disciplina partidaria en el que pues obviamente las diputadas tenían que solicitar la autorización de su partido, para poder acceder a las entrevistas”.

¿Por lo regular a un hombre?

“Por lo regular, sí”, sentenció.

Quienes sí hablaron con el grupo de investigadoras –todas bajo condición de anonimato– revelaron que son víctimas de violencia política de género, una falta de atención a la agenda de mujeres y reclamaron una participación política en el sentido amplio.

Tras un año de seguimiento, en el que además de entrevistas, también asistieron a eventos de partidos con participación femenina y acudieron a capacitaciones, las universidades recabaron testimonios de diputadas que se dijeron desacreditadas por sus ideas y posturas por el simple hecho ser mujeres.

“En el Congreso paritario no se da la misma libertad para poder tomar esas decisiones, porque están condicionadas las prácticas dentro del Congreso desde una perspectiva más a favor de escuchar la voz del hombre y respetar las decisiones de los hombres”, sostuvo Espino.
“La violencia política se presenta (en el Congreso de Nuevo León). Si encontramos situaciones que se pueden catalogar como violencia política, que todavía hay situaciones en las que incluso las mismas mujeres dicen: yo no sé si estoy yo acostumbrada tanto a la violencia, que no me doy cuenta que es violencia política”, refirió.

Y aunque el análisis completo no tiene fecha tentativa de publicación, la también catedrática de la U-ERRE anticipó su conclusión.

“Sí es un Congreso paritario en número, es cuantitativo, pero no se ha logrado el aspecto cualitativo que se busca con el principio de paridad de género”.


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