Antoni Gutiérrez-Rubí presume saber de redes sociales. Y de tecnología. Y, en especial, de política y elecciones. Esas y varias victorias son las herramientas y el currículum con el que el asesor español llega bajo el brazo para incorporarse al equipo de Claudia Sheinbaum.
De acuerdo con la filosofía de Gutiérrez-Rubí, abundantemente vertida en decenas de documentos, videos, libros y ensayos disponibles en su página personal, la clave de su estrategia es el concepto de la “neuropolítica”. Es decir, entender cómo funcionan las emociones del electorado y mostrar a sus candidatos -como a Sheinbaum- tan simples y actualizados como cualquier persona, algo que incluye exhibir sus vidas en redes sociales y postear decenas de videos cortos y divertidos en TikTok.
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“Gracias al internet, nunca habíamos tenido tanto poder en la mano”, suele decir el estratega.
Con 37 años como táctico electoral entre España y Latinoamérica, Gutiérrez-Rubí ha logrado revertir tendencias electorales y concretar transiciones políticas históricas, como llevar a la izquierda al poder en Colombia. Pero una mexicana le ha impuesto un nuevo reto: lograr que, por primera vez, una mujer se quede con la silla presidencial.
Si el palmarés de Gutiérrez-Rubí sirve de guía, la jefa de Gobierno, quiere un triunfo con sabor español y con similitudes latinoamericanas. Su nuevo consigliere tiene experiencias en Colombia, Argentina y España.
Las estrategias de Gutiérrez-Rubí se centran en cómo gestionar las emociones políticas y ciudadanas, con las redes sociales y la tecnología como el arma para posicionar liderazgos políticos. En las últimas semanas, quizá siguiendo ese guion, la jefa de Gobierno ha reforzado su presencia en redes: un abrazo con gobernadoras en Twitter, un pancito de yema con chocolate oaxaqueño en Instagram, una canción a guitarra en Facebook o cómo prepara un coco colimense en Tiktok.
El asesor suele decir que la política actual, tiene el reto de “entender mejor el cerebro emocional de los electores, tiene que empatizar más con ellos y entender que las emociones son clave en la toma de decisiones”, pues explica que los votos son producto de “las reacciones emocionales, los sentimientos y las opiniones”, más que de una posición ideológica o el análisis objetivo de quién está en la candidatura.
Es la misma fórmula con la que Gustavo Petro revirtió los resultados electorales en Colombia. No sólo copiando, sino superando la receta digital de su opositor, Rodolfo Hernández, quien llevaba la delantera en la primera vuelta presidencial tras posicionarse como “el viejito de TikTok”, con videos con frases como “¿Que estoy viejito para estar en TikTok?” y de inmediato aparecer rodeado de decenas de jóvenes coreando “¡No me importa, no me importa, no me importa, no me importa!”.
Con Gutiérrez-Rubí como asesor, Petro dejó los templetes y los cambió por las redes sociales. Tomó esa estrategia de cercanía y una semana antes de las elecciones superó a su opositor: 1.1 millones de seguidores en Tiktok, por encima de los 592 mil de Hernández; 1.1 millones en Instagram contra 725 mil; 1.7 millones en Facebook contra 1.2 millones de su opositor y cinco millones de seguidores en Twitter, muy superior a los 349 mil de Rodolfo.
En la presentación de su libro Gestionar las emociones políticas, el experto de 62 años explicó que la clave en un mundo que vive sumergido en la tecnología, es que las personas de la política tengan “mayor dedicación a entender cómo es el ser humano y cómo funciona el cerebro”.
Explicó que “una de las emociones que están recorriendo como la espina dorsal o el nervio en toda América Latina tiene que ver con la ira que viene de la decepción de que la política no ha sido capaz de embridar el desorden”, por lo que el reto es entender “qué hay detrás de la ira, qué hay detrás de la rabia, qué hay detrás de la esperanza, qué hay detrás del miedo, qué hay detrás de la confianza, creo que hay que saber qué hay detrás.
“Y utilizar también las emociones propias para reconectar con los electores, mostrarse más abiertos, más naturales, más abiertos, con menos corazas, menos estereotipados, menos protegidos con el armazón y la armadura del político y esa conexión emocional puede permitir quizá una mejor representación. Entonces, mi plan es sencillo, pero no es fácil de ejecutar”.
También conocido por entrenar a sus clientes para saber cuándo callar y cuándo atacar en política, Sheinbaum reconoció que Gutiérrez-Rubí se sumó a su equipo para dar asesoría en comunicación digital, mientras aseguró que “ni estamos en campaña ni en ningún otro tema”.
Y aunque no esté en campaña, ya tiene un consultor dedicado, justamente, a ganarlas.
FS