Antes de la crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus covid-19, los jóvenes ya ocupaban los primeros lugares en las cifras de desempleo o de los trabajos con bajos ingresos o sin seguro social. Ahora, con la emergencia en su apogeo, las pérdidas de empleo y salario en ese sector se han incrementado, lo que les acarrea otro problema: arriesgan su salud al tener que salir a buscar el sustento diario.
En un análisis realizado por Alianza Jóvenes con Trabajo Digno, junto con el organismo Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, se destaca que la inclusión de jóvenes en la economía es indispensable para detonar crecimiento sostenible, superar la pobreza y romper la espiral de criminalidad y violencia; sin embargo, en esta emergencia sanitaria, los jóvenes fueron a los que primero se despidió de los trabajos. De los empleos formales registrados ante el IMSS que se perdieron en marzo, 70 por ciento correspondían a personas hasta de 29 años de edad.
Además, contabiliza que la tasa de desempleo a nivel nacional se elevó a 34 por ciento en el mes de abril.
En complemento a esto, según los resultados de la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) del INEGI, la población que se encuentra sin trabajar y estuvo buscando empleo se situó en 4.7 por ciento de la población económicamente activa en abril de 2020, tasa superior en 1.7 puntos porcentuales respecto del mes inmediato anterior, y en 1.2 puntos porcentuales mayor de abril del año pasado. Además, las personas de 25 a 44 años concentraron 49.2 por ciento de dicha población, seguido del grupo de 15 a 24 años, con 26.9%.
Los datos del Observatorio de Trabajo Digno de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza añaden que desde antes de la pandemia el panorama laboral ya era muy negativo para jóvenes, puesto que el 67 por ciento de jóvenes ocupados carece de ingreso suficiente para cubrir el costo de la canasta básica de una familia de dos personas. Igualmente, el 61 por ciento de jóvenes ocupados carece de afiliación a la seguridad social por su trabajo y 63 por ciento del sector con empleo asalariado carece de contrato estable.
Por otra parte, las mujeres jóvenes tienen mayor brecha de desempleo y menor tasa de participación laboral debido a su ocupación en tareas no remuneradas de cuidado y del hogar. Aún antes del covid-19, la brecha de desempleo entre mujeres y hombres jóvenes era de casi seis veces: 23 por ciento contra 4%.
Finalmente, el estudio destaca que la creación del programa Jóvenes Construyendo el Futuro fue una buena noticia porque por primera vez se puso la atención en desempleados y sin oportunidades, pero no puede ser la solución aislada que logre crear trabajos, abrir opciones y lograr la inclusión económica de millones de jóvenes que hoy están excluidos, porque cada año se incorporan 1 millón 200 mil más que buscan ingresar a un trabajo productivo y requieren espacios y oportunidades.
“Ahora, con esta crisis sanitaria que está incrementando el desempleo, se van a requerir muchos más trabajos para recuperar los perdidos en estos meses, y ante esto, Jóvenes Construyendo el Futuro no puede resolver por sí mismo ese reto pues no crea empleos y quienes reciben estas becas no tienen un trabajo asegurado”, señala el análisis.
jlmr