Crónica radial de un huracán que cambió a Nuevo León

Con la reciente tragedia ocurrida en Acapulco debido al huracán Otis ha salido a relucir el papel preponderante de los medios de comunicación y es conveniente recordar la cobertura que La Gran AW hizo sobre Gilberto en 1988.

Al entrar a la península de Yucatán, Gilberto abarcó casi todo el Caribe. Fotos: Especial y Archivo
Héctor Benavides
Monterrey /

Con la reciente tragedia ocurrida en Acapulco debido al huracán Otis ha salido a relucir el papel preponderante de los medios de comunicación para informar a la población, con lo que es conveniente recordar la cobertura que La Gran AW hizo sobre Gilberto en septiembre de 1988, con más de 25 horas ininterrumpidas de transmisión.


Viernes 16 de septiembre de 1988

Poco a poco la gente alertada desde temprano empezó a llamarnos al programa de radio. Las primeras preguntas eran acerca de los sectores en donde había problema de circulación debido a inundaciones o bloqueos en pasos a desnivel; también sobre el estado de las carreteras que convergen a Monterrey.

Todas fueron contestadas a través del contacto telefónico con las guardias de los departamentos de Teléfonos de México, gracias al gran apoyo de Irma Lozano, Tránsito del Área Metropolitana y de la Policía Federal de Caminos.

Cuando el reportero Armando Garza Cortez abandonaba el puesto de Bomberos, conoció los primeros datos del que sería horas más tarde uno de los más espantosos accidentes: cuatro autobuses de pasajeros fueron volcados por la furiosa corriente del río Santa Catarina.

En su segunda llamada, Armando, antes de informar al aire me indicó que había sospecha de que varios agentes de la Policía Judicial, tratando de rescatar a los pasajeros de los camiones atrapados, habían sido arrastrados por la corriente y habían desaparecido junto con un joven voluntario. Le sugerí no decirlo hasta no comprobar la veracidad de lo ocurrido.

El Santa Catarina creció como pocas veces.

Alrededor de las 12 de la noche y tras una enorme descarga se fue la energía eléctrica en el sector donde nos encontrábamos. A los pocos minutos empezamos a operar con nuestra planta de emergencia por unos 30 minutos más. Después de ello, una nueva descarga eléctrica y salió del aire XEAW.

Inmediatamente cambiamos la frecuencia de 1280 Khz a la 1240 KHz, de nuestra emisora hermana XEIZ, y así seguimos hasta cerca de la una de la mañana. A esa hora y dada la magnitud de lo que estaba ocurriendo, decidimos encadenar la emisora XET con mayor potencia y cobertura nacional para hacer llegar nuestro servicio informativo a todo Nuevo León y México.

Le solicitamos a Irma dejarnos una línea abierta para facilitar el contacto con las autoridades de los distintos municipios por donde venía avanzando el huracán, e inmediatamente accedió.

El procedimiento era el siguiente: desde el Comité de Protección Civil en Monterrey se nos daba la ubicación en coordenadas de latitud y longitud, y ésta era localizada en mapas de nuestros oyentes, además que algunos de ellos seguían la trayectoria del huracán a través de informes del Centro Nacional de Huracanes en Miami, que venían a través del Weather Channel norteamericano vía satélite, o escuchaban a través de la radio en emisoras de onda corta procedentes también de Estados Unidos. 

Sábado 17 de septiembre de 1988

Todo se agolpa en la memoria: el viento que choca en la cabina, las llamadas telefónicas —pudieron haber sido más de 3 mil a lo largo de la transmisión—, el cuidado del lenguaje para no alarmar más, la rapidez y criterio en la toma de decisiones, las dificultades técnicas... ¿y qué de nuestras familias?

Dos palabras resumen lo que pasaba: impotencia y sorpresa. Una pregunta permanente: ¿Estábamos usando de manera profesional nuestro medio, la radio? El medio estaba ahí, siempre ha estado para nosotros, frío, ajeno para usarse.

La pregunta nos duró 25 horas y 15 minutos. Semanas después siguió siendo válida. Creo, es una pregunta que jamás tendrá una respuesta total.

Se suspendieron parcialmente las actividades en Monterrey y municipios aledaños. No hubo energía eléctrica ni agua y varios sectores de la ciudad quedaron virtualmente aislados, todo había que saberlo decir a través de la radio. Se abrieron albergues y fueron reubicadas muchas familias.

Conocimos un joven voluntario que fue arrastrado por la corriente del río, más de 20 kilómetros: sobrevivió. Lo entrevistamos en el hospital. Nos llegaban historias sorprendentes, ¿cómo decirlas?, ¿cuándo decirlas?

La Gran AW sentó un precedente.
“Síganle, Benavides, y encadena también a XET-FM, no metas comerciales, vamos a seguir dando el servicio sin interrupciones: échenle ganas”, me habían ordenado desde primeras horas de la mañana del sábado don Jesús D. González y Francisco A. González, mis directivos de Organización Estrellas de Oro Radio en Monterrey.

Después del noticiero Notioro 12, al que encadenamos la XEAW, XET y XET FM, la noche se hizo breve. Amarga y breve. Los que estábamos desde una noche anterior —mi compañero operador Martín Gerardo Hernández y yo—, nos veíamos de vez en cuando a través del doble cristal que separan las cabinas de operación y locación. Nos sonreíamos orgullosos del reto profesional que seguíamos enfrentando. Seguramente él, como yo, deseábamos que terminara todo: había que ir a casa con los nuestros, saber qué les había pasado y platicar, platicar mucho, para olvidar pronto. No creo que él haya olvidado, yo tampoco.

Para un resumen a las 00:00 horas del domingo 18 de septiembre y 15 minutos después, Antonio Córdova, Martin Gerardo Hernández nuestro operador, el profesor Óscar Treviño, María Elena Meza y José de la Luz Lozano, nos despedimos del aire.

Habían transcurrido 25 horas y 15 minutos: se nos presentó una oportunidad de servir y lo hicimos. Lo que había sucedido era que nosotros y los oyentes —víctimas, familiares, amigos, voluntarios y autoridades— le habíamos dado un nuevo uso a un viejo invento de la comunicación: la radio

Qué bueno que tuvimos la fortaleza y el oficio para intentarlo. ¡Ojalá lo hayamos logrado!

La televisión no pudo hacerlo como la radio

La prensa escrita tampoco pudo.

Son actos de Dios de los que la radio puede dar fe en el momento que ocurren.


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