En el despacho de Francisco Javier Acuña, en el cuarto piso del edificio del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), hay cajas por cerrar, cuadros y libros apilados por doquier en estos últimos días de marzo.
El comisionado ha comenzado a empacar lo acumulado en los estantes de su oficina a lo largo de nueve años. El fin de una era ha llegado.
El elocuente doctor en Ciencias Políticas y Sociología es el último integrante de aquel pleno elegido en 2014 que vio al Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) transformarse en el nuevo INAI.
En 2015, Acuña, integrante del grupo de intelectuales denominado Grupo Oaxaca que diseñó la primera Ley de Transparencia del país en 2002, vio nacer el INAI, lo estrenó con todas sus nuevas facultades y alcances. Fue su presidente del 2017 al 2020. Vivió y sobrevivió a la llegada de la llamada Cuarta Transformación. Pero paradójicamente, en una circunstancia histórica, su salida del instituto, el próximo viernes 31 de marzo, dejará al organismo inhabilitado.
No por su culpa, sino por la concurrente condición que vive el INAI en estos días: dos sillas vacías desde el 1 de abril del 2022, a causa de la tardía designación del Senado de los relevos de los dos comisionados que concluyeron su encargo en 2022, que terminaron siendo vetados en el último momento posible por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y la nueva vacante que queda con la salida de Acuña.
En total, tres espacios en un pleno de siete que no puede funcionar con cuatro porque la ley le obliga a tener a cinco para poder sesionar.
¿Qué opina de esta circunstancia en la Historia en la que su salida deja al INAI prácticamente inoperante?
Una circunstancia que, sin que parezca drama, puede volverse trágica. La República está aposentada en instituciones vigentes, en instituciones que funcionan. Las instituciones si no funcionan, no sirven.
¿Personalmente, cómo se siente?
Me siento preocupado, triste, sí, porque no es un sentimentalismo, es una convicción republicana que está institución es urgente, es necesaria, es vital para la democracia.
Haciendo un contraste con las emociones que usted sentía cuando inició su cargo, ¿qué reflexiones tiene?
En aquel momento había un ímpetu que creo que pudimos conducir bien los siete recién nombrados. Por desgracia, la legislación creada en el 2016, la Ley Federal, puso muy alta la tranca al problema del quórum. Estableció cinco de siete. Lo normal, en cualquier órgano colegiado en el que hay siete, el quórum para sesionar es cuatro y aquí se estableció a cinco y eso nos puso en un peligro.
La actual circunstancia del despoblamiento, ¿considera que es estrategia política del poder?
Yo no soy muy mal pensado, pero tengo, cuando menos, conjeturas.El problema es que el veto del presidente se estrena en un momento en que la finitud del mandato del quinto comisionado está a días. El veto del Ejecutivo se tornó tremendamente perjudicial.
¿Ustedes confían en que la Corte resuelva?
Sí, yo creo que la Suprema Corte, con su sabiduría institucional de máxima autoridad en el país lo resolverá. Queremos pedirle a la Corte una intervención de emergencia de Estado. Que pueda resolver temporalmente una solución de interpretación, una especie de inaplicación temporal, para que los efectos de ese quórum tan alto, se simplifique y baje a cuatro y entonces, se pueda seguir sesionando.
¿Va a sobrevivir el INAI?
Tengo la esperanza que supere la crisis que hay, dada por las consecuencias que ya dijimos. Ahí quedará para la historia. Cuando se interrumpe la vigencia de una institución, que pone en desamparo los derechos fundamentales de una población, esas sí son responsabilidades históricas. Así como fue cada uno de esos grandes acontecimientos que han sido de creación, de expropiación o de impulso, también son estos de regresión o de destartalamiento de las instituciones, la desinstitucionalización del Estado mexicano.
¿Cuál es la anécdota que más va a atesorar de nueve años aquí?
Muchas. Sobre todo aquellas de cuando fuimos a ‘mendigar’ presupuesto a la Cámara de Diputados, y así lo digo porque me tocó a mí, ya que llegó el presidente López Obrador. ¡Bravísimos, los de la Comisión de Derechos Humanos y Justicia! Y se nos echan al cuello:
“¡Fifís, despreciables, son ustedes una porquería, casi la plaga que le faltó a Egipto y son ustedes lo peor que ha habido y son neoliberales y conservadores!” Y les digo yo: ‘a ver, a ver, a ver, vámonos poniendo primero en orden; nosotros, ya al llegar aquí con ustedes a pedir el presupuesto para el año que entra, ya venimos mansitos y rasurados’, les dije. ‘Fíjense ustedes: ganamos lo mismo que ganaban los comisionados de IFAI, que tenían muchísimas menos competencias, nunca nos aumentamos el sueldo’.
Nosotros no fuimos complacientes ni genuflexos con Peña Nieto. Tenía dos años y medio de mandato cuando llegamos y estaba en la cúspide de su popularidad, cuando vino la noche terrible de Ayotzinapa. Nosotros, en tres meses, le estábamos sorrajando la resolución de las más duras que emprendimos, obligándolo. Murillo Karam nos recibió, estaba enfurecido: ‘¡ustedes no saben lo que están haciendo!’ ‘Sí lo sabemos, lo que pasa es que usted es el que no tiene dimensión de una lógica moderna y democrática como la que estamos viviendo: entregue la versión pública de la averiguación previa de Ayotzinapa’.
¿Qué va a hacer ahora?
Me voy a presidir una asociación civil que se llama Integridad Ciudadana para, desde ahí, buscar conciliar academia con el impulso de libertades y de derechos.
¿Disfruto mucho?
Disfruté cada día, con sus intensidades, con sus momentos críticos, angustias, también goces, el goce de estar, de venir. La elección de presidente, que fue sorpresiva, ¿te acuerdas? Esa sí fue sorpresiva.
Fue un gran momento.
Qué momento. Todos vieron que era mi voto, era muy tierno. Todos habían votado por los otros tres amigos y yo por mí. ‘¿Sólo un voto?’, dijeron. Voltearon y todos me vieron a mí. Ese es quizá el instante más divertido. Porque tuve algo precioso, que es el verdadero acompañamiento de mis pares, de los cuatro que jalaron conmigo, los otros dos se quedaron a donde iban, no les puedo reclamar.
¿Qué quiere decirle usted a los mexicanos desde este cargo?
Que la sociedad mexicana ha crecido en la valoración democrática, a pesar de estar mecida en una regresión autoritaria, que indiscutiblemente está ocurriendo. Hay un presidente con un carisma extraordinario, es un líder genuino, la gente lo quiere muchisísimo, pero el asunto es que eso no haga que la querencia y la enorme popularidad de un líder no tenga conciliaciones con el servicio democrático.
Yo lo oí jurar la Constitución, yo lo oí decir que iba a defender y a respetar la institucionalidad democrática, emanada de este compendio normativo, y de sus leyes vigentes, y yo por eso digo y creo que, con independencia de haber visiones y percepciones, ojalá que él, como los ministros a los que acudimos, como los senadores, que resuelvan en favor de la República.
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