En México, diversos estudios realizados en la población reportan que el 55 por ciento de la población, en particular adulta, sufre de mayor prevalencia de dolor crónico, siendo las mujeres las más afectadas, explicó Teresa Nava Obregón, jefa de la Clínica del Dolor del Hospital Universitario, de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
El dolor clínico en mujeres “a menudo de mayor intensidad y frecuencia, de duración más prolongada y se presenta en un número superior de regiones corporales que en los hombres".
"También pueden contribuir factores psicosociales, que tienden a normalizarlo y conllevan a aceptar vivir con él; aunado a que muchos pacientes son sometidos a pruebas exhaustivas sin encontrar una causa que justifique su padecimiento, otros son insuficientemente estudiados o con diagnósticos erróneos por la falta de capacitación médica ante este padecimiento”, señaló Nava.
El dolor también está integrado por un conjunto de pensamientos, sensaciones y conductas que dan pie a múltiples sentimientos, como sufrimiento, ansiedad, depresión y desesperación.
La Asociación Internacional para el Estudio y Tratamiento del Dolor (IASP) ha documentado que la prevalencia del dolor crónico en mujeres de la población general es del 39.6 por ciento (13.4- 55.5%) y que éste se presenta en un amplio rango de edades (15-86 años).
“Nos hace suponer, que posiblemente, una proporción de las mujeres con dolor crónico se encuentren en edad reproductiva. Las mujeres están más representadas en una serie de patologías dolorosas tales como la fibromialgia, la dorsalgia (el dolor de espalda originado en la zona de las vértebras), la disfunción temporomandibular, la migraña, la artritis reumatoide, el síndrome de intestino irritable, así como el dolor pélvico crónico”, detalló la especialista.
Teresa Nava, quien también funge como coordinadora estatal del Programa de Dolor y Paliativos de la Secretaría de Salud de Nuevo León, señaló que un diagnóstico incierto afecta seriamente la eficacia del tratamiento del dolor.
Aunado a lo anterior, el estigma social –consciente o inconsciente– repercute en las personas que reportan dolor, sobre todo cuando no responden fácilmente al tratamiento, el médico clasifica al dolor como psicológico o psicogénico porque no encuentra la causa o cuando sí se reconoce la causa, pero no se logra controlarlo mediante el tratamiento y el médico pide al paciente que aprenda a vivir con el dolor.
En México se requiere una transformación académica y cultural de la forma en que los médicos y pacientes ven el dolor y su tratamiento que debe tener una valoración multidimensional desde las áreas físicas, psicológicas, sociales y espirituales, apuntó la jefa de la Clínica del Dolor del Hospital Universitario de la UANL.
El dolor crónico debe ser reconocido como un problema de salud que requiere ser atendido con perspectiva de género, debido a que, en un análisis de nueve hospitales en cinco estados del país, se mostraron evidencias de las desigualdades entre hombres y mujeres referentes a la frecuencia de padecimientos atendidos en los servicios de salud, siendo la principal conclusión, que existen inequidades de género en la calidad de la atención, enfatizó la especialista.
Se traduce en las experiencias negativas de mujeres cuyo dolor ha sido subestimado, cuando todas contamos con el derecho a un diagnóstico y tratamiento oportuno, adecuado y a una vida sin dolor. No se puede normalizar el dolor, se debe buscar la manera de mejorar la calidad de vida, sostuvo Nava.
JLMR