Don Quique, el bolero en silla de ruedas que demuestra que no hay imposibles

Desde hace 15 años llegó a Monterrey y por la diabetes está postrado en una silla de ruedas, desde donde se gana la vida lustrando calzado.

Aunque en ocasiones solo hace una boleada en todo el día, don Enrique no desiste. Fotos: J. López
Jorge López
Monterrey /

Para don Enrique Hernández, de 69 años, no hay imposible. Antes se ganaba la vida de franelero y le iba bien, pero debido a la diabetes ya no pudo caminar, consiguió rentar un puesto para bolear y desde hace cinco años se dedica a lustrar zapatos.

Don Quique, como lo conocen los comerciantes de la avenida Madero y Cuauhtémoc, nativo de Río Bravo, Tamaulipas, desde hace 15 años llegó a Monterrey, y durante 10 años estuvo trabajando de cuidacoches en la avenida Madero.

Sin embargo, la diabetes aunado a su mala alimentación y a que vive en la calle le cobraron la factura, y terminó postrado en una silla de ruedas.

Su vida no ha sido fácil y aunque muchas personas han abusado de su buena voluntad, y aun así dice que no les guarda rencor.

Pero eso no fue motivo para quedarse cruzado de brazos y uno de sus conocidos, dueño de un puesto para bolear, le ofreció rentárselo, a pesar de que no sabía nada de lustrar zapatos.

“No batallé en aprender el oficio y desde hace cinco años estoy aquí boleando. Y es de lo que me mantengo y me puedo atender mi enfermedad en el Hospital Metropolitano, donde me atienden gratis”, dijo.

Agregó que esos son los días más difíciles para él, pues son 10 días que tiene que cerrar su puesto para poder ir al hospital, esos días gasta 400 pesos diarios, pues es el taxi y la comida del día.

“En estos días no me ha ido muy bien. Me paso aquí más de 12 horas y hago una o dos boleadas, es por la compra de útiles y uniformes, y la verdad es que con 35 o 70 pesos, pues no puedo vivir, pero gracias a que vendo dulces aquí, eso me aliviana”, señaló.

Don Quique no tiene casa, después de las ocho de la noche se va en su silla de ruedas afuera de una tienda Oxxo, donde se encuentran unos taqueros día y noche, y ahí tiende sus cartones y cobijas y duerme.

“Los taqueros me cuidan, me procuran, cuando llueve o hace frío me voy a un Super 7 que está por Colón y ahí afuera me resguardo muy bien”, comentó.

Señaló que mucha gente se ha aprovechado de él como en una ocasión que un hombre que trabajaba para el Gobierno le dijo que le iba a ayudar con el dinero que dan a los de 65 y más, que no lo ayudó, solo le quitó su tarjeta y la credencial y le robó el dinero que tenía.

Por eso si usted camina por las avenidas Cuauhtémoc y Madero, acérquese a bolear con don Quique o cómprele sus dulces, eso será de gran ayuda para que pueda sobrevivir y que continúe con su atención médica. 


LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.