Dulce María Sauri ha tomado la política en diferentes momentos, ya sea como la primera gobernadora de Yucatán, dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) o como presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
El primer momento en que lo hace fue al concluir su licenciatura en Sociología, pues comenzó a trabajar en un fideicomiso de Nacional Financiera dedicada a la promoción del desarrollo regional llamado Plan Lerma Asistencia Técnica, con sede en Guadalajara, Jalisco.
“Desde un primer momento hubo una vinculación entre mi preparación profesional y mi actividad profesional, aun cuando ésta fue por dos años en Plan Lerma, porque cuando se formó en el gobierno del presidente José López Portillo la Secretaría de Programación y Presupuesto, Plan Lerma Asistencia Técnica fue disuelto y ahí es donde entro por la parte profesional a empezar a tocar los linderos de la política, fui parte de la secretaría en la delegación que recién se había formado en Coahuila”, recuerda en entrevista para MILENIO.
Como técnica de planeación recorrió todo Coahuila y desde 1978 el problema de la migración en esa zona era muy relevante: “una de las experiencias más duras que recuerdo fue llegar a Villa Guerrero y ser avisada de que estaban esperando desde hace varios días al Ministerio Público para dar cuenta de una persona que había perdido la vida ahogada, la tenían todavía en el agua y sujeta para que no se la llevara la corriente”.
Foto: Octavio Hoyos
Mi esposo de izquierda y yo mujer del PRI
Siendo joven, de la generación de 1968, aunque no participó en el movimiento, pues vivía en Yucatán, reconoce que rompió una serie de paradigmas familiares, como irse a estudiar a la Ciudad de México.
“En lo único que obedecí a mis papás fue entrar a la Ibero, y traté después de seguir en la UNAM: me casé (con José Luis Sierra Villarreal) a los 20 años y a los 40 días de casada mi esposo entró a la cárcel por casi siete años, entonces en mi relación de pareja que ajusta a 50 años de matrimonio él es profundamente de izquierda y yo soy una mujer del PRI”.
—¿Y son polos opuestos?—
—No, no somos polos opuestos en lo político, yo diría, pero mucho menos en las relaciones de pareja que para mi han estado basadas en el respeto mutuo, yo les digo muchas veces, a él le ha tocado su carga, que es estar casado con la presidenta del Comité Nacional del PRI y a mí me ha tocado la carga de opiniones, actitudes contestatarias contra los gobiernos, es un hombre muy crítico, incluso me ha acarreado enemistades de algunos, algunas compañeras de partido que no entienden que el respeto no sólo es público también debe ser privado—
—¿Qué acción contestataria recuerda con mayor nostalgia u orgullo que haya cometido en su juventud?—
—Casarme—, responde con risas
Foto: Ariana Pérez
Abrir paso a las mujeres
Dulce María Sauri fue la primera delegada de la Secretaría de Programación y Presupuesto en Yucatán y durante el sexenio de Miguel de la Madrid, en 1982, llegó a la Cámara de Diputados, cuando el 10 por ciento de legisladores eran mujeres.
“Yo fui de las personas, específicamente mujeres, que por el compromiso que hizo el candidato a la Presidencia con la gobernadora de Colima, Griselda Álvarez, la primera que hubo en México, con la promoción activa de las candidaturas de mujeres, tanto para la Cámara de Diputados como el Senado, así las mujeres del PRI tuvimos una histórica representación de más del diez por ciento de la representación, de entonces 400 diputados, y también hubo una cifra histórica en el Senado, hubo seis senadoras, todas del PRI; en San Lázaro también hubo de partidos de oposición, específicamente del PAN”, recordó.
En 2018, volvió a ser diputada federal cuando la presencia de las mujeres en San Lázaro fue del 48.2 por ciento. Tuvieron que pasar 36 años para llegar a esa meta; en la actual legislatura, ya alcanzó el 50 por ciento, o sea, la paridad de género.
Dulce María Sauri explica que la lucha ahora se tiene que dar en las construcciones sociales entre hombres y mujeres, pues aún existe una cultura patriarcal, ya que se privilegia a los hombres sobre las mujeres.
“Es una cultura que no necesariamente es exclusivamente de los hombres, sino es compartida por mujeres y hombres, entonces la transformación de esa cultura es la tarea que tenemos que continuar realizando de tal manera que costumbres, tradiciones, valores, verdaderamente se transformen y podamos decir que los derechos de las mujeres y de los hombres se ejercen en condiciones en igualdad”, indicó.
Ser testigo de brecha salarial y violencia de género: las lecciones de Sauri
Una discusión de una compañera de Dulce María Sauri, quien llegó a Plan Lerma tras llegaba después de haber cursado dos maestrías una en Desarrollo Regional en Israel y la otra en Argentina, fue uno de los momentos donde comenzó a darse cuenta de la existencia de dicha cultura patriarcal.
“Escuchar cómo ella argumentaba el derecho que tenía a ganar un salario mayor que otro hombre que estaba en la misma área y desempeñaba la misma función, pero no tenía los grados académicos de ella. Para mí ese fue el momento en que dije ‘tiene toda la razón’, la enseñanza que tuve fue que tuvo el valor de exponerlo, defenderlo y ganarlo”, indicó.
“Fue la primera lección práctica de por qué una mujer que tenía un mayor grado de preparación académica, más experiencia, no podía recibir un salario menor simplemente por el hecho de ser mujer”
Una segunda lección en ese rubro fue cuando llegó a la gubernatura de Yucatán, pues la situación y los problemas de las mujeres y hombres son diferentes, no sólo al ejercer el cargo sino en las políticas públicas, explicó.
“Un lunes en la mañana en que llegaba a mi oficina de Palacio de Gobierno, el tramo en Yucatán entre el pueblo y el gobernante es muy corto, no es como en otros estados (…), en aquel momento era muy cerca, me estaba esperando una señora con dos niños, me dijo ‘gobernadora, ayúdeme a que mi marido salga de la cárcel porque lo encerraron y si no sale va a perder su trabajo’".
—¿Y qué pasó? ¿Por qué metieron a su marido a la cárcel? —, preguntó Sauri
—Por mi culpa, porque se emborrachó el sábado, empezó a gritar, me empezó a golpear, empezó a patear a los niños, entonces llamé a la policía, y se lo llevó, pero ahora necesito que lo libere—
“Aquí hay un problema de violencia contra las mujeres, en que la mujer tiene que soportarlo todo porque no tiene medios económicos”, lamentó.
El real ejercicio del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia va estrechamente vinculado a su independencia económica, agregó Dulce María Sauri.
Poner los cimientos de Inmujeres
Su mayor reto fue cuando el presidente Ernesto Zedillo la nombró coordinadora del Programa Nacional de la Mujer 1995-2000, el cual recogió los compromisos que México había hecho en la IV Conferencia Internacional de las Mujeres en Beijin.
“Esa conferencia no sólo trabajaba en la parte de la participación política, sino tenía 12 esferas de especial preocupación que abarcaba desde la educación hasta la imagen en los medios de comunicación, poniendo un énfasis muy especial en el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia”, explicó.
Dulce María Sauri recuerda que tuvo la responsabilidad junto con un grupo de mujeres muy relevante de construir una institución a partir de cero, la cual, en 1999 estaba encaminada para transformarse en lo que hoy es el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).
“Quizá si no hubiese vivido todo esto que acabo de relatar no hubiese logrado compenetrarme con el programa, ayudada por estas compañeras, y poder enfrentar ese enorme reto de la creación de la institución que sigue luchando por el avance de las mujeres en México”, indicó.
Primera guerra contra el patriarcado la ganamos: creación de las instituciones
Sostiene que la primera guerra contra el patriarcado la ganaron las mujeres, la cual fue la creación de instituciones y el diseño de políticas públicas que sean transversales en la planeación, aunque asegura aún sigue en el papel.
“Lo que tiene la Ley de Planeación, por ejemplo, como mandato para que los planes nacionales de desarrollo tengan un enfoque de género, perspectiva de género, está en el papel, pero no se mira en la realidad aun, pero para mí es una primera guerra ganada”.
Dentro de esa guerra ganada, explica, hay una batalla en 1996 cuando se acercaba el 25 de noviembre, fecha en la que se recuerda el asesinato de las tres hermanas Mirabal, que dio origen al Día Internacional de la No Violencia hacia las Mujeres.
“Nosotras teníamos el Programa Nacional de la Mujer, teníamos los compromisos de Beijin entorno al derecho de las mujeres a una vida libre de violencia y teníamos al Estado mexicano que todavía dudada si reconocía o no que la violencia domestica era un asunto de interés público y no de la vida privada de las familias, todavía dudada.
“Cuando ese 25 de noviembre, en la Secretaría de Gobernación, el secretario hablando en nombre del Estado mexicano, particularmente del Ejecutivo, reconoció la violencia intrafamiliar como un asunto de interés público, por lo tanto, requería intervención pública a través de reformas a códigos penales y políticas pública, esa fue una enorme batalla ganada.”
Foto: Octavio Hoyos
En el 2000, ser mujer ayudó a que el PRI no se fracturara
Dulce María Sauri fue dirigente del PRI en uno de los periodos más difíciles en la historia del partido, pues en el año 2000 su candidato presidencial, Francisco Labastida, pierde la elección lo que dio paso a la alternancia con la llegada de Vicente Fox a Los Pinos.
Al pasar de los años, Dulce María Sauri divide su gestión en la dirigencia en dos periodos: “la primera es cuando en marzo de 1999, junto con José Antonio González Fernández, somos electos: él presidente, yo secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI”.
“Me tocó con José Antonio organizar el primer ejercicio de votación abierta, directa y secreta de militantes y simpatizantes para elegir al candidato a la Presidencia de la República”.
Tras retirarse González Fernández como presidente nacional, fue elegida por el Consejo Nacional para asumir ese cargo y en el 2000 ocurre la elección en la cual el PRI perdería.
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Tras ese momento, inicia el segundo periodo en el cual asegura que su condición de género ayudó a que el PRI no se fracturara: muy probablemente si yo hubiese sido hombre y hubiera tenido que enfrentar una situación de esa naturaleza las formas de ejercicio del poder partidista en ese momento se encontraban totalmente trastocadas de lo que traíamos, nuestra tradición era que el eje articulador del PRI era el Presidente de la República.
“Quizá la reacción de un hombre hubiera sido el intento de controlar lo que en ese momento no podía ser controlado, sino tenía que ser repensado, reorganizado y vuelto a lanzar y mi condición de género lo permitió. Esa aparente debilidad de una dirigencia femenina fue la razón de que el PRI se salvara de una fractura”.
Tras 21 años, el PRI vuelve a la trinchera de oposición, lo cual, explica, es parte de los procesos democráticos que vive México.
Como espectadora del juego político en el México del 2021, Dulce María Sauri asegura que todo tiene su tiempo, ya sea para estar en la tribuna o ser jugadora. Tras concluir hace algunos meses su periodo como legisladora, actualmente se encuentra en un taller de reparación física, pues durante tres años “me abandoné”, el cual concluirá en febrero de 2022.
Su actuar en el ámbito político lo ha tratado de normar a partir del principio de estar en paz consigo misma: "las decisiones que he tomado las juzgo a partir de ese criterio, si puedo estar en paz conmigo misma no me importa que afuera se caiga del cielo y más o menos me ha funcionado. Son renuncias a cambio de la paz".
JLMR