Para el historiador Alejandro Rosas, el ex presidente Luis Echeverría marcó una época no solo por los pendientes en materia de justicia por la llamada Guerra Sucia y el Halconazo, e incluso por su participación en los hechos de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, cuando fue secretario de Gobernación, sino también por la manera en que México comenzó a relacionarse con el mundo desde el inicio de su mandato.
“Logra acercarse a los países socialistas, logra acercarse desde luego a los capitalistas, de ahí el pluralismo ideológico, y logra que México sortee esas aguas entre la Guerra Fría, también desde luego hay que decirlo: era un presidente muy populista, él trató de que la Carta de Derechos Económicos de los Estados fuera un ejemplo a seguir en el mundo, pensaba él llegar a dirigir la ONU, pero efectivamente era un presidente de mano dura, la vieja guardia totalmente”.
El autor de México Bizarro afirmó que con la muerte de Echeverría “acaba el último importante político de toda esa generación anterior a la llegada del neoliberalismo, (Miguel) De la Madrid nos lleva hacia el liberalismo o sienta las bases, pero ya con la muerte de Echeverría podemos decir que ese priismo que se va construyendo a partir de la mitad del Siglo XX con (Miguel) Alemán, (Adolfo) Ruiz Cortines y demás, finalmente hoy ya se da el término de los personajes”, dijo.
El historiador expresó que se dirá mucho sobre su gobierno y habrá qué analizar también los factores de poder que se desarrollaron durante 1970 y 1976 porque con él inició para México la época de las crisis económicas al final de su sexenio “y de ahí hasta el 94 con el error de diciembre, digamos que con él termina el milagro mexicano, yo creo que en buena medida él lo mata porque creció mucho el aparato burocrático, pero siempre he creído que la historia más que de villanos es de protagonistas, de personajes y de claroscuros”, por lo que consideró necesario hacer un balance de la obra pública y política de Echeverrría.
Sobre la represión, el historiador dijo que fue un sello constante de esas décadas y de los presidentes priistas y que tenía “arranques” como acudir a inaugurar unos cursos a la UNAM después de la matanza del Jueves de Corpus en 1971 y fue en Ciudad Universitaria donde recibió una pedrada que hizo sangrar su cabeza, “sí era un personaje bastante sui géneris”, apuntó.
LG