En el último día de las encuestas de Morena, no todos tenían la misma urgencia. En ningún punto de país, el levantamiento de los cuestionarios que definirán a la ‘corcholata’ presidencial comenzó a tiempo. A los representantes de Morena se les pegaron las cobijas y las urnas y las boletas siguieron llegando tarde.
Los chats de los equipos de las ‘corcholatas’ se llenaron de quejas: arranques tarde, levantamientos a prisa, ausencia de representantes y la constante queja por la presencia de personal de la Secretaría del Bienestar en los puntos a encuestar.
MILENIO estuvo presente en el arranque de la última jornada de encuesta para que la ciudadanía vote a quién prefiere para representar a Morena en el 2024, si a Claudia Sheinbaum, a Marcelo Ebrard, a Adán Augusto López, a Ricardo Monreal, a Gerardo Fernández Noroña o a Manuel Velasco.
En la alcaldía Cuauhtémoc, la cita era a las 8:00 de la mañana. El representante de Adán Augusto López ni siquiera llegó, la representante de Ricardo Monreal los alcanzó casi hora y media después y de mal humor, y la enviada del Consejo Nacional de Morena, también llegó tarde.
La representante del partido, es la única que puede comenzar el ejercicio, la que lleva la urna y las boletas, la que debe validar el inicio del proceso, la que debe mostrar el material limpio y sellado a todos los enviados de las ‘corcholatas’, la que tiene que levantar el acta de inicio y la única autorizada para dar el banderazo de salida. Pero el resto de la brigada la esperó por una hora, con el tiempo encima para concluir.
El ritual para iniciar lleva casi media, hora pues debe garantizar que todos los presentes están conformes. La morenista tiene que mostrar que la urna es transparente y que está vacía, procede a colocar los sellos de seguridad que resguardan toda la caja y cada representante le toma fotografías por todos lados, para acreditar cómo será entregada a la bodega.
Cada brigada sólo puede realizar 10 cuestionarios. Cada representante revisa cada boleta, que esté limpia y sin manipulaciones, y una vez aprobada, coloca su firma en la parte de atrás. Se levanta un acta de conformidad y nuevamente, cada uno debe firmar para poder entregarle a la persona que levantará la encuesta todo el material. Si hay una persona externa al equipo validado, el ejercicio se pospone.
Las brigadas tienen asignadas circunscripciones que deben cumplir y comienzan a recorrer las calles para seleccionar alguna vivienda. El principal requisito, es que en ninguna haya propaganda de alguno de los o la aspirante en este proceso interno.
La encuestadora se acerca a la persona, le hace preguntas en la tableta electrónica y luego le entrega la boleta, se pone de espaldas y quien está siendo encuestado responde en secreto y coloca la papeleta en la urna que la encuestadora lleva colgando como mochila.
De acuerdo con el reporte del arranque de la jornada al que MILENIO tuvo acceso, no hubo un solo punto en el país que comenzara a tiempo. Pero eso fue sólo el inicio.
En la alcaldía Cuauhtémoc, en una bodega de una empresa de valores, se vivía otra batalla: resguardar cada urna garantizando que nadie podría manipular su contenido para arrancar el conteo este martes.
Los paquetes llegaron en camión y en avión, en maletas o mochilas o hasta en cajas de cartón, según la zona de origen. Envueltas en cinta canela para garantizar que nadie pudiera violar la decisión de la ciudadanía, pero ahí también hubo complicaciones.
Aunque en pocos casos, en algunos olvidaron sacar la hoja de registro antes de envolver la caja en cinta canela, por lo que debían corroborarse las actas para aceptarlas; otras tenían las firmas de los representantes sobre la cinta y el traslado comenzó a borrarlas y otros llevaban hasta 12 urnas desde el sur del país, incluido el sondeo que se realizó en Macuspana, la tierra natal del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Los representantes de Morena llegaron de todo el país y esperaron hasta dos horas para entregar los paquetes y garantizar que estaban resguardados. Nadie se fiaba, “pues si no son chicles los que traigo”, decía un hombre en la fila, quien se mostraba consciente de que en su mochila llevaba “la decisión más importante del año”, los votos para definir quién será la persona responsable de contender para mantener la presidencia de la República. Nada más y nada menos.