A unas cuadras de la Casa Blanca, en el 1911 de la avenida Pennsylvania, en Washington, se encuentra un edificio de cinco pisos que para el gobierno mexicano es tan importante como una secretaría de Estado y cuyo titular es el equivalente a un ministro sin cartera. Se trata de la embajada de México y quien la dirige lleva sobre sus hombros la nada pequeña responsabilidad de conducir la relación diplomática más importante —y difícil— para nuestro país.
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El millonario gasto y despliegue de personal diplomático en territorio estadunidense confirma el peso que tiene un país como Estados Unidos en la política exterior mexicana, máxime cuando del buen curso de ésta dependen miles de millones de dólares en comercio e inversión, así como el bienestar de más de 12 millones de mexicanos que radican en el vecino del norte.
Para la Secretaría de Relaciones Exteriores, la relación México–Estados Unidos “es una de las más complejas, maduras e institucionalizadas que existen actualmente en el mundo”. Es, también, la más asimétrica: en el planeta ningún par de países vecinos tienen tal disparidad en prácticamente todos los rubros, lo que se añade a la complejidad de la coexistencia entre dos naciones que, durante buena parte de dos siglos, se han mirado con mutuo recelo.
Con elementos como esos a cuestas, es justo desde la embajada de México en Washington desde donde se deben controlar hilos de temas vitales para ambas naciones en materia de migración, seguridad nacional, comercio, turismo, educación y turismo, entre otros.
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Su relevancia es tal que en 2019 recibió un presupuesto de 131 millones 916 mil 38.29 pesos, cifra que es casi tan grande como los recursos que ese año destinó la Secretaría de Bienestar al Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras, el cual contó con 139 millones 630 mil 097 pesos, y es más del doble de los fondos que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes dedicó ese año a la Agencia Espacial Mexicana: 62 millones 246 mil 743 pesos.
Oficialmente, la embajada de México en Estados Unidos fue creada el 5 de diciembre de 1898, durante el gobierno de Porfirio Díaz, justo 53 años después de uno de los peores desencuentros entre ambas naciones: la anexión de Texas a la Unión Americana.