Las condiciones sociales y políticas son frágiles. Así, son incapaces de absorber una ola masiva de reclamo democrático que, como divisa principal, tuviera la protección social generalizada y el abatimiento sostenido de la desigualdad económica y social. Reclamos que resumiría virtuosamente una versión moderna de la solidaridad y la fraternidad. Ambas suponen la existencia de un Estado social y democrático cuya reforma se ha pospuesto sine die desde que su necesidad se hizo parte del discurso político democrático a fines del siglo XX.
Entre interrogaciones
¿Dónde estamos como sociedad y parte activa de la comunidad internacional? ¿Hacia dónde se dirigen nuestros pasos, como Estado nacional y componente de una futura globalización?
Ciudad de México /
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