Entre lágrimas y la defensa de reformas, el último informe de Peña

Sexto Informe de Gobierno

El Presidente dirigió un mensaje con motivo del Sexto Informe de Gobierno, acompañado de dos de sus mayores críticos: Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres.

Peña Nieto dijo que durante su gobierno se buscó trabajar para todos, por ello dijo, se combatió la pobreza desde el inicio de su gestión. (EFE)
Lorena López y Daniel Venegas
Ciudad de México /

Uno a uno, el presidente Enrique Peña Nieto defendió los que, considera, fueron los principales logros durante su administración y con la voz cortada por la emoción dio gracias a los mexicanos por ayudarle a mantener la entereza y el carácter necesario para conducir al país. 

Abajo, en primera fila, la esposa del presidente, Angélica Rivera, sus hijos Paulina, Sofía, Fernanda, Nicole, Regina y Alejandro se contagiaban del sentimiento y enjugaban, todos, las lágrimas que corrían por sus mejillas. 

Arriba, flanqueando al presidente, dos de sus más férreos críticos: los presidentes del Senado, Martí Batres y de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, aguantaron el aplauso para el mandatario hasta que todos de pie, reconocieron el trabajo de las Fuerzas Armadas en favor del país y materia de seguridad. 

Afuera, esos dos mismos personajes fueron recriminados por un correligionario por haber asistido al mensaje de Peña Nieto.

Gerardo Fernández Noroña, diputado federal de la bancada de Morena, increpó a ambos a su llegada a Palacio Nacional acusándolos de traidores. 

Es el fin de un gobierno y el principio de otro y los personajes conviven adaptándose a las nuevas circunstancias aunque, como dijo Muñoz Ledo respondiendo a lo dicho por Noroña, "hay quienes no entienden que ya somos gobierno". 

Y en las formas y la parafernalia que ya se va, y lo que llega, las viejas escenas de los funcionarios y gobernadores, acostumbrados a subir a sus autos apenas salían de lugares como Palacio Nacional, fueron sustituidas por las imágenes de grúas que amenazaban con enganchar los vehículos que osaran apropiarse por mayor tiempo del razonable, de la acera de la Plaza de la Constitución. 

Abundaban gobernadores, legisladores y funcionarios que, con teléfono en mano caminaban incluso por el arrollo vehicular llamando a los conductores de sus vehículos, en una maniobra que por momentos detuvo el tránsito frente a Palacio Nacional, pero que fue rápidamente agilizada por las grúas y los elementos de la Secretaría de Seguridad capitalina.

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