Eugenio Hernández, candidato al Senado por el Partido Verde en Tamaulipas y ex mandatario de esa entidad, pasó seis años en la cárcel, pero hoy se encuentra en libertad y listo para volver a la vida política estatal y nacional.
Hoy 'Geño', como le llaman sus simpatizantes, recuerda su paso por la cárcel, cómo una de sus hijas se unió a los artesanos que están en la prisión para hacer un negocio de bolsas, y cómo se dio tiempo para enseñarle yoga y ajedrez a sus compañeros.
A continuación, la plataforma MILENIO-Multimedios reproduce parte de dicha conversación con el hombre que aspira a volver a la cúspide política.
¿Se veía hace unos años encampañado?
Definitivamente que no, estaba encerrado y ahora me han invitado a participar como candidato al Senado, y lo hago con mucho gusto, con mucho entusiasmo y con muchas ganas de ayudar a transformar Tamaulipas.
No es fácil perdonar, ¿Cómo le llevó ese proceso?
Pues fue una decisión que tomé para liberarme de cualquier sentimiento que me hace daño, más a mí que a cualquier otra persona. Eso no quiere decir que no quiera yo justicia, porque eso es aparte. Pero finalmente yo creo en la justicia, en la justicia divina, sobre todo el karma, que llega tarde o temprano a todos. En ese sentido yo no tengo ni qué mover ni un dedo para que se haga justicia, porque el universo, el karma, se hace cargo de eso. Entonces, ¿para qué me atormento yo generando sentimientos de odio, resentimiento? No, no tiene caso. Ya me liberé de todo eso, afortunadamente, y me siento muy bien.
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¿Siempre estuvo apartado?
Aquí en el penal de Tamatán siempre estuve apartado, siempre estuve custodiado, especialmente. Y luego ya cuando me trasladaron al penal de Tenango del Valle, ahí ya entré en contacto con población, pero no población abierta, sino que era un dormitorio de adultos mayores y de funcionarios públicos. Y ahí, en los cuatro años y medio que estuve, o más, nunca me tocó ni un pleito, nunca me sentí amenazado. O sea, es un penal certificado que está en el Estado de México y que pues no hay sobrepoblación; hay comida bien, hay servicio médico, hay educación. Todos los días soñaba con estar libre. Pero bueno, hice mi vida ahí porque me di cuenta que iba a estar un tiempo.
Entonces me puse a hacer ejercicio, me puse a meditar, a leer, jugaba mucho ajedrez, trabajé desde adentro, hicimos una empresa. Bueno, una de mis hijas hizo una empresa de bolsas que se tejen ahí, que se exportan a Estados Unidos.
¿Las tejían en el penal y usted se las entregaba a sus hijas y ellas las vendían?
Ellas me llevaron un modelo, porque una vez que me visitaron vieron que todas las señoras se llevaban bolsas de salida.
“Oye, papá, ¿esas bolsas?. -Pues las hacen aquí. Y a la siguiente, -¿Tú crees que me puedan hacer este modelo? -Mira, ah, sí, pues déjamelo aquí.
Y ya empezamos a trabajar con ellos y no quedaba y sí quedaba, y que cambia el material y todo eso hasta que se logró una bolsa, pues muy padre. De muy buena calidad, y entonces ya se empezó a vender, se empezó a mover aquí en México.
Y luego les interesó mucho a unas personas de Estados Unidos y le dijeron a mis hijas: “Oye, todas las bolsas que produzcan nosotros las queremos comprar”. Entonces se vendieron todas las producciones a Estados Unidos.
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¿Y quién se quedaba con el dinero?
No, pues los que hacían las bolsas, (ellos) se ganaban su recurso y bien. Fíjate, porque un artesano, que así les decimos a los que hacen bolsas, si se aplicaba, en una semana podía ganar hasta dos mil pesos. Entonces eso les ayudaba mucho para solventar gastos de familia. De hecho, no se les pagaba a ellos nómina, porque ahí no se puede tener dinero en efectivo, se les pagaba a sus familiares afuera de la cárcel y con eso ellos solventaban sus gastos. Entonces sí estuvo padre y sigue funcionando esa empresa. Sigue funcionando.
¿Cómo era un día de usted ahí al interior del penal?
Yo me levantaba a las 05:30, a las 06:00 me ponía a hacer mis meditaciones, me ponía a revisar mis pendientes del día y a las 07:00 teníamos clase de yoga en el patio, y yo era el maestro.
¿Y de dónde aprendió usted?
Cuando llegué ahí yo tenía más de 20 años de practicar yoga. No es que yo sea maestro, pero era el que sabía más. Entonces eso me obligó a estudiar yoga, a prepararme mejor para enseñarle a mis compañeros que querían aprender, porque yo salía a hacer yoga y se me acercaron; traía mi tapete y todo. -¿Oye, qué está haciendo? -Pues es yoga. -Oiga, ¿y porqué no enseña?. Y yo:-Dale. Sacaron sus cobijas y todo y ya tenía de repente 20 gentes enfrente de mí, esperando que yo les diera instrucciones del yoga. ¡Pues a darle!, y me dio mucho gusto porque de esos 20 o 25 que empezaron, como 12 siguieron practicando conmigo y sin mí.
Mandé traer tapetes a todos. Entonces ya todos teníamos, yo se los regalé, pues yo era maestro.
¿Qué hacían después de almorzar?
Después de desayunar, pues a veces tenía visita. Entonces me iba a un lugar especial de visitas y regresaba más tarde a jugar ajedrez.
¿También era profesor de ajedrez?
También. Dimos clases de ajedrez, claro, es que ahí me topé con dos compañeros más que sabían jugar y empezamos a jugar. Y la gente se acercó también y dijimos: “Oye, ¿por qué no enseñamos a compañeros a jugar ajedrez?” Y resulta que al rato ya me dio dormitorio jugábamos ajedrez. Hacíamos torneos en los que participaban más de 30 compañeros, había torneos de viernes a domingo y nos pegamos unas buenas picadas ahí jugando ajedrez.
Es muy padre el ajedrez, y fíjate que también me metí a estudiar ajedrez y descubrí que el ajedrez es muy bueno para las personas, para la formación y para la mentalidad de las personas.
El ajedrez te despierta la tolerancia y eso fue en los primeros torneos. Los últimos torneos ya no había problema de nada, los primeros tenemos que andar como que de árbitros ahí: “No, espérate, ¿Qué pasó?” Y al último ya no se requería que interviniéramos, porque como que todos se serenaron, se calmaron.
Y el ajedrez te requiere que hagas estrategia, que pienses a futuro, que pienses en los pasos que tienes que hacer, pues para lograr tu objetivo te enseñan a cuidarlo más valioso, que es tu rey. Entonces hay muchas enseñanzas dentro del ajedrez.
¿Y después qué hacía?
No, pues ya, ya se me acabó el día.
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¿A qué hora se dormía?
Pues como a las 22:00. Leía y ya, cena y a dormir.
Aquí puedes ver la entrevista completa de Eugenio Hernández Flores
EAS