El pasado 19 de junio, en Izamal, Yucatán, tuvo lugar la ordenación episcopal del sacerdote Fermín Sosa como representante del Vaticano para Papúa Nueva Guinea; el nombramiento lo recibió de manos del secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin.
El religioso forma parte, desde 2003, del servicio diplomático del Vaticano y ha trabajado en Papúa, Costa de Marfil, Burkina Faso; así como en Washington, Estados Unidos; Ottawa, Canadá, y su último destino fue Serbia, hasta el 31 de marzo de este año, fecha en la que se le comunicó el nuevo nombramiento como Nuncio Apostólico en el primer país donde prestó sus servicios.
Desde Yucatán, el nuevo Nuncio Apostólico platicó a MILENIO sobre los nuevos retos a los que se enfrentará una vez que tome posesión de la nunciatura de Papúa Nueva Guinea, isla ubicada al norte de Australia.
-Era un nombramiento muy esperado por muchos en el clero mexicano, ¿cómo se siente?
"Son sentimientos podemos decir que encontrados, sentimientos de mucha alegría, de mucha emoción, pero también sentimientos de mucha responsabilidad, entonces ahí vienen sentimientos que se unen, pero en esa alegría en el Señor para nosotros poder representar al Papa en el país donde me está enviando, en este caso es Papúa Nueva Guinea, es una emoción. Al inicio me preguntaban '¿cómo te sientes?' Cuando recién había salido el nombramiento, les decía 'me siento como anestesiado, todavía no siento mucho', pero como fue pasando el tiempo, se fue acercando el tiempo, entonces ya uno empieza a sentir esa emoción de que es realidad, de que ya se está acercado el momento, que ya estás empezando a vivir otro estilo de vida, otra realidad que va a cambiar completamente tu vida".
-¿Qué pasó cuando le anunciaron el nombramiento?
"Cuando me hablan por teléfono para informarme de la decisión no lo podía creer, primero, y segundo, ahí estaba esa emoción y dije '¡Chispas!' Ya llega la cubeta con agua fría para despertarte de que ya llegó el momento en el cual la responsabilidad es más fuerte, más grande, pero la alegría también de poder servir a Dios, a través de ese servicio, y al Santo Padre, también es muy grande".
-Papúa Nueva Guinea es un país totalmente diferente, ¿cuáles son los retos a los que se va a enfrentar como representante de la Iglesia católica en ese país?
"Papúa Nueva Guinea fue mi primer destino después de que terminé mis estudios; estuve ahí cuatro años que viví con intensidad, con mucho cariño, con mucho amor, disfruté cada momento, y como dices, es una realidad completamente diferente. Yo conocía a Papúa Nueva Guinea por los reportajes que hacían de estos países en National Geographic, Discovery Channel, esos documentales... uno va conociendo diferentes lugares del mundo, pero el estar ahí ya, pisar las tierras y vivir esta experiencia, para mí fue una cosa maravillosa, una experiencia única".
-¿Qué es lo que más le gusta de Papúa?
"La realidad de los pueblos, es una realidad multicultural, hay más de 800 tribus, más de 800 lenguas que también tiene el Tok posin, que es una de las lenguas oficiales, también el inglés es la otra lengua oficial pero que el poder estar en contacto con esta gente, poder vivir sus culturas, sus costumbres, estar allá, para mí es una cosa inmensa, yo tengo dos principios dentro de mi sacerdocio y como persona, amar siempre las misiones, para nosotros las misiones son el ADN de la Iglesia, una parte fundamental de nuestra identidad de iglesia".
.¿Se va solo?
"Viajamos solos y llevamos nuestra maleta, estoy viendo precisamente por las cuestiones de logística de ahí, de los aeropuertos, voy pidiendo las autorizaciones para poder transitar en los aeropuertos de Asia, hasta llegar a Papúa Nueva Guinea, pero no todos los aeropuertos están abiertos y no sé si la aerolínea puede llegar fácilmente a Papúa Nueva Guinea".
-¿Qué va a llevar en la maleta?
"Aún no sé, tal vez me lleve una botella de tequila para poder disfrutar allá y una botella de Xtabentún, que es nuestro licor acá en Yucatán, para también poder disfrutar con los amigos que me están esperando en Papúa y también poder celebrar con ellos mi nombramiento ya que no pudieron venir, me siguieron por los medios de comunicación".
-¿Su familia qué le dijo?
"Hace 23 años que estoy fuera de México, desde que me ordenaron me fui a vivir fuera de México, para mis padres siempre voy a ser el hijo que está fuera, siempre que me voy a ir a mi mamá se le salen las lágrimas, porque no va a ver a su hijo otro año, pero los medios de comunicación ayudan mucho, a mi mamá le ayuda mucho cuando hablamos por teléfono, por WhatsApp, nos vemos, ve que estoy bien, que estoy completo y eso la hace sentir bien".
-¿Sus seres queridos pudieron ir a la consagración como Nuncio?
"Mucha gente no pudo venir, nos limitaron, por la pandemia; hubo un aforo de 400 personas en la celebración eucarística que, a decir verdad, fue poca, porque habíamos parte del clero, unos familiares y ciertos amigos. Tuve que pedir perdón a la gente que no pudo asistir, por la situación que estamos viviendo, pero hay que cuidarnos, esta enfermedad está ahí, no es ficticia, es real, aquí debemos de ser responsables, si nosotros no nos cuidamos nadie va a venir a hacerlo, tenemos nosotros que ser responsables con nosotros y nuestros papás, con nuestra familia".
"Agradezco a Dios y a todos mis amigos que pudieron comprender esa situación y que me siguieron a través de los medios de comunicación y que me hicieron llegar infinidad de mensajes de la celebración de lo bonito que salió la oración, mensajes muy bellos, de mucho afecto, de mucha carga espiritual que eso me llena y eso es lo que me llevó en la maleta".
-¿Qué se necesita para llegar preparado a Papúa?
"Amar la aventura, es decir, estar dispuesto a aceptar lo que venga, no tener esos prejuicios que cuando uno llega tiene prejuicios de ciertas culturas, de ¿cómo va a estar esto? ¿Cómo va a pasar aquí?, el calor, los mosquitos, las enfermedades, ¿cómo me van a tratar? Quitar todo tipo de prejuicio, ya que los prejuicios, son una barrera para poder comprender y vivir plenamente la realidad a la que nos enfrentamos, ese espíritu de aventura es muy importante en nuestras misiones para poder realizar el trabajo a la altura de lo que nos están poniendo".
-En cuanto a la feligresía, ¿cómo está la situación con los católicos en Papúa Nueva Guinea?
"Hace 14 años que salí de allá se vivía una realidad eclesiástica muy bonita, ciertamente son muchos retos que existen allá en la iglesia porque los católicos son más o menos el 30 por ciento, pero los cristianos son casi el 70, porque también están los anglicanos, los luteranos y una de las experiencias bonitas que tuve fue precisamente esa cordialidad y convivencia que tenía con estas tres iglesias, esa comunicación que había, esa amistad que había entre los obispos y entre los sacerdotes unos con otros".
-¿Sigue conservando amistades en Papúa?
"Como dicen, el primer amor nunca se olvida, para mi es mi primer amor, amo a Papúa Nueva Guinea y regreso con muchísimo gusto y muchísimo cariño, cierto, la realidad es diferente, han cambiado muchas cosas, pero no perdí el contacto con amigos, todavía tengo contactos de muchos amigos allá".
-Aquí en México mucha gente escucha el nombre de "Papúa Nueva Guinea" y lo primero que se le viene a la mente es "tribus, canibalismo y brujas", ¿qué mensaje les da?
"En primer lugar hay que quitar los prejuicios, no hay que confundir a Papúa Nueva Guinea con las Guineas de África, son dos realidades completamente diferentes, los cuatro años que estuve allá, yo nunca vi nada de eso, nunca escuché nada de eso, que es diferente a cuando estuve en África, ahí si había ciertos casos, se escuchaba que tal vez hubiese casos. Del canibalismo yo hasta preguntaba, pero me respondían 'tal vez hace muchos años que tal vez desaparecieron', pero nunca escuché un caso de 'ah mira, se comieron a este', no".
-Hay noticias de Nueva Guinea que llegan a México, una de ellas es el alto índice de abuso sexual contra las mujeres, ¿cuál sería el apoyo por parte de la Iglesia?
"La realidad de la Iglesia, las instituciones que existen en las iglesias, sobre todo las iglesias misionarias son muy grandes y sobre todo existen congregaciones de hombre y mujeres, sacerdotes y religiosas que se dedican a ayudar a las personas que eran violentadas, por ejemplo, que las expulsaban por ser brujas, entonces, la iglesia tiene centros para ayudar a las mujeres, no solamente en el poder económico, sino también enseñándoles a trabajar enseñándoles, a salir adelante y eso no solamente en el caso que mencionan sino también en las estructuras de la educación, de sanidad, en hospitales, en escuelas y dispensarios".
-¿Cuáles son tus planes a futuro para llegar allá a Papúa Nueva Guinea?
"Lo primero es llegar. Ahorita viajar no es fácil por el covid-19, hay muchísimas complicaciones. Cuando llegue tengo que leer y preguntar cómo está la capital. Otra de las cosas es que tengo que empezar a tener contacto con los obispos, ir a visitarlos para que yo pueda ver cómo está la realidad para poder ayudarlos, eso solamente hasta que yo esté plenamente instalado en ese país".
-¿Algún comentario final?
"Simplemente quiero manifestarles que esa situación que en vez de dividirnos, tiene que unirnos más, tiene que ayudarnos a unirnos más como hermanos, a vivir también en la serenidad, a no vivir en esos prejuicios, en esos choques internos o con esa división de mentalidades de pluralidad de pensamiento y que nos va dividiendo. Al contrario, debemos buscar siempre esa reconciliación y esa fraternidad entre todos nosotros porque somos hermanos, somos mexicanos".
DMZ