A las 5 de la tarde del jueves se abrió un impasse que dejó a unos 500 migrantes en el limbo de los títulos 42 y 8. Llegaron desde la madrugada a entregarse a la Patrulla Fronteriza que administró las últimas horas del 11 de mayo. Se les mantuvo a la expectativa con una botella de agua y una barra de granola, sin embargo fueron tomados en custodia cuando ya había vencido el Título 42.
Y fue hasta después de las 11 de la noche cuando, en El Paso, aparecieron uno tras otro cinco camiones. En menos de dos horas se llevaron a unas 100 personas que no se imaginaban que esa espera en la orilla del río Bravo, del otro lado del muro, ya en territorio estadunidense, los dejó sin la posibilidad de ser retornados de manera inmediata: fueron fichados. Son los primeros migrantes del Título 8 en esta ciudad de Texas.
Integrantes de la Guardia Nacional, de la de Texas y de la Patrulla Fronteriza llevaron a cabo el traslado a los centros de procesamiento. Los otros 400 migrantes pasaron la noche sentados en fila a la orilla del muro. Todo el día bajo el rayo del sol y tras el ocaso, con el frío extremo del desierto, entre el polvo que levantaron las llantas de los autobuses.
La mañana del viernes se vio la misma escena: a partir de las 7 y hasta las 11 llegaron otros 10 camiones a los que subieron a los hombres que habían aguardado del otro lado del marcador 42 del muro. Pasada esa hora, se cerró con candado, recogieron basura y pertenencias de los migrantes. La puerta 42 no se abrió más a pesar de la llegada de otros 35 indocumentados.
Entre ellos, sudamericanos que buscaban, ya sin éxito, cumplir su sueño americano, pues se les aplicó el Título 8. Orlando Duque, un joven originario de Colombia, fue parte de ese grupo de 35 que llegó cuando la puerta había cerrado. Sin agua ni alimento, y con la advertencia de una inminente detención, relató que en Ciudad Juárez le dijeron que si se acercaba al muro fronterizo aún podría quedarse.
“Aquí hay mujeres y niños con nosotros, ya no nos dejan pasar y nos han dicho que aquí nos dejarán y nos van a regresar a México. Aquí se acabó nuestro sueño”, gritaba a los periodistas a través de los gruesos barrotes metálicos.
Ese grupo colocó cobijas como techo para resguardarse del sol y cubrirse del frío de la noche, pero no tenía agua ni alimento, lo que hacía de su futuro detrás de la puerta 42 algo incierto.
Fernando García, director de la Red de Derechos Humanos en la Frontera, lamentó que cientos de migrantes se hayan quedado en limbo legal cuando ya habían llegado a territorio de EU. “Los dejaron horas esperando a propósito, lo hicieron para que ya no pudieran expulsarlos. Esta política migratoria de Joe Biden no es en nada diferente a la de Donald Trump”, reprochó.
Afuera de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, organizaciones promigrantes colocaron mensajes en las bardas para alertar de los peligros del Título 8 y qué hacer si son detenidos.