Frágil destino

Articulista invitado

Para lograr nuestros objetivos, es necesario ponerse metas, soñar, imaginar, planear y trabajar intensamente para alcanzar lo que nos proponemos.

Enrique Espinosa Olivar, empresario mexiquense.
Toluca /

“Si tuviera las telas bordadas del cielo, -entretejidas de luz dorada y color plata,-las azules, las opacas, las oscuras -telas de la noche y la luz y la penumbra, -tendería a tus pies las telas: -pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños; -he tendido mis sueños a tus pies; -pisa suavemente, pues caminas sobre mis sueños”

William Butler Yeats (poema “AEDH desea las vestiduras del cielo” )

Para lograr nuestros objetivos, es necesario ponerse metas, soñar, imaginar, planear y trabajar intensamente para alcanzar lo que nos proponemos, una vez que alcanzamos uno, nos planteamos otro y otro más, conforme nos volvemos buenos en ello, a veces los logros se vuelven rutinarios. En un mundo normal sin pandemia, el alcanzar metas es satisfactorio, pero muchas veces, se vuelve una obligación, una búsqueda neurótica de hacer, lograr, conseguir y tener.

La primer temporada de la Pandemia titulada COVID19 nos llevó a un encierro, donde todos los días se ponía en riesgo la vida, la toma de decisiones de que sí y que nó hacer y una ida al supermercado o a casa de unos amigos se convertía en una decisión arriesgada.

Las empresas que tenían la solidez, la liquidez o el mercado adecuados para las necesidades de la pandemia, sobrevivieron y algunas incluso, crecieron y se consolidaron, citando entre algunas: empresas de comercio electrónico, streaming de películas en línea, empresas de alimentos y productos a domicilio e incluso la industria de productos y servicios para dar mantenimiento y remodelar los hogares ya que se pasa cada vez más tiempo en casa adicionales a las anteriores y tristemente a causa de la pandemia,se han consolidado o han surgido empresas con gran éxito en materiales y servicios requeridos para enfrentar la pandemia y sus consecuencias : cubrebocas, geles y toallas sanitizantes, termómetros y oxímentros, pruebas de laboratorio, venta y recarga de tanques de oxígeno y tristemente servicios funerarios, entre otros sectores que se han beneficiado por esta crisis.

Las que lograron medio sobrevivir en estado zombi y que comenzaban a recuperarse al levantarse el semáforo rojo como: clubes deportivos, salas de cine, restaurantes, etc., de la noche a la mañana, pasaron de un sueño a una pesadilla de la que quizá ya no despertarán.

Todo lo anterior sucedió también con las relaciones interpersonales y sociales: viajes, compromisos, proyectos, estudios en el extranjero, etc., en el mejor de los casos se puesieron en pausa, en un sueño inducido donde no queda claro si hacer el esfuerzo por despertar, o entregarse al destino que se nos ha presentado.

Así como Yeats escribe aquel poema donde AEDH (un Dios Irlandes de la muerte) ante su profunda pobreza, queriendo ofrecer una hermosa tela para que su amada camine, no tiene más que ofrecer que sus sueños y le pide que pise suavemente, hoy muchas empresas, sus dueños, directivos y empleados así como muchos ciudadanos se mantienen a la expectativa gracias a un sueño o simplemente la esperanza de un mejor mañana.

La segunda temporada de la Pandemia, donde la muerte y la enfermedad danzan peligrosamente entre nosotros, sin embargo ya nos hicimos a la idea de que ahí están y seguirán ahí, invocan para mí a AEDH, la tela que quisiera y los frágiles sueños que ofrece para que su amada camine. Todos deseamos caminar con seguridad y firmeza, sin miedo a contagios para nosotros o a la gente que amamos, quisiéramos sacudir la realidad, pero hoy lo que tenemos es un anhelo de que mañana las cosas van a estar mejor.

Aquella recuperación en forma de V no se dió y hoy a lo que podemos aspirar es a que sea una bonita W, donde la segunda caida sea la última y entonces volvamos a disfrutar de los pequeños logros, de los sencillos y simples placeres de la vida e incluso cuando regresemos al cine o a la escuela (los que queden) nos demos cuenta que caminar suavemente sobre un sueño es a veces mejor que caminar en la más fina de las telas.

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