Monterrey es conocida como la capital industrial del País y es que el ser la cuna de cervecería, empresas vidrieras, de cementos e incluso de fundición, marcaron la vida de una sociedad en crecimiento constante.
Un día como hoy, pero de 1986, la compañía Fundidora de Monterrey fue declarada en quiebra y con ello dio paso al nacimiento de la leyenda y los mitos urbanos.
“La Fundidora de Monterrey dejó huella en la sociedad regia. Cuando cerró, cuando fue declarada en quiebra en 1986 algo se perdió en la ciudad, pero también dentro de la sociedad mexicana”, dijo el historiador Alberto Casillas, jefe del Archivo Histórico de Fundidora, en entrevista para MILENIO.
La Compañía de Fierro y Acero fue fundada el 5 de mayo de 1900, y se convirtió en la primera siderúrgica en América Latina, al ser impulsada por el empresario italiano Vicente Ferrara, el comerciante francés Leonel Signoret, el banquero estadunidense Eugenio Kelly, así como un grupo de empresarios regios. Su capital era de 10 millones de pesos oro.
Durante casi 40 años, Fundidora fue la única en su tipo en América Latina, pero después de eso empezó una reconversión con la llegada de competencia con Altos Hornos de México (AHMSA), en Monclova, Coahuila; Hojalata y Lámina, en Monterrey, así como la Compañía Siderúrgica Nacional, en Volta Redonda, Brasil.
Para 1978, la compañía tenía muchas deudas, motivo de los préstamos que había solicitado a largo plazo y las devaluaciones, por lo que fue entregada como paraestatal al gobierno federal, que la fusionó con AHMSA y con siderúrgica Lázaro Cárdenas, bajo el nombre de Sidermex.
“El gobierno federal, a través de Nacional Financiera, se hizo de acciones de la Fundidora, y para 1978 la empresa deja de ser privada y se convierte en paraestatal, y ahí empezó su declive”.
Las devaluaciones económicas, problemas políticos, así como el cierre de mercados tuvieron un impacto en la Fundidora, pues se bajó la producción y llegaron las huelgas sindicales.
Pese a ello, el 9 de mayo de 1986 la Fundidora de Monterrey se declaró en quiebra y al día siguiente, el 10 de mayo, cerró operaciones, dejando a miles de personas sin empleo.
“El 9 de mayo de 1986, la compañía es declarada en quiebra. Fundidora nunca cerró, fue declarada en quiebra por el gobierno federal.
“El cierre de Fundidora no fue un hecho aislado, a nivel internacional desde finales de los 70 y en los 80, muchas empresas textileras y siderúrgicas de todo el mundo empezaron a cerrar, porque había una sobreproducción y mucha competencia, no se pudieron adaptar a los cambios y terminaron extintas”, refirió el historiador.
Aunque los empleados de Fundidora, que por ese tiempo eran más de 7 mil sindicalizados, sabían que atravesaba por problemas económicos desde 1981, al ser paraestatal consideraron que estaría protegida.
“El 10 de mayo ya no pudieron entrar a las instalaciones y así se dieron cuenta que Fundidora había quebrado.
“Este impacto representó para las familias de la Fundidora un duro golpe a su economía, después muchos de los que eran trabajadores no se pudieron adaptar, algunos de ellos se suicidaron, otros se fueron a Estados Unidos y otros empezaron a trabajar de lo que fuera, porque hubo una estigmatización hacia los trabajadores”, dijo Alberto Castillo.
Esa estigmatización se debió a que el sindicato de Fundidora era identificado como rojo y otras compañías en la localidad tenían miedo de que sus empleados tomaran algo de la ideología de ese sindicato.
Así, luego de 86 años de historias, las llamaradas azules al oscurecer pasaron a la historia, el silbato dejó de sonar y con ello se cerró una parte del semillero industrial que había en Nuevo León.
Polémica
Uno de los acontecimientos más polémicos de la Fundidora fue la muerte de 17 trabajadores el 20 de noviembre de 1971, en un accidente laboral.
A decir del historiador Alberto Casillas, la Fundidora contaba con algunos equipos de protección personal para sus empleados, pero no todos optaban por usarlos debido a las altas temperaturas.
Ex trabajadores de Fundidora y sus familias todavía se reúnen para recordar ciertos aspectos de la compañía, su colectivo es Somos la Maestranza.
La semana pasada, familiares de ex empleados de Fundidora colocaron una placa conmemorativa de este accidente frente al lago Aceración, en Fundidora.
Marcaba la vida
Los silbatos de horarios de entrada y de salida que tenía la compañía daban una pauta para el día a día de la sociedad regiomontana, explicó el historiador Alberto Casillas, jefe del Archivo Histórico de Fundidora.
“Como en Fundidora se marcaba la hora de entrada y salida con un silbato y como se escuchaba en la ciudad de Monterrey, los maestros y los alumnos ya sabían los horarios de entrada y salida de la escuela por el silbato de Fundidora.
“También con el silbato de Fundidora los papás amenazaban al novio de sus hijas, porque tenían que llegar a casa antes de que sonara el silbato de las 10:00 de la noche”.
El historiador agregó que además había varias entonaciones y duraciones del sonido, lo que daba pautas a las familias de los trabajadores respecto a la jornada laboral.
Aunque ese sonido se dejó de escuchar en 1986 con motivo del cierre de Fundidora, en 2001 se inició el proyecto para hacer sonar el silbato durante el día, a manera de homenaje a todos los que formaron parte de esta historia de la industria de Nuevo León.
Hoy en día el silbato suena a las 08:00, 12:00, 13:00, 18:00 y 22:00.
Imagen y mensaje
Si bien es cierto que el elefante fue la imagen que caracterizó a Fundidora, tuvo al menos dos cambios importantes en su logotipo.
En una primera instancia, en 1925, se trataba de un elefante asiático, parado en sus cuatro patas, en actitud pasiva, que representaba la fortaleza y la resistencia del acero.
La llegada de empresas competidoras hizo que esta imagen se replanteara, pues, aunque seguían usando el elefante, la actitud cambió.
“El elefante africano, con una pata y la trompa levantadas simboliza a la empresa con una perspectiva agresiva, pues se acababa de reestructurar en la década de 1940.
“Pero antes de hablar de ese elefante africano, es necesario hablar de los inicios, pues en 1925 Adolfo Prieto crea el primer logotipo, que era un elefante asiático, pasivo, parado en cuatro patas, que representaba la fortaleza y resistencia del acero”, dijo Alberto Castillo.
El legado
Aunque la Fundidora de Monterrey dejó de operar hace 36 años, sus materiales sobreviven en obras nacionales y locales, como el Monumento a la Revolución y la antigua Escuela Álvaro Obregón, hoy prepa 3 de la UANL.
“El acero de Fundidora se usó para la construcción del Antiguo Palacio Legislativo, hoy Monumento a la Revolución (CdMx), la Cámara de Diputados (CdMx), la plaza o mercado 16 de Septiembre de Toluca, el edificio La Nacional también fue construido con acero de Fundidora, incluso se le consideró el segundo rascacielos de la Ciudad de México.
“Aquí tenemos la Escuela Álvaro Obregón (hoy prepa 3 de la UANL), el puente Félix U. Gómez, el condominio Acero, el hotel Monterrey”, refirió el historiador Alberto Castillo.
La empresa tenía una relación tan importante con las instituciones educativas que a partir de la década de 1950 donó libros tanto al Tecnológico de Monterrey como a la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Fundidora ofreció escuelas gratuitas para los hijos de los trabajadores a partir de 1907, de la mano de Adolfo Prieto, con lo que se adelantó a la creación de planteles basada en la constitución.
Zona recreativa
Aunque fue en marzo de 1988 cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto Presidencial sobre la expropiación de los terrenos de Fundidora Monterrey para la construcción de un parque-museo tecnológico-centro de exhibiciones, fue hasta 2001 que abrió sus puertas.
A decir del sitio web de Parque Fundidora, fue entre 1988 y 1995 que se determinó que estructuras se conservarían para dar lugar al parque y museo de sitio de arqueología industrial.
El parque Fundidora se inauguró el 24 de febrero de 2001, a fin de aportarle a la sociedad un lugar de esparcimiento.
Hoy en día, parque Fundidora mantiene su extensión original de 144 hectáreas, con el proyecto de conectarse con el parque España a través de una obra en el río Santa Catarina.
Además, posee 27 macroesculturas, 127 piezas de maquinaria y dentro de él se ubica el Museo del Acero Horno 3, con el cual los visitantes se pueden dar una idea de los trabajos que se hacían durante sus 86 años de labores.