El presidente del Patronato de la Universidad Autónoma de Hidalgo, Gerardo Sosa Castelán, es propietario de una hacienda y rancho en el municipio de Acaxochitlán en donde se dedicó a la actividad privada como empresario a la par de sus labores como funcionario de la casa de estudios.
Conocido como Hacienda Yemila, el predio se ubica en la carretera Tulancingo -Tuxpan a la altura del kilómetro 21, camino a Santa Ana Tzacuala en la zona boscosa de Acaxochitlán.
De acuerdo con Fernando R. M., ex administrador del sitio, se trata de un complejo bondadoso donde por más de dos décadas se ha trabajado la producción de manzana para la elaboración de jugo, así como la renta de un hotel boutique para eventos sociales.
El espacio cuenta con un hotel de 11 habitaciones y suites de corte colonial, con muebles y adornos que remontan a la época de las haciendas de principios del siglo pasado.
En sitios especializados para bodas, se promociona a Hacienda Yemila como un espacio ideal para la realización de eventos sociales.
Cuenta con dos grandes salones para 250 y 100 comensales respectivamente, así como una capilla del mismo estilo arquitectónico. También se ofrecen servicios con sala de juntas, un restaurante, un campamento y un bar.
El menú para bodas va de los 380 hasta los 580 pesos por persona y la renta del sitio para eventos alcanza hasta los 60 mil pesos en números redondos.
Rancho de manzanas
Fernando R. M. fue por mucho tiempo el hombre de confianza de Sosa Castelán en Hacienda Yemila. Hoy está en prisión acusado del homicidio de Gerardo Sosa Cravioto, ocurrido el 23 de febrero de 2019.
Desde su encierro en el Cereso de Pachuca, narra cómo “se levantó” Yemila para ser una unidad próspera de negocios de la familia de Gerardo Sosa Castelán.
Afirma que son 32 hectáreas de extensión en donde se producen manzanas rojas y rayadas que posteriormente son empleadas para la elaboración de jugo con empresas embotelladoras y artesanales en el municipio de Zacatlán, en el estado de Puebla.
Tan solo en 2018 se produjeron 120 mil litros de jugo de manzana en Yemila, mismo que se vendía a 11 pesos el litro a los productores poblanos e hidalguenses para su venta.
En total 16 campesinos y sus familias laboraban hasta antes de que Fernando R. M. presentara su renuncia, como él dice, previo al homicidio Gerardo Sosa Cravioto.
Un año después, el 23 de febrero de 2020, Fernando fue detenido en Pachuca la mañana de un domingo cuando se encontraba en la casa de su suegra; fue arrestado con lujo de violencia y acusa que se le sembró un arma, “como con la que mataron al hijo del licenciado Gerardo”.
De acuerdo con el desahogo de la audiencia inicial, Fernando era trabajador de Gerardo Sosa Cravioto en el rancho Yemila y había renunciado dos semanas antes de los hechos.
El 23 de febrero del 2019 cuando Sosa Cravioto se dirigía hacia su rancho en su camioneta Ford, color gris, el Ministerio Público acusó a Fernando de haber disparado en cinco ocasiones al hijo del presidente del Patronato de la UAEH con un arma calibre 45.
Desde hace seis meses, amigos y familiares comenzaron una campaña en redes sociales y en calles de los municipios de Pachuca, Tulancingo y Acaxochitlán, en la que “informan” sobre la verdad de lo hechos con el hashtag #FerNoLoMató.
“Con respecto a la detención de Gerardo Sosa, resulta claro que la acusación en contra de Fernando R. M. es producto de situaciones indebidas. No es justo incriminar a un inocente para ocultar la ineficiencia de autoridades o por actos de corrupción”, escribieron los familiares que administran las redes en defensa del acusado.