Moreno hoy sonríe porque durmió seis horas. Son las 10 de la mañana y está realizando su segundo servicio a bordo de la grúa que maneja. No es una jornada común, pues él duerme, en promedio, solo unas tres horas por día: la condición de su trabajo es que, si suena el teléfono, él se tiene que levantar para transportar coches descompuestos allí a donde lo manden.
¿El origen y el destino? Da igual, pueden ser en la Ciudad de México, Chiapas, Hidalgo, o cualquier otro lugar del país. A él le pagan poco menos de 2 mil pesos por semana por hacer ese trabajo y no importa si ha descansado o no, o si arriesga su vida y la de otras personas como consecuencia del cansancio.
Esa es la paga que recibe por extenuantes jornadas que muchas veces incluyen trabajar en sábado y domingo. Aun así, él lleva ya más de tres años en esta empresa, legalmente constituida, que le da un empleo seguro. Antes fue albañil y en ese oficio no sabía si a la semana siguiente tendría trabajo o no.
“Hay mucho desempleo, y esta es una forma de vida digna”, cuenta a MILENIO, con las manos al volante.
Comienza el trayecto. Dentro de la grúa hay una estampa con indicaciones sobre qué hacer si el conductor llegara a ser víctima del cansancio extremo. Una de ellas dice que se detenga inmediatamente; otra, que llame a un teléfono de emergencia para reportar la situación; la última, que descanse.
–¿Recibes asistencia si llamas a ese número?
–No (y ríe). Responden en la cabina, te dicen que te tomes un café y que sigas trabajando.
–¿Y si realmente te estás durmiendo?
–No importa, te tomas un café o un refresco y a seguir, cuenta resignado.
En una ocasión, después de haber trabajado durante tres días seguidos y en los que no pudo dormir ni un solo instante, sí que se quedó dormido durante un momento mientras conducía. Fue el ruido de la grúa “saltando” lo que lo despertó. Unas piedras en el camino hicieron que, al pasar sobre ellas, el remolque comenzara a vibrar y a hacer ruido. Moreno dio un volantazo y siguió su ruta.
En la actualidad, muchas de las empresas que prestan estos servicios realizan pruebas aleatorias de dopaje a los conductores, para evitar que consuman estupefacientes. Pero, al parecer, no siempre fue así. El protagonista de esta historia cuenta que, antes de que se intensificaran esas pruebas, él sí vio a compañeros suyos “dándose un pericazo”. Sin embargo, hoy ya nadie en su entorno cercano lo hace, pues el riesgo es demasiado y es un trabajo que realmente necesitan.
Robos, peligros
Por otra parte, Gordo, de 40 años, también conductor de grúas, habla sobre los riesgos de su oficio. Él trabaja en una empresa distinta a la de Moreno, gana cerca de 3 mil pesos a la semana, pero tampoco duerme mucho, ya que vive en Zumpango y uno de sus destinos regulares es Cuernavaca.
“Llevar una vida en pareja en este trabajo es difícil, los horarios son duros y necesitas a alguien a tu lado que te apoye de verdad. Hoy dormí tres horas”, relata, en un día de trabajo que coincide con el cumpleaños de su esposa.
“Nací en la Colonia Obrera, me sé defender, pero a compañeros míos sí los han robado y golpeado”, cuenta. Además de zonas tradicionalmente inseguras como Ecatepec o Tecamac, o algunas calles del centro de la capital, Gordo destaca a Cuernavaca como un lugar en el que la inseguridad y los robos a transportistas como él se ha disparado. “Depende de la zona, pero ya tienes que ir con mucho cuidado. Si alguien sospechoso se te acerca, rápido tengo que reportar la situación. Antes, en esa ciudad, no se veía eso y ahora, en cualquier momento te pueden sacar una pistola para robarte cosas del coche remolcado”, añade.
–¿Qué es lo más peligroso que has vivido en este trabajo?
–Lo más grueso lo vi en Santa Marta Acatitla, pero no te lo voy a contar. Si el servicio es por allí, pido que lo cancelen o que manden a alguien más. Lo que sí te digo es que si tú te metes allí, ningún policía se metería a ayudarte.
Luego cuenta que el caso del ladrón de vehículos en la alcaldía Benito Juárez, que lo hacía utilizando una grúa, no es el único.
“Ya hemos sabido de compañeros, de otras empresas, que les han robado la grúa. Y las usan para eso, para robar y desaparecer coches”.
Entre enero y noviembre de este año, en la Ciudad de México se han reportado casi 12 mil coches robados. Y, según datos de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), entre septiembre de 2021 y septiembre de 2022, fueron robados 60 mil 905 vehículos asegurados en el país. Pero el número real es mucho mayor, ya que según la misma asociación, sólo uno de cada tres coches tiene seguro.
Gordo dice que la vida a bordo de una grúa es como la calle misma: hay que estar alerta siempre y no confiar en nadie.
Grúas legales y apócrifas
Moreno trabaja para una empresa contratada por aseguradoras para prestar servicios de transporte de vehículos tras un siniestro. Es decir, la aseguradora, al momento de necesitar de una grúa, busca cuál es el operador más cercano, que ofrezca el mejor precio, y a ese es al que llama. Pero el limbo de empresas operando en el país es grande y eso permite muchos grises al momento de analizar el fenómeno.
Al teléfono está Enrique Dueñas, presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Mexicanos de Grúas (AGRÚAS), un colectivo que agrupa a empresas de todo el país que suman 3 mil grúas (de las 11 mil 646 registradas en la Estadística Básica del Autotransporte Federal, de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes) que ofrecen este servicio y que garantiza tanto la calidad del transporte como la seguridad y condiciones laborales de los operadores de los vehículos.
Él desmenuza la problemática por la que sufren personas como Moreno y Gordo (menores salarios, pese a estar en empresas legalmente constituidas, debido a que las compañías que no cumplen con la ley pagan mucho menos y reducen la oferta salarial), y, en resumen, dice que debido a la falta de apoyo de las instituciones, han proliferado las microempresas de servicios de grúas que no respetan los derechos laborales ni cumplen con las normativas básicas como la exigencia de una licencia federal para la conducción de grúas a los operadores.
“Desafortunadamente, las autoridades se han relajado mucho al respecto. Por ejemplo, aquí en Jalisco, en muchos casos no se cumple lo que la ley indica, y por eso han proliferado grúas apócrifas”, opina Dueñas.
En pocas palabras, se refiere a grúas blancas sin logotipo, o razón social.
“Son grúas fantasma que ponen en riesgo al cliente. Esas son las que roban coches, o que durante el transporte los han maltratado por no tener ni experiencia, ni la menor garantía de seguridad. Mucha gente, por ahorrarse cien pesos, contrata estos servicios que no son profesionales y, al final, les sale más caro”, añade.
No existen datos sobre el número de las grúas fantasma, pues no tienen registro alguno, y circulan o con placas particulares o, directamente, falsas. Lo que sí sabe Dueñas es que el número de este tipo de vehículos apócrifos se ha disparado y, como él lo sentencia, “la situación es alarmante”.
Para él, lo que hace falta es un apoyo institucional para la formación de los conductores. Exige que la creación de la carrera de operador, con especialidades en grúa o pipa, por ejemplo, en institutos tecnológicos.
“Eso ayudaría mucho, porque en ocasiones es necesario rescatar vehículos que transportan líquidos o materiales muy peligrosos y explosivos. Es muy importante la formación”, añade.
Por otra parte, Dueñas es consciente de los salarios de los trabajadores y de los horarios. Respecto a lo primero, sostiene que las empresas que conforman su asociación pagan 2 mil 500 pesos a la semana a un ayudante de grúa, 5 mil pesos al operador de grúa chica, y a aquellos de grúa grande (tipo D) hasta 10 mil pesos a la semana. Además, claro está, de prestaciones como seguridad social, o seguros médicos privados dependiendo de la empresa. Aún así, el experto reitera que los horarios de trabajo pueden ser extenuantes debido a que en el sector se trabaja las 24 horas del día los siete días de la semana.
Otro problema que destaca es el de la actual falta de conductores. ¿La razón? No todos los aspirantes cuentan con la licencia correspondiente para conducir grúas (un elemento imprescindible en las empresas que conforman AGRÚAS), y es por eso que se marchan a las microempresas fantasma.
No obstante, Dueñas considera que en un par de años el 50 por ciento del parque de grúas del país ya esté adherido a su asociación nacida en 2019. Hoy, tiene el 20 por ciento.
Moreno agradece por el trabajo que tiene, pero no descarta buscar otro que le permita pasar más tiempo con su esposa. Su sueño es formar una familia, pero ahora, debido a las extensas jornadas y el bajo salario, no se lo plantea.
Gordo también agradece su trabajo, agradece las propinas, y dice que seguirá hasta que el cuerpo aguante.
ledz