Guadalupe Taddei Zavala tiene 30 años dentro del sistema electoral y defiende ese lugar. Responde sin titubeos: su apellido y las decisiones personales, vínculos, preferencias políticas o empleos de su familia, no la definen. Su carrera inició antes de que Morena siquiera existiera.
El azar la convirtió en la primera mujer que presidirá el Instituto Nacional Electoral y quien llevará las riendas y la responsabilidad de organizar la elección que definirá a la próxima Presidencia de la República. La más polémica, la más politizada y polarizada.
Taddei. Es su apellido el que la persigue. Tiene al menos seis familiares relacionados con los gobiernos morenistas. Su padre, un primo, parientes cercanos y otros más lejanos, repartidos en direcciones paraestatales, como superdelegados de los gobiernos de la cuarta transformación, en diputaciones locales de Morena y otros en distintos niveles de áreas o programas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
En la entrevista que tuvo ante el Comité Técnico de Evaluación, decisiva para entrar en la quinteta de finalistas para la presidencia electoral, se le preguntó al menos dos veces lo mismo. No titubeó, no dudó, no es la primera vez que su apellido la pone contra la pared:
“La cuestión del apellido, sí, cuando llegué de presidenta del Instituto Electoral de Sonora es algo que también me cuestionaban. Pero mi vida ha sido en el servicio público y que es algo que me apasiona, desde mucho tiempo antes de que existiera el partido que está ahora en el gobierno. Y hay pruebas fehacientes de que mi independencia e imparcialidad ha existido.
“Formo parte del instituto desde su nacimiento, el apellido no es el que decide el comportamiento del individuo, yo vengo de una familia que es extremadamente multicolor. Tengo en la familia quienes están nombrados por el actual gobierno, a los cuales respeto profundamente, pero también ha habido en gobiernos de otros colores. El respeto de unos a los otros, incluso ha sido básico para poder convivir en familia”.
Hace tres décadas, la próxima presidenta del INE, originaria de Sonora, entró en el sistema electoral que estrenaba su independencia del gobierno en el entonces Instituto Federal Electoral (IFE). En su trayectoria está haber laborado el Centro Regional de Cómputo en Chihuahua y Durango; fue directora del Sistema Nacional de Consulta Electoral; vocal del Registro Federal de Electores en la Junta Local Ejecutiva de Sonora; consejera presidenta del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana en Sonora de 2014 a 2021 y actualmente es comisionada en el Instituto Sonorense de Transparencia.
Como presidenta de la autoridad electoral de Sonora, arbitró dos elecciones de alternancias con tres gobiernos de tres partidos distintos. En el 214 le tocó el último periodo del panista Guillermo Padrés; después encabezó la organización de la elección de la alternancia con la que volvió el PRI con Claudia Pavlovich, tras los escándalos de corrupción panista; y en el 2021, arbitró la contienda donde Morena llegó por primera vez al poder en esa entidad, con Alfonso Durazo.
“Han sido tres procesos en los que me tocó estar al frente y ninguno se judicializó y fueron alternancia. Es la ciudadanía la única que premia o castiga. Cuando se hace la pregunta ¿y usted a quién le va? Nosotros estamos en la parte neutral y para que la gente salga a votar, independientemente de por quién sale a votar”.
Guadalupe puso sobre la mesa “garantía total” de su imparcialidad, pues insistió en que su experiencia “no comienza con este gobierno, viene de mucho tiempo atrás y siempre he sido una persona que antepone su servicio profesional”.
Detalló que estos 30 años de experiencia electoral la llevaron a ser parte del inicio de la creación de una credencial de elector confiable, de un padrón electoral sin manipulación del gobierno, de la implementación de la reforma electoral del 2014, de que su entidad viera a la primera mujer gobernadora y a un congreso local paritario.
Ofreció que de llegar al Consejo General impulsaría la paridad, los temas de género y de inclusión, y la fortaleza de los Organismos Públicos Locales Electorales, de donde ella viene.
Como un “clásico” para las mujeres que llegan a los mandos de decisión, el estigma de lo que han decidido los integrantes de su familia, pesa sobre ella y opaca su carrera. El presidente López Obrador remató en la especulación, al señalar que conoce a su familia y que ella sería “incapaz de actuar como Lorenzo Córdova”, lo que reforzó la versión de su cercanía con el gobierno federal.
No hubo consenso para que ella fuera respaldada por todos los partidos políticos. Una integrante del Comité Técnico la calificó como perfil no idóneo porque está en duda su imparcialidad, y el PAN amagó con que irá a los tribunales a impugnar su designación. Pero la suerte la puso ahí, la tómbola la eligió.
A partir del próximo 4 de abril, será el trabajo de Guadalupe, una Taddei de Sonora, el que hable con hechos sobre la neutralidad de su gestión, pues está en juego no sólo la imparcialidad que garantizó, sino también la equidad del arbitraje electoral en la que será la batalla más reñida de los últimos tiempos: la silla presidencial.
EHR