Con más de 10 años de experiencia y a uno de que concluya su encargo en el Instituto Nacional Electoral (INE), Benito Nacif Hernández (Matías Romero, 1965) es un servidor público de tiempo completo, vocación que ha tenido que balancear con la de ser papá de Sofía y Carol, de 19 y 15 años, respectivamente, así como la de ser esposo de Elia: a su familia, que siempre lo ha apoyado durante su larga trayectoria por el organismo electoral, la que tiene presente en su oficina a través de cuadros y fotografías que le han regalado.
Durante más de una década, Nacif no solo ha destacado por su labor en el INE, que incluye cinco procesos electorales y algunos recursos polémicos, sino también por su habilidad como panadero.
Su principal pasatiempo es estar con su familia y amigos, sobre todo los momentos que tienen que ver con las creaciones que logra en la cocina...
¿Qué hace cuando no está atendiendo el trabajo del INE?
Me gusta mucho pasar tiempo con mi familia y amigos. Algo que reúne a la gente y le da un toque muy especial es la convivencia alrededor de la comida, así que cada vez que podemos organizamos comidas y preparamos varias cosas.
Me gusta hacer paellas, es como un experimento científico en donde existe la intriga de cómo saldrá todo al final. Me encanta estudiar los pasos que tienes que seguir, hacer la compra de todos los ingredientes, ver lo que le tienes que poner y lo más agradable de todo es compartirlo con tu familia, con tus seres queridos, con tus amigos.
¿Alguna vez quiso ser chef?
¡Nunca! Alguna vez pensé ser abogado, pero terminé estudiando Ciencias Políticas, porque es algo que me llamó mucho la atención. Soy muy afortunado, hago lo que estudié, como administrar asuntos públicos, soy un profesional de eso y se ha convertido con el paso del tiempo en una vocación.
¿Sabe que es famoso en el instituto por los panes que hornea?
Fueron de los experimentos que empecé hace muchos años, me junté con un compañero y empezamos a buscar diferentes formas, la verdad es que fue muy divertido mientras lo hice. Ya no lo hago, he pasado a otras cosas y ahora mi esposa es quien hornea, de hecho ha montado un pequeño negocio relacionado con la panadería artesanal.
Empecé con asados de carne, pollo y pescado; después, en algún momento, se me ocurrió ver qué pasaría si hacía pan con ese mismo proceso, me puse a estudiar y al final descubrí un montón de cosas. Fue muy divertido aprender cómo trabajan las levaduras, es un mundo en el cual estuve inmerso para satisfacer mi curiosidad.
¿Cómo logra compaginar el trabajo con la familia?
Es algo que todos debemos hacer, encontrar el equilibrio entre la vida familiar y el trabajo, y tratar de que una parte no se imponga a la otra. Lo cierto es que disfruto mucho lo que hago, pero también me gusta pasar tiempo con la familia y con los amigos.
Ese equilibrio no siempre es el mismo, no tengo un trabajo de 9 a 5, pero trato que no se convierta en uno de 24 horas y que sea de siete días a la semana. Trato de llegar a casa antes de que mis hijas se vayan a la cama para poder convivir con ellas.
Está por cumplir un récord en el INE, ¿no se ha aburrido?
Marco Baños y yo somos los que más tiempo hemos permanecido como consejeros electorales, pero es un trabajo lleno de muchas satisfacciones. También han existido momentos difíciles, cosas en las cuales hubo que ser pacientes, aunque después, con el paso del tiempo, maduraron proyectos que se tradujeron en resultados. Es un trabajo muy intenso, pero es fascinante.
¿Qué le dicen sus hijas sobre su trabajo y de la exposición que tiene en los medios?
El hecho de ser consejero te convierte en figura pública, y yo llevo ya poco más de 10 años siendo consejero. Lo cierto es que mis hijas crecieron acostumbradas, aunque tengo anécdotas de cuando eran muy pequeñas y me veían en la televisión... cuando la toma se interrumpía y pasaban a algo más, era cuando preguntaban por su papá.
¿Ahora que termine su encargo, qué piensa hacer?
Por lo pronto, retomar mi carrera académica: me gusta investigar, aprender, escribir y opinar cuando estoy seguro de lo que voy a decir.
¿Habrá más tiempo para cocinar?
Creo que lo que le dedico es suficiente, pero debo confesar que hay cierta injusticia actualmente, porque parte de mi trabajo es hablar con personas, construir acuerdos y comunicar, y para todo se requiere de reuniones y muchas de ellas ocurren en la comida. Nunca como en la casa y los fines de semana mi esposa y mis hijas quieren salir y yo quiero estar en la casa; entonces, eso se convierte en parte de la negociación con la familia, me reivindicaré.
¿Qué está leyendo?
Churchill: Walking with destiny, de Andrew Roberts.