Jesús Hernández Martínez operó como un contralor “cuate”, palero del gobernador Jaime Rodríguez Calderón y como figura decorativa que solapó la corrupción en el gobierno de Nuevo León, consideró la diputada Mariela Saldívar.
En entrevista telefónica, la legisladora local, integrante de la Comisión Anticorrupción y vicepresidenta del Congreso del Estado denunció la opacidad y omisión en la actuación del ahora jefe de la Oficina Ejecutiva del gobernador.
Señaló que no hubo respuesta ante escándalos evidentes como las irregularidades en la recolección de firmas, el sueldo de la suegra de Rodríguez Calderón y la compra fallida y millonaria de un dron.
“El comportamiento de Jesús Hernández al frente de la Contraloría es ese típico comportamiento de un contralor cuate, ¿por qué? Porque cuando son figuras tan cercanas del gobernador dejas de investigar y sancionar tanto a empresas como funcionarios públicos. Desde la época de Jesús Hernández se dejó de publicar el padrón de funcionarios sancionados por la administración pública estatal.
“La ley ya se modificó, a partir del 7 del julio del 2019, lo que hay que hacer es respetar la ley, el problema de la Contraloría es la complicidad del Congreso para con el gobernador y sigue nombrando contralores cuates; mientras que no se respete la ley y el cambio de la ley ya se hizo, es altamente redituable tener contralores cuates y amigos como paleros y figuras decorativas que no dan resultados y que solapan la corrupción”, cuestionó la legisladora de Movimiento Ciudadano.
MILENIO Monterrey publicó que los 13 meses de Hernández Martínez al frente de la Contraloría del Estado pasaron sin pena ni gloria ante presuntas omisiones en su actuar, al no detectar irregularidades ni aplicar sanciones a firmas proveedoras que hayan cometido cobros indebidos al gobierno independiente.
La diputada Saldívar indicó que a nivel nacional y local se hicieron reformas a la Ley de Responsabilidad Administrativas para poner candados en la elección del contralor, pero de nada han servido en Nuevo León.
“Es como que la enfermedad de las contralorías, cuando son cuates del gobernador se convierten en figuras decorativas y burocráticas que no dan resultados”, dijo.