Por: Ricardo Bada
Ilustración: Ricardo Figueroa, cortesía de Nexos
Unas sesenta veces aparecen mencionados Holanda, el idioma holandés y/o los holandeses en la correspondencia de Julio Cortázar, y con la siguiente selección pretendo aproximarnos al tema poniendo algunos buenos ejemplos. El primero de ellos, y el primero de todos, se encuentra en una carta del 10 de abril de 1940, cuando desde Chivilcoy, en la provincia de Buenos Aires, les escribe a dos amigas, Lucianne Chavance de Duprat y su hija Marcela Duprat, que fue compañera suya en el Instituto de Bolívar, de la misma provincia: “¿Han leído ustedes la Introduction à la peinture hollandaise, de Paul Claudel? Es un librito delicioso, verdadero paseo por un aire de tulipanes y lejanos molinos, con las sombras augustas de Hals, de Rembrandt, de los Van Eyck…”. Luego, el 31 de julio, sólo a Lucianne: “Hoy debo contestarle. Y no crea que me falta el clima adecuado. Es un día gris, hace frío: escenario de pintores holandeses. Luz fría, pero cordial”.