En una pequeña aula de la escuela Gerónimo Treviño, 15 personas permanecen en silencio.
Son los funcionarios de casilla, todos habitantes de la comunidad de Icamole, en las afueras de García. La aparente quietud es solo eso, las urnas de votación para la casilla básica lucen repletas pues más de cien personas han votado y apenas eran las 13:00.
Hay un cielo azul claro y un ligero viento mece a las ramas de los mezquites. Josefina Casas toma un descanso, tendrá que caminar unas calles para llegar a su domicilio después de votar.
“Pues aquí la pasamos, con mucho calor”, dice mientras se retira tomada del brazo por su hija.
A diferencia del barullo y caos vehicular que se registró en las miles de casillas ubicadas en el área metropolitana de Monterrey, en la marcada con el 273 de Icamole la serenidad imperó.
Más tarde, don Rafael Álvarez sale de votar. Su nieta, una niña de seis años, no pierde el tiempo y de inmediato le pregunta: “¿Por quién votaste, abuelo?”.
Junto a su esposa y la nieta, vienen desde García pidiendo raid. Ellos viven desde hace 25 años en el ejido El Milagro, a una hora de Icamole, en donde se dedica a la talla de la lechuguilla, extrayendo la fibra del ixtle.
“Hay que votar, a ver si hay un cambio. En todas (las elecciones) hemos venido a votar, es un deber que tenemos como ciudadanos”, menciona, mostrando su dedo pulgar marcado con la tinta indeleble.
En el mismo sentido se manifiesta Jaime Ramírez Flores, agricultor con 63 años y quien se dedica a la producción de sorgo, maíz y avena, solo para la venta local, según explicó.
De igual forma va acompañado por su nieto pues dice “hay que irlos enseñando a cumplir” con acudir a votar en las elecciones.
“Siembra uno nomás lo que puede, pero si hubiera ayuda por parte del gobierno pues nombre, ¡olvídese!. Hace falta un gobierno que apoye el campo, hay muchas necesidades”, explica Jaime.
Los funcionarios de casilla siguen en silencio. Preguntan cómo está la cosa en Monterrey, en García, que si hay mucha gente votando o si no ha habido robo de casetas.
“Aquí ha venido mucha gente, ¡mire, van más de cien votos!”, explica un hombre quien lleva la lista nominal.
Las calles del pueblo están tranquilas, difícilmente pasa un auto que rompa con la serenidad y hasta en la plazoleta de la ex Hacienda del Llorón de Icamole hay un silencio que hace parecer que se ha detenido el tiempo.