La Fiscalía General de Justicia del Estado de México indaga si al empresario Iñigo Arenas Saiz se le dio escopolamina, sustancia psicoactiva, en el bar Black Royce, de Naucalpan, donde falleció el pasado domingo.
Uno de los familiares directos que hizo el reconocimiento del cadáver y quien pidió reservar su identidad, dijo a las autoridades que no aceptaba que la causa de muerte fuera una broncoaspiración por ingesta de alcohol, como determinó el médico legista, pues aseguró que pudieron haber colocado alguna sustancia a la bebida del empresario.
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Por ello, los peritos solicitaron un estudio para buscar fármacos en la sangre de Arenas Saiz.
Al inicio la muerte fue investigada por la Fiscalía Regional de Naucalpan, debido a que el cuerpo no presentó signos de violencia; sin embargo, con la petición de la familia se turnó a la Fiscalía de Asuntos Especiales.
Con base en las entrevistas recabadas y las investigaciones de campo y gabinete, las autoridades han establecido la hipótesis de presencia de escopolamina en la bebida de Arenas Saiz.
En entrevista con MILENIO, el médico cirujano Pedro Mojica explicó que este fármaco se receta para prevenir espasmos y dolores, pero la combinación con alcohol potencia el efecto en el sistema nervioso, lo que pudo haber sido detonante para que se presentara la broncoaspiración.
“La escopolamina es un medicamento que usamos como antiespasmódico, pero de la planta de donde se obtiene también se adquieren otras sustancias que son estimulantes del sistema nervioso central. No es la causa de muerte, pero sí pudo haber sido detonante, pues la dosis de alcohol potenció los efectos”.
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Robo en el República
El fin de semana, Javier Díaz, uno de los socios del club República, ubicado en Polanco, difundió un video en redes sociales para deslindarse del reporte, hasta entonces, de desaparición de Arenas. Se informó que el personal de seguridad sacó al hombre del centro nocturno porque supuestamente bebió en exceso y causó alteración.
MILENIO tuvo acceso a la sábana de llamadas y geolocalización del celular de Íñigo Arenas, que tienen en su poder las autoridades ministeriales.
El documento detalla que el iPhone11 emitió una señal de permanencia a las 23:05 horas del sábado 5 de agosto en el club y lo apagaron a las 00:54 horas.
Al darse cuenta que el móvil le había sido robado, aparentemente por uno de los empleados del República, Arenas pidió hablar con los encargados para comentarles lo sucedido, pero no le brindaron alguna solución, lo que desató el enojo de la víctima.
Arenas fue sacado del negocio para evitar escándalos y ya en el exterior se revisó las bolsas e hizo algunas señas con el objetivo de recuperar el equipo, pero no lo logró.
A las 06:41 horas el chip del teléfono fue colocado en un iPhone 13 mini, en la colonia Zona Urbana Ejidal Santa Martha Acatitla Sur, de la alcaldía Iztapalapa.
El equipo estuvo encendido por cuatro horas dentro del cuadrante que forman las calles Contador Público Aceves, Cayetano Andrade, Emilio Madero y avenida República Federal del Sur. A las 11:07 horas el chip regresó al teléfono original y 30 minutos después se le perdió el rastro de manera definitiva.
En la zona, los vecinos aseguraron que muchas personas trabajan como valet parking, meseros, cocineros o garroteros en los restaurantes de Polanco, Zona Rosa, Reforma y otras, pero que la mayoría renta cuartos, lo que dificulta su identificación.
Estructura del conglomerado
Los seis restaurantes del Grupo Gastronómico del Norte, del que forma parte el Black Royce, contrataban a extranjeras para atender a los clientes “en privados”, por los que cobraban hasta 20 mil pesos. Una ex colaboradora del bar, quien prefirió mantener su identidad bajo resguardo, explicó a MILENIO la estructura operativa del conglomerado.
Vía mensajes de texto, indicó que las edecanes ganaban hasta 5 mil pesos semanales, pero se salió de la estructura al notar que contrataban a colombianas y venezolanas, de entre 18 y 30 años, que tras algunos días no volvían a ser vistas.
“Una sola vez llegué a escuchar al señor ya mencionado (el dueño) que pedía mujeres ‘AAA’ a otra persona por llamada. Unas sí llegaban por su cuenta a pedir trabajo, otras llegaban en camionetas lujosas, las bajaban unos hombres y después se iban”.
Entre los clientes, informó, había políticos, servidores públicos, empresarios y personas que, supone, eran del crimen organizado.
El conglomerado, además de alimentos, ofrecía servicios sexuales. Explicó que no todas tenían acceso a las distintas áreas de los restaurantes, toda vez que la VIP era atendida por algunas colaboradoras que ofrecían privados y la zona era restringida.
Sobre si observó alguna vez que colocaran elementos ajenos a las bebidas (drogas), la colaboradora indicó que “no, pero se dice que sí las adulteraban”.
Según el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial los restaurantes de este grupo fueron registrados por una mujer el 5 de junio de 2022 con giros enfocados a la “preparación de alimentos y bebidas para su consumo”. Entre los datos de la titular se encuentra un domicilio en el municipio de Nicolás Romero, Estado de México.