En distintos estados del país, el transporte público está saturado en la llamada nueva normalidad. Algunos gobiernos establecieron el uso obligatorio de cubrebocas, pero otros no. En ciertas entidades se ampliaron corridas de autobuses para evitar saturación, pero hay rutas en las que es imposible guardar la sana distancia. El riesgo de un contagio en estas condiciones es amplio en casi todo el país.
Y así lo hizo ver desde el 12 de mayo el entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, al Consejo de Salubridad General cuando se aprobó el sistema de semáforo para la reapertura económica y se trazó el inicio de la nueva normalidad.
En el acta de la sesión de la que MILENIO tiene copia, se evidencia que Jiménez Espriú planteó el problema que iba a significar la movilidad entre los diferentes territorios, tanto del transporte federal, como del urbano. Consideró que deberían fijarse mecanismos de control y mitigación del riesgo y activarse acciones manteniendo la sana distancia con normas específicas y recomendaciones especiales.
Sin obtener respuesta en su primera intervención, más adelante insistió en que se establecieran recomendaciones específicas para el transporte público, para evitar que fuera el centro de contaminación o de contagio de las personas, debiéndose guardar una serie de restricciones importantes. Entonces obtuvo una respuesta.
El subsecretario Hugo López Gatell calificó el comentario adecuado, pertinente y de preocupación general. Consideró benéfico establecer criterios de prevención específicos para el espacio del transporte y pidió que se convocara a un grupo técnico de trabajo para ello, integrado por el IMSS, la Secretaría de Economía y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
A dos meses y doce días de esa reunión, aún no se informa nada de lo acordado en el mencionado grupo de trabajo, no hay reglas homologadas para el transporte público en el país y la ciudadanía sigue exponiéndose todos los días a un contagio en sus traslados.
ledz