Al cumplirse dos años de que los religiosos Javier Campos y Joaquín Mora fueran ejecutados por sicarios en la sierra Tarahumara, sacerdotes jesuitas lamentaron y se dijeron indignados por la violencia que se padece en algunas regiones del país provocada por el crimen organizado.
Durante una misa en honor a ambos sacerdotes jesuitas, José Méndez Alcaraz, socio del provincial de la Compañía de Jesús, dijo que esperan reunirse “pronto” con la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, para tratar este tema de seguridad.
“En marzo, como todos saben, se firmó el compromiso por la paz y la candidata electa habló de diálogo y de construir desde las coincidencias. Hoy le seguimos tomando la palabra para continuar este camino por la paz que tanto necesita México”.
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“Como Iglesia seguimos esperando que pronto nos podamos reunir con ella para analizar nuestros diagnósticos”, enfatizó desde Cerocahui, comunidad rarámuri enclavada en la barranca de Urique.
En la misa, a la cual acudieron familiares de los sacerdotes asesinados, el socio del provincial de la Compañía de Jesús se refirió en particular a lo que ocurre en Chiapas.
“No podemos cerrar los ojos ante el desplazamiento de miles de familias en Tila, Chiapas, así como los asesinatos, trata de personas y el reclutamiento de jóvenes, esto es inconcebible si queremos un México pacífico”.
“Frontera Comalapa también es una tierra sin ley y desde aquí abrazamos a nuestros hermanos jesuitas que siguen acompañando a esas comunidades”, subrayó.
Por su parte, Jesús Alemán Chávez, obispo de la región Cuauhtémoc-Madera, destacó que el homenaje del jueves 20 de junio era para “los miles de asesinados en nuestra Patria” y no sólo para los padres Gallo y Mora, como conocían a los religiosos ejecutados por Noriel Portillo, El Chueco, quien fuera líder criminal en la sierra Tarahumara.
“Hemos sido tocados en lo más hondo de nuestro ser, nuestros hermanos han sido asesinados: Paul, Gallo, Joaquín, Pedro, Angélica, Martincito, Daniel, Gabriel y una lista interminable”.
“Hoy estamos conmovidos y nuestro corazón indignado porque no podemos tolerar, no podemos aceptar la muerte de ellos, la sangre de ellos está clamando hasta el cielo justicia”, exclamó.
Durante su pronunciamiento, el religioso denunció que en la Diócesis de la Tarahumara y en la de la región Cuauhtémoc-Madera se ha derramado sangre “con toda impunidad”.
“Hacemos desde este lugar un acto de indignación ante esta desgracia humana, una indignación que se transforma en danza, en baile, en oración”.
“Las mujeres asesinadas, la angustia de las víctimas de secuestros, de asaltos, de extorsiones, las pérdidas de quienes han caído en la confrontación entre las bandas, que han muerto en el poder de la delincuencia organizada o han sido ejecutados con crueldad y frialdad humana”, subrayó.
RM