Se trató de un accidente anunciado. Sucedió a la espera de un viaje, cuando José Luis manejaba su motocicleta en una jornada de trabajo. Frente a su mirada, el auto frenó en seco provocando lo inevitable. Recobró la conciencia, se percató de la huida del auto responsable; no cuenta con seguro de moto, tampoco médico. Se dispuso a llamar a la aplicación, pero estar sin viaje y conectado, no es suficiente para una cobertura integral en lesiones físicas, debido a lo cual se vio obligado a pagar alrededor de 60 mil pesos en la operación por fractura de tibia y peroné.
En este sentido, ser un repartidor por aplicación se resume a trabajar bajo condiciones de invisibilidad en vista de que, pertenecen a la cifra de 12.9 millones de personas de la población ocupada que trabajan por cuenta propia sin ningún contrato escrito, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Así, no cuentan con los cinco esquemas de seguridad social, pero a diferencia del promedio de la población que es informal, se le exige el pago en contribución de impuestos, tal como de las herramientas para realizar su trabajo.
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A sus 46 años, José Luis se retrata a sí mismo “cansado, estresado y preocupado”, pero hasta ahora, no le cruza en mente dejar el empleo que representa su única fuente de ingresos desde hace cinco años. Reconoce que el principal atractivo recae en la flexibilidad de horarios, se traduce mayores ganancias que su trabajo anterior como carpintero, además de que en otro empleo no hubiese podido liquidar a tiempo la deuda que contrajo por su accidente.
Las ganancias se perciben por semana; sin embargo, son vulneradas en los pagos de servicios como es el de un contador particular para realizar sus declaraciones; mantenimiento de sus vehículos, plan de telefonía y la opción contributiva a una cuota diaria “menor a 40 pesos diarios” por pertenecer al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que entró en vigor desde septiembre de 2021, así como otros.
Pertenece a la empresa de reparto Uber, lo que se traduce a formar parte de los 200 mil socios -conductores y repartidores- que reportó la compañía en 2021; en un estudio más reciente, se reveló la cifra de 243 mil 794 repartidores por aplicación en el país, número que supera en habitantes alcaldías de la capital como Milpa Alta y que se asemejan en cantidad como la Magdalena Contreras. De modo que, en el estudio realizado por el Laboratorio Nacional de Políticas Públicas del CIDE y la Asociación de Internet MX, se pronostica que para 2025, el número se incremente a 85 mil más, es decir, un crecimiento del 35 por ciento.
En este contexto, entre las preferencias de usuarios mexicanos, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO), el 72 por ciento de las compras que se realizan en línea, se concentran en la categoría de “comida a domicilio” en apps de reparto que tienen su introducción al mercado desde 2015 con Cornershop; 2016 , Rappi y Uber Eats y 2019 DiDi Food , aplicaciones más descargadas y mejor posicionadas.
Aumento de precariedad y falta de regulación
Personas como José, pertenecen al modelo económico conocido como Gig economy, que el diccionario de Cambridge define como una forma de admisión a las plataformas digitales en la economía, en virtud de que “las personas tienen trabajos temporales o realizan trabajos separados, en lugar de trabajar para un empleador”, situación que deriva a la ausencia de la relación obrero-patronal al estar autoempleados.
Al otro lado de la línea, Máximo Jaramillo, codirector del Instituto de Estudios sobre las Desigualdades (Indesig) y coautor del informe “Este futuro no aplica” junto a Oxfam México, enfatiza que dentro de este modelo “las empresas ganan y los trabajadores pierden: implica aumento de precariedad y una falta de regulación”.
“Hay un costo del cual la empresa se está deslindando y alguien lo tiene que asumir, en este caso los trabajadores asociados a los negocios que están del otro lado de la relación comercial, así como el sobreprecio en los consumidores, quienes pagan comisiones”, detalla.
En el caso de Uber las personas repartidoras deben declarar al Servicio de Administración Tributaria (SAT) un impuesto del 8 por ciento que se les cobra de Valor Agregado (IVA) de la venta; ISR que pagan en porcentajes del 2.1 y 1 por ciento en ingresos generados y prestación de servicios -reflejado en viajes y propinas-, además de que se les retiene una comisión por el uso de la aplicación cada semana.
Según datos del informe Este futuro no aplica, el ingreso por hora para repartidores en Ciudad de México se estima en 53 pesos y poco más de 2 mil semanales (contemplando gastos de trabajo); aún más, “hay una tema de inestabilidad y vulnerabilidad de ingresos, así como la misma seguridad física para los empleados, el tema del acoso y discriminación que son problemáticas que viven los repartidores y atenta a sus derechos humanos”, explica el codirector de Indesig.
-Aquí en la aplicación te la juegas, dice Alexander, que de igual forma es socio conductor desde hace tres años.
“Hay restaurantes que no deberían ser groseros con nosotros los repartidores, porque les estamos brindando un servicio, nos niegan ir al sanitario, el estacionamiento en el restaurante: el otro día llegó un guardia (en una plaza comercial) y me sacó como delincuente. Yo no soy un delincuente para que me saquen”, señala.
Narra que dentro de su jornada evita el trabajo de noche para eludir zonas peligrosas; no obstante, ha tenido que dar dinero para no ser asaltado aún de día. Al preguntarle si se siente vulnerable en su trabajo, reconoce que el apartado vial es es lo más riesgoso, pues no hay un consenso de la aplicación en las vialidades por las que transitan los repartidores: “Salir por carril central con mi cilindraje (150 cc) es estar expuesto por los carros que van a más alta velocidad. Es más peligroso, arriesgas tu vida”.
-Y con el seguro, ese no lo pago -refiriéndose al programa piloto del IMSS- , por ignorancia, la aplicación no nos explica sus términos. No eres consciente de lo que puedes o no puedes hacer, a lo que tienes derecho y de lo que no: es incertidumbre.
Aún bajo el cumplimiento de las políticas de seguro, las aplicaciones en ocasiones incumplen. Es el caso de Alexander, que de manera paralela experimentó un accidente, y aún con un pedido por entregar, “me dijeron que me apoyarían, que iban hacer un reembolso de lo que me gastara en operaciones, pero a la fecha no he recibido nada”, por lo que se ha visto inmerso en un laberinto burocrático a través de correos sin respuestas certeras para realizar el reembolso.
A raíz de las denuncias y quejas de socios repartidores, la batalla por una regulación en aplicaciones de reparto no ha llegado a un consenso, tal es el caso que Luisa María Alcalde, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) , instó a la creación de un apartado en las Leyes Federal del Trabajo y en la General del Seguro Social para regular las condiciones de trabajo de los conductores del transporte por aplicación; sin embargo, a la fecha no hay una iniciativa concreta.
“El llamado es a las autoridades para que haya una regulación que debe ir de la mano de los y las repartidores; no se debe ignorar en su totalidad. Es un discurso que tiene que ir previo a una negociación y censos con ellos” (sic) , insiste el codirector de Indesig ante la problemática.
AMP