Los operadores de Morena iban y venían por los pasillos del hotel Hilton del Centro Histórico. Faltaban unos minutos para que su dirigente nacional, Mario Delgado, saliera a dar un mensaje en el que aseguraba que habían triunfado en cinco de los seis estados en disputa. Las sonrisas de los jóvenes obradoristas no lucían tan distendidas.
Las dudas sobre los resultados en Durango y Tamaulipas flotaban en el ambiente. En voz baja, daban por perdido Aguascalientes y estaban convencidos de que habían arrasado en Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo.
A lo largo de la jornada las conversaciones fueron cambiando de tono. Al filo del mediodía presumían que sus encuestas de salida les daban la victoria incluso en Durango. Conforme pasaron las horas esa entidad y Aguascalientes aparecían cargadas a favor de la oposición, por lo que la algarabía fue tornándose en mesura. ¿Y Tamaulipas? El nervio político estaba a flor de piel.
La secretaria general de Morena, Citlalli Hernández, conversaba apacible desde un sillón del lobby del Hilton. Los jóvenes operadores se aproximaban, le daban información, recibían instrucciones y se retiraban. La senadora de 32 años iba ataviada de blusa guinda, pantalón de mezclilla y tenis blancos.
Estaba a cargo del cuartel general en lo que llegaba Mario Delgado, quien había ido a Durango. Acompañó a votar a su candidata a gobernadora, Marina Vitela.
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Los obradoristas decían entre broma y veras que este domingo no podían perder. Los seis estados en disputa son actualmente gobernados por la oposición. Aguascalientes, Durango, Tamaulipas y Quintana Roo del lado del PAN, mientras que Hidalgo y Oaxaca son controlados por el PRI.
“Hoy vamos a arrebatarle al PRIAN otros cuatro o cinco bastiones”, decían con orgullo.
Y es que Morena acudió a las urnas como el retador de una pelea de box que compite por nuevos cinturones. Cuatro trofeos son ganancia, como decían, ¿pero quién no quiere cinco preseas? Quizá por ello los ánimos del mediodía menguaron hacia el final de la tarde, cuando aún no se conocían los resultados oficiales.
En el búnker tricolor el ambiente era radicalmente opuesto. La explanada del espacioso Comité Ejecutivo Nacional —2 mil 800 metros cuadrados— lucía desierta. Contingentes de dos o tres personas recorrían los pasillos de vez en vez. Los edificios viejos, agrietados, mostraban su grisura. “México necesita la experiencia de los priistas”, señala aún una pinta gigantesca.
Una docena de coches descansaban en el estacionamiento y algunos murmullos salían desde el auditorio Plutarco Elías Calles. En la entrada que da a Insurgentes Norte, una señora recibía una pizza para algunos empleados que tuvieron que trabajar en domingo. El silencio era profundo.
Y es que el partido que gobernó invicto el México del siglo XX ha ido perdiendo aceleradamente posiciones en esta centuria. Pese a la derrota presidencial de 2000, el PRI conservó 19 gubernaturas en aquella ocasión. Veintidós años después solo tiene cuatro bastiones, de los cuales perdió dos este domingo.
Menguados, los tricolores irán a las urnas en 2023 para intentar retener Edomex y Coahuila. Pero, de no lograrlo, llegarán a la próxima elección presidencial sin ninguna entidad bajo su mando.
Los comicios en Durango pueden ser un respiro, porque en esa entidad fueron en alianza con PAN y PRD, así que quizá podrán decir que aún gobiernan en tres estados.
Los militantes del PAN, por su parte, enfrentaron estas elecciones con el ánimo de retener cuatro de los ocho estados que gobiernan. Su líder, Marko Cortés, fue el primero en mostrarse en los medios con ánimo de triunfo: aseguró que ganaron la mitad de las entidades en disputa. Aguascalientes y Durango con cifras firmes, en tanto que en Tamaulipas reconocían un resultado apretado.
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En las oficinas de Coyoacán, las batucadas y el baile se hicieron presentes. Los azules parecen convencidos de que la pelea en 2024 estará protagonizada por una alianza encabezada por ellos y otra coalición liderada por Morena. Las versiones de que el presidente del PRI, Alito Moreno, ya no les aporta mucho crecen entre los dirigentes panistas, quienes ponen de ejemplo el triunfo de este año en Aguascalientes y la victoria del año pasado en Chihuahua. En ambos casos compitieron sin los tricolores.
La mirada puesta en la próxima elección presidencial no es exclusiva del PAN. Desde el cuartel general de Morena, Mario Delgado aseguró que la próxima semana inicia la batalla por arrebatarle más bastiones estatales a la oposición.
El dirigente del partido obradorista comentó que el siguiente domingo harán un evento en Toluca para mandar el mensaje de que van con todo para ganar ese terruño —cuna del último presidente priista Enrique Peña Nieto— y echarse en la bolsa a Coahuila.
Desde el lobby del hotel Hilton, la serena algarabía de los morenistas presume haberle arrebatado otra tanda de bastiones al PRIAN. No arrasaron, no fue 6-0 como preveían, pero sí echaron a su saco otra tanda de gubernaturas que antes no tenían.
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