Emiliano Zapata Salazar, el defensor de la reforma agraria durante la Revolución Mexicana, fue asesinado el 10 de abril de 1919 en Chinameca, Morelos, en una emboscada que le tendió Jesús Guajardo, un supuesto desertor del ejército constitucionalista, pero su suerte quedó sellada casi un mes antes.
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El del 17 de marzo, el Caudillo del Sur responsabilizó públicamente al presidente Venustiano Carranza de la crisis generalizada que enfrentaba el país y le pidió que renunciara al cargo.
La carta, resguardada en la Colección Cuartel General del Sur en el Archivo General de la Nación, constituye para muchos un acto de insolencia política por la crítica al régimen, pero también por el tono.
Aquí te presentamos la misiva en 10 puntos que, a pesar de tener 100 años de historia, para algunos sigue vigentes.
1. “Como ciudadano que soy, como hombre poseedor del derecho de pensar y hablar alto, como campesino conocedor de las necesidades del pueblo humilde al que pertenezco, como revolucionario y caudillo de grandes multitudes, que en tal virtud y por eso mismo he tenido oportunidad de reconocer las reconditeces del alma nacional y he aprendido a escudriñar en sus intimidades y conozco de sus amarguras y de sus esperanzas; con el derecho que me da mi rebeldía de nueve años siempre encabezando huestes formadas por indígenas y por campesinos; voy a dirigirme a usted, C. Carranza, por vez primera y última”.
2. “Para triunfar fue preciso pregonar grandes ideales, proclamar principios, anunciar reformas”.
3. “Para hacer triunfar las reivindicaciones libertarias de la revolución, se necesitaba un dictador. Los procedimientos autocráticos eran inevitables para imponerse a una sociedad refractaria a los principios nuevos”.
4. “En el terreno económico y hacendario, la gestión no puede haber sido más funesta: bancos saqueados; imposiciones de papel moneda, una, dos o tres veces, para luego desconocer, con mengua de la República, los billetes emitidos; el comercio desorganizado por estas fluctuaciones monetarias.
“La industria y las empresas de todo género, agonizando bajo el peso de contribuciones exorbitantes, casi confiscatorias; la agricultura y la minería pereciendo por falta de garantías y de seguridad en las comunicaciones; la gente humilde y trabajadora, reducida a la miseria, al hambre, a las privaciones de toda especie, por la paralización del trabajo, por la carestía de los víveres, por la insoportable elevación del costo de la vida”.
5. “En materia agraria, ni los ejidos se devuelven a los pueblos, que en su inmensa mayoría continúan despojados, ni las tierras se reparten entre la gente de trabajo, entre los campesinos pobres y verdaderamente necesitados”.
6. “En la mayoría, por no decir en la totalidad de los Estados, los gobernadores han sido impuestos por el centro; en el Congreso de la Unión figuran como diputados y senadores criaturas del Ejecutivo y en las elecciones municipales los escándalos han rebasado los límites de lo tolerable y aun de lo verosímil”.
7. “Usted llamó con toda malicia, al movimiento emanado del Plan de Guadalupe, ‘Revolución constitucionalista’, siendo así que en el propósito y en la conciencia de usted estaba el violar a cada paso y sistemáticamente la Constitución”.
8. “Usted gobierna saliéndose de los límites fijados al Ejecutivo por la Constitución: usted no necesita de presupuestos aprobados por las Cámaras; usted establece y deroga impuestos y aranceles; usted usa de facultades discrecionales en Guerra, en Hacienda y en Gobernación; usted da consignas, impone gobernadores y diputados, se niega a informar a las Cámaras; protege al pretorianismo y ha instaurado en el país, desde el comienzo de la era "constitucional" hasta la fecha, una mezcla híbrida de gobierno militar y de gobierno civil, que de civil no tiene más que el nombre”.
9. “Usted ofreció y anunció que por medio de un régimen dictatorial que disfrazó con el nombre de Primera Jefatura, haría la paz en la República, mantendría la cohesión entre los revolucionarios, consolidaría el triunfo de los principios de reforma (…).
“Nadie cree ya en usted, ni en sus dotes de pacificador, ni en sus tamaños como político y como gobernante”.
10. “Es tiempo de retirarse, es tiempo de dejar el puesto a hombres más hábiles y más honrados. Sería un crimen prolongar esta situación de innegable bancarrota moral, económica y política.
“La permanencia de usted en el poder es un obstáculo para hacer obra de unión y de reconstrucción, escribió al jefe del ejército constitucionalista, quien ordenó a sus fuerzas perseguir y cazar al revolucionario.
Zapata no apoyó de manera directa el movimiento antirreeleccionista convocado por Francisco I. Madero, sino hasta que publicó el Plan de San Luis, que desconoció el gobierno de Porfirio Díaz y se comprometió a restituir las tierras a los propietarios despojados, principalmente indígenas.
El campesino nacido en Anenehuilco había iniciado su propia batalla para lograr la restitución de las tierras cuatro años antes del arranque de la Revolución Mexicana y logró victorias importantes para el movimiento.
El idilio entre Madero y Zapata terminó luego de que el primero rindiera protesta como Presidente y le solicitara deponer las armas.
Zapata se dio cuenta de que el reparto agrario no era una de las prioridades de Madero, sino la restauración de las instituciones.
OVM