“Para qué voy al bailable, si ya no tengo papá”, dijo Elizabeth, de siete años, a su madre Eloísa Rosales, quien ha tenido que asumir el papel de madre y padre desde la muerte de su esposo, Adrián Aguilar, por covid-19. “Apenas me estoy acostumbrando a mi nuevo rol”, reconoció.
La muerte de Adrián ocasionó severos estragos en el caso de la familia Aguilar, pues su ausencia no sólo repercutió en el ánimo de su esposa e hijos, ya que los roles se vieron modificados ante la falta del soporte económico que representaba él como jefe de familia: ahora ella tiene que hacerse cargo del hogar. “Me costó mucho asimilarlo. Nunca había trabajado; yo pensaba que nunca iba a tener que trabajar”, expresó Eloísa.
Luego de atender una llamada del Hospital del ISSSTE de Ixtapaluca en la que urgentemente solicitaban su presencia, Eloísa recibió en la madrugada del 18 de diciembre del 2020 el anuncio de la muerte de su marido.
A través de una enfermera, Adrián le mandó a decir a su esposa: “Yo sé que ya no voy a regresar. Fuiste el amor de mi vida”, palabras que, en una sala de espera repleta de pacientes y familiares, cambiaron por completo la vida de la joven madre de tres hijos, quien además de su hija Elizabeth, también tendrá que hacerse cargo de Sayuri y Adrián, de 12 y siete años, respectivamente. “Estoy asimilando que ahora yo soy la responsable”, admitió.
Eloísa, como miles de mujeres más en México, ahora forma parte de las nuevas paternidades que dejó la pandemia. Es madre y padre a la vez.
El Imperial College of London reporta que hasta abril del presente año, en el país son más de 215 mil 800 niños los que han quedado en la orfandad.
Por otra parte, la revista inglesa The Lancet detalla que México ocupa el primer lugar, entre un listado de 21 naciones, como el país en donde más niños han perdido a sus padres, pues en su estudio, de marzo de 2020 a abril de 2021, reporta que a nivel nacional fallecieron 97 mil 951 hombres padres de familia.
Aunque se carece de datos oficiales actualizados con relación al tema de la orfandad en México, la más reciente publicación emitida por el Instituto Belisario Domínguez, en septiembre de 2021, estima que en el país hay más de 131 mil niños y adolescentes que han padecido la pérdida de uno o ambos padres debido a la pandemia de covid-19; cifra que aumenta a 141 mil 132 si también se considera la pérdida de algún cuidador principal, como lo pueden ser los abuelos que eran cabeza de familia.
Datos del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias (DIF) indican que en la Ciudad de México hay 3 mil 101 menores de edad que quedaron en situación de orfandad al perder a uno, o dos de sus padres. Además, cifras del Inegi apuntan a que de las 250 mil muertes reportadas hasta ese entonces, marzo del 2021, el 42 por ciento eran jefes de familia.
A nivel mundial se estima que un millón 562 mil niños y adolescentes sufrieron la muerte de uno, o dos, de sus padres o cuidadores principales, de acuerdo con un artículo publicado por The Lancet.
Una de las inquietudes de Eloísa, además de proveer dinero al hogar, es la salud mental de sus hijos. Por ser la hija mayor, Sayuri fue la primera en recibir la noticia: “quedó deshecha, se aisló, no dormía. Lloraba abrazada de sus hermanos”, dijo.
El perder de manera abrupta a su padre, generó graves complicaciones a la salud mental de la más grande de los hermanos, pues, aunque mantenía una buena relación con todos sus hijos, había momentos particulares que Adrián dedicaba por completo a su hija; actividades como, por ejemplo, planear su próxima fiesta de 15 años. “A Sayuri le ha afectado muchísimo, tiene crisis. Cuando ve familias llora, por eso dejó de ir a la escuela, no quiere salir”, mencionó con angustia su madre.
Carolina Santillán Torres, académica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, advirtió acerca de las consecuencias inmediatas que los niños podrían presentar ante la pérdida por covid-19 de algún familiar con el que compartían la casa: "presentarán sintomatología ansiosa, depresiva, rezago educativo y abandono, porque muchos niños y adolescentes no regresarán a la escuela", aseguró la especialista.
La situación con el resto de sus hijos no ha derivado en problemas más severos; sin embargo, ellos no quieren participar en los festejos del día del padre. “Para qué voy al bailable, si ya no tengo papá”, le dijo recientemente Elizabeth a su madre. Queja que se suma a la también expresada por su hermanito Adrián, de cuatro años, quien le contó a su maestra que se encontraba triste porque "no tengo a quien bailar, porque mi papá está en el cielo".
Eloísa se enfrenta a otra encrucijada en este intento por retomar la batuta de sostén familiar: los periodos de ausencia con sus hijos por ir al trabajo.
“Me repetía a mí misma, tienes que trabajar; aunque eso signifique no estar con mis hijos. Claro que me preocupan. Ya se les fue el papá, y ahora no van a ver a la mamá, sin embargo, aunque pensaba que sin el brazo de mi marido no iba a poder, que era complicado, tenía que hacerme la fuerte con mis hijos”, expresó quien ahora es madre y padre de tres hijos pequeños.
JLMR