Una figura que fue perseguida por el poder, vigilada y quien sufrió la pérdida de familiares a cargo de Stalin, en la Unión Soviética, a principios del siglo pasado, pero que la poesía fue la fuente de su creatividad y quizá supervivencia, para dar a luz a “Réquiem”, uno de los grandes poemas de la literatura rusa, así es como Alberto Ruy Sánchez abre El expediente Anna Ajmátova, que presenta hoy en la FIL.
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¿De dónde nace esta inquietud por abordar a Anna Ajmátova?
El interés comenzó en 1970, desde hace mucho tiempo, cuando cayó el muro de Berlín y antes y después de la caída de la Unión Soviética, yo pude ir allá, visitar su casa, y a lo largo de los años fui conociendo más de este tema, y en mi libro Con la literatura en el cuerpo, uno de los temas es el deseo, el deseo femenino, y la otra es la relación entre los creadores y el poder.
¿Qué es lo que hace atractivo al personaje de Anna Ajmátova para llevarlo a la novela?
Siempre me interesó algo más que el caso de una creadora reprimida por un poder totalitario. Me llamó la atención la relación especial con Stalin, que la tiene a ella como una poeta preferida, pero al mismo tiempo odiada; Stalin era una persona que mataba mil, dos mil personas diarias, y a ella decide castigarla más que a nadie no matándola, sino dejándola vivir, y ser testigo del asesinato de su primer marido, la muerte por situaciones extremas económicas de la Unión Soviética el segundo y el asesinato del tercero. Y al hijo lo meten 18 años, en tres arrestos diferentes, a la cárcel.
Ella vive todo esto y aun así sobrevive.