La represión que fraguó la protesta

50 AÑOS DEL 68/ENTREVISTA/JOSÉ DAVID VEGA BECERRA*

Luego de los enfrentamientos del 26 de julio de 1968 los alumnos, tanto del Politécnico y la UNAM, se unen y se empieza a perfilar el pliego petitorio.

El ex representante de la Escuela Superior de Ingeniería Textil del Instituto Politécnico Nacional ante el Consejo Nacional de Huelga. (Javier García)
Francisco Mejía
México /

Ese viernes 26 de julio de 1968 fue una tarde calurosa. Caliente. “Empezamos a avanzar y que se nos dejan venir los granaderos con toletes y bombas lacrimógenas, los quisimos enfrentar; sin embargo, su fuerza era superior y empezamos a retroceder sin dejar de lanzarles los palos de las pancartas y botellas de refresco”.

Los estudiantes van sobre Juárez. “¡Fuera granaderos. No queremos represión. Fuera granaderos. Gobierno asesino!” Al llegar a San Juan de Letrán hay tensión, hacia el Zócalo se ven granaderos por todos lados.

Unos contingentes estudiantiles llegan hasta Palma y Madero y otros hasta 5 de Mayo y Filomeno Mata. Pero no, ya no se podía seguir y aparecen las primeras escaramuzas. El gas lacrimógeno entraba por los ojos y los que corrían lo hacían con alguna ropa sobre la boca y nariz.

Pero antes, a las 16:30, se llevaba a cabo “una marcha que salió de la Ciudadela rumbo al Casco de Santo Tomas y que protestaba por la violencia de los granaderos el 22 y 23 en las vocas 2 y 5, que era organizada por la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET) y de ésta ocurrieron dos desprendimientos de estudiantes que querían protestar en el Zócalo”.

La primera era la rebelión de los politécnicos contra esa organización fundada en 1937.

“La otra marcha estaba en el Hemiciclo a Juárez y era por el aniversario de la Revolución Cubana”, y no tenían pensado marchar al Zócalo.

En ese punto ambas marchas confluyeron. “Los que lograron llegar a Palma son golpeados, rechazados con toletazos, macanazos, gas. El contingente se dispersó por la Alameda y por calles aledañas, paralelas a 5 de Mayo. Los que logramos pasar por otras calles nos dirigimos a la zona de las preparatorias 1, 2, y 3. Esa noche hubo brigadas de estudiantes en el Zócalo. Los sacaron”. Eran alrededor de las 7:30 de la noche.

“El día terminó con grandes grescas. La respuesta más contundente de los granaderos ocurrió en la zona universitaria, muchos fueron golpeados, incluso los que salían de las preparatorias y que no sabían nada de las marchas ni de protestas, fueron golpeados por los granaderos”.

Estos eran comandados por el subjefe de la Policía Preventiva de la capital, Raúl Mendiolea Cerecero.

La respuesta fue inmediata, había coraje y las tiendas del centro, habían bajado sus cortinas. “Se tomaron las calles y se hicieron barricadas. A partir del 26 de julio se empezaron a delinear los espacios: tomamos camiones y se quemaron, así nos protegíamos de la agresión policiaca. Fue consecuencia de un acto represivo, irreflexivo”.

En esa misma noche del 26 integrantes de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED) lograron reunirse en un café por el rumbo de Insurgentes. Pero un soplón incrustado en sus filas “dio el pitazo y ahí detuvieron como a 20 dirigentes estudiantiles.

“La policía desplegó un operativo y tomaron por asalto las oficinas de la CNED y del Partido Comunista y el taller donde se imprimía La Voz de México. Ahí surge el planteamiento de que todo esto (la movilización estudiantil) tenía origen en una subversión comunista”.

Las notas periodísticas de la época narran: los granaderos sitiaron el barrio estudiantil de San Ildefonso, los aprehendidos suman cientos y se habla de tres jóvenes muertos. Los estudiantes se refugian en la prepa 1.

Un registro de politécnicos refiere que tan solo ese 26 de julio hubo ocho muertos, 500 heridos y 200 detenidos. La policía hablaba de 76 detenidos y el entonces regente Alfonso Corona del Rosal negó que haya habido muertos.

José David Vega Becerra fue representante de la Escuela Superior de Ingeniería Textil del Instituto Politécnico Nacional (IPN) ante el Consejo Nacional de Huelga (CNH) que se dio a conocer en los primeros días de agosto; él era el orador en el edificio Chihuahua en Tlatelolco cuando inició la balacera el 2 de octubre. Pero también formaba parte de la FNET y de la corriente que se rebeló a ésta en esa marcha del 26.

En entrevista con MILENIO recuerda: “Con la FNET en el Politécnico los líderes controlaban y decidían los pasos a seguir. Sin embargo, al interior había una línea oficialista y una democrática”. Cuando surge la bronca en las vocacionales el 22 y 23 de julio “ellos tratan de ser los representantes del descontento”. Pero los estudiantes se rebelaron.

La FNET “escogió ese rumbo de la Ciudadela al Casco y lo veíamos como manipulación. Cuando íbamos pasando por el Monumento a la Revolución un compañero, Efraín García Reyes, se subió arriba de un camión y denunció que esa marcha no era de protesta, que era un acto similar a una peregrinación.

“En ese momento surge el encontronazo con los líderes de la FNET. Lo bajan a pedradas y a mí me corretean por la plaza. La marcha continuó al Casco”. Pero hay desprendimiento de estudiantes que prefieren la marcha al Zócalo, alrededor de tres mil.

“Rompemos con la marcha y venimos al Hemiciclo. Nuestro sector estaba encabezado por el presidente de la Sociedad de Alumnos, Genero Alanís, cuando llegamos al Hemiciclo solicitamos la palabra a Arturo Martínez Nateras y pedimos solidaridad con los politécnicos que han sido golpeados.

“Es cuando se decide la marcha rumbo al Zócalo, universitarios y politécnicos, lo que significó el primer eslabón de unidad. En San Juan de Letrán subimos a un poste al mismo Arturo, quien hace la arenga de marchar directo al Zócalo”.

Para el también representante de la entonces prevocacional 4 ante el CNH, Carlos Armando Flores de Dios, lo que venía sucediendo en tan solo cinco días fue resultado del vacío que decidió el gobierno.

“Los directores de las vocas 2 y 5, Alberto Camberos y Raúl Enríquez Palomee, habían pedido cesar la represión, pero no les hicieron caso y siguió peor... los granaderos seguían correteado estudiantes, entraron a las escuelas golpeando”.

Joel Ortega, entonces integrante de la Juventud Comunista, recuerda ese 26 de julio de hace 50 años: “La gente del Politécnico protestaba por la madriza que les puso la policía en la Ciudadela y ambas marchas se juntaron aquí” en el Hemiciclo a Juárez.

“En la marcha empezaron a gritar los chavos: ‘Zócalo, Zócalo’ y se impuso la gente, no el dirigente. En la esquina de Madero y Palma había ya una inmensa cantidad de granaderos que empezó a golpear, la gente respondió, se metieron a las escuelas de San Ildefonso y empezaron a hacer bombas molotov, atravesaban camiones en la calle. lanzaban la bomba y se prendía el camión para defenderse de los granaderos.

“No podían sacar a los compañeros y por eso mandaron al Ejército”.

Para el 27 de julio los estudiantes toman sus preparatorias 1, 2 y 3 de la UNAM; hay enfrentamientos en otros planteles. El centro de la Ciudad parece campo de batalla y desde el 26 comienza a perfilarse lo que días después será el pliego petitorio.

Y el 30 de julio en la madrugada aparece otro actor que apunta hacía el portón de madera del siglo XVIII de la Preparatoria 1 y dispara...

Es el bazucazo...

*Orador en Tlatelolco cuando inició la balacera del 2 de octubre.

LAS MÁS VISTAS