Del lecho presidencial a porrista del EZLN: las garras políticas de 'La Tigresa'

La fallecida actriz llegó a revelar qué le decía Gustavo Díaz Ordaz sobre 1968. “Irma Serrano es un escándalo social de origen político”, decía Carlos Monsiváis.

Vida política de 'La Tigresa'. (Especial)
David Rodríguez
Ciudad de México /

Sería actriz de belleza irresistible y cantante de peculiar timbre, pero su leyenda se forjó en ese punto de intersección entre la sensualidad y el poder público. Como observaría Carlos Monsiváis: “Irma Serrano es un escándalo social de origen político… y eso lo cambia todo”.

Siempre cercana a los círculos del poder, Irma Consuelo Serrano Castro (1945-2023) presumía haber forjado fortuna económica, pero no mostraba menos orgullo de su cercanía con personajes de la cúpula política que de su carrera en los espectáculos, películas y canciones.

Sus amoríos con el presidente Gustavo Díaz Ordaz marcaron su destino. Parecía haber quedado prendada del mundo del poder político dominado entonces por el PRI. Al cabo se volvería opositora al tricolor, y alcanzaría una senaduría de catadura cardenista y, originaria de Comitán, hasta sería candidata a gobernadora de Chiapas.

De acuerdo con los registros parlamentarios, la senadora Serrano pugnó por la prohibición del maíz transgénico en el país y se implicó en la lucha zapatista.

En los años setenta, Carlos Monsiváis recogió un autoretrato en palabras del personaje (Amor prohibido, 1977):

“Para mí el sentido de la vida ha sido hacer lo que me dé la gana… Voy a decirte algo terminante, con esa modestia que no conozco: yo nací hermosa y voy a morir hermosa, todo lo mío es embotellado de origen, busto, cara, muslos, piernas… La belleza te sirve y tú le sirves. Yo me comprometí con mi belleza desde muy joven, una vez que estaba muriendo de hambre, llena de rencor e impotencia. ¡Esa noche juré que iba a ser rica, muy rica, riquísima! Y en veinte años lo he logrado. (...) No es un pecado, lo que es pecado es dejarte. Yo nunca dejo que me ataquen. Recuerdo que había un personaje, quién sabe cómo se llama… Él juntaba diariamente los periódicos que lo atacaban y con ellos empaquetaba los billetes que recibía gracias a esas notas adversas. Así estoy yo, me critican, me atacan, y voy metiendo dinero a mi cuenta de cheques… Mira esta esmeralda de 300 quilates. No pensarás que esto que tengo me lo gané trabajando. (...) Todo se lo debo a un señor, o a varios”.

Pero es otra la frase que de ella más se recuerda de La Tigresa: “¡Qué más da una raya más en una reputación como la mía!”.

Díaz Ordaz "sabía que se quedaría solo"

Irma Serano ingresó al lecho presidencial en 1969, cuando se hallaba en la gloria de sus 24 años. Su fama era incipiente, pero crecía, después de cinco películas, en las cuales comenzó su carrera en 1961. Díaz Ordaz llegaba ya a los 59, y tenía en sus manos las riendas del país.

La Tigresa llegó a conocer a fondo la catadura pública e íntima del poblano, y en la cúspide del mando. Según decía, el abogado teziutleco “rechazaba grotescamente cualquier regalo (...), no dejaba que lo alabara nadie (...), era seco, terminante, veía la vida con mucha crudeza”.

Irma Serano ingresó al lecho presidencial en 1969. (Fototeca Milenio)

Si a Serrano la marcó su relación con Díaz Ordaz, a éste lo marcó el movimiento estudiantil de 1968 y la masacre de estudiantes en Tlatelolco.

Sobre la decisión de Díaz Ordaz de implementar la embestida militar contra la masa estudiantil en la Plaza de las Tres Cultura, la noche del 2 de octubre de 1968 Serrano dijo a Enrique Krauze: 

“Él estaba seguro de que era el único camino y lo hubiera vuelto a hacer, aunque todo el mundo hubiera estado equivocado” (La presidencia imperial, Tusquets, 1997)

Y sobre el juicio público a las decisiones políticas relacionadas con el movimiento estudiantil, Serrano sabía que el mandatario tenía una lacónica convicción: “Él sabía que se iba a quedar solo”.

Consagración pública

En 1973, Carlos Monsiváis escribió un perfil analítico sobre Irma Serrano, que recogería en una de sus antologías, a propósito de sus encarnación de “Naná” (Emile Zolá) en el teatro Frú-Frú, que convocó a espectadores de las clases encumbradas del país.

Según Monsiváis, La Tigresa era un mito. La Tigresa “es lo que se dice de ella, lo que uno se imagina que se dice de ella, lo que ella supone que uno dice (...). Es (seamos jerárquicos) un fenómeno comercial y luego un desconcierto (artificiosamente) moral y una provocación (ciertamente) sexual. (...) Ha elegido como su personaje y su identidad legendaria a la cortesana, la ha vuelto su criatura y para el caso, queriendo o no, ha practicado el resumen de una tradición y ofrecido su propia sinopsis”.

Irma Serrano junto a AMLO. (Fototeca Milenio)

Para el cronista, Serrano era también símbolo de la revolución sexual: 

“En una sociedad sexista, para sobrevivir, la ‘mujer liberada’ debe machificarse". (...) Para “conseguir la individualización”, advierte el cronista, “debe probar el Método Serrano: la ‘mujer liberada’ debe aliar a la agresividad sexual femenina y la arrogancia social del hombre; será arquetípica, la hembra de pelo en pecho, el último de los bragados, cuando los hombres ya se ocultan tras las faldas”.

Zapatista y Cardenas

A los 49 años, con toda sus vidas a cuestas, Serrano renació en ese ámbito que le había aguijoneado desde su juventud: el poder político. Apareció en las inmediaciones de los partidos cardenistas (PMS, PSUM, PFCRN) al arranque de los 90.

Para 1994 contendió por el PRD a una senaduría por el estado de Chiapas. No fue candidata plurinominal, sino que salió a buscar el voto en su estado natal, acaso deseosa de poner en juego todo lo aprendido en casi cinco décadas de mirar desde la barrera las disputas políticas.

Alcanzó el segundo lugar y se ganó su escaño, como primera minoría. Desempeñó el cargo con intensidad. Presentó puntos de acuerdo, por ejemplo, para prohibir el ingreso y la comercialización de semillas transgénicas al país.

También pronunció encendidas arengas a favor del movimiento zapatista. en 1997 dijo en tribuna: 

“Al Ejecutivo federal y local no le parece importante lo que sucede en Chiapas. Esa situación podría tornarse en una guerra de guerrillas, porque en uno o dos meses empezarían a caer caras blancas. Se le escapó de las manos al gobernador el control por hacer guardias blancas con rifles de alto poder. ¿Cuándo ha existido paz y justicia si con un rifle se le pega por la espalda a un campesino?”
El paso político de 'La Tigresa'. (Fototeca Milenio)

Y pidió a las Comisiones de Gobernación, de Defensa Nacional y la Comisión de Concordia y Pacificación que celebrasen una conferencia con los entonces titulares de las Secretarías de Gobernación, Emilio Chuayffet Chemor, y de la Defensa Nacional, Enrique Cervantes Aguirre, en relación con la situación que prevalece en Chiapas.

La memoria parlamentaria registra 19 intervenciones en tribuna y en comisiones de La Tigresa.


EHR

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