Libros de texto gratuitos: vistos en el espejo de 6 décadas

Los ajustes hechos al material educativo por parte del Gobierno federal han provocado un acalorado debate entre quienes estána favor de una renovación y quienes afirman que hay carga ideológica; como siempre, la educación en el ojo del huracán.

La secretaria Sofialeticia Morales reveló esta semana que habría libros complementarios en NL. Especial
Héctor Benavides
Monterrey /

Los ajustes hechos al material educativo por parte del Gobierno federal han provocado un acalorado debate entre quienes están a favor de una renovación y quienes afirman que hay carga ideológica; como siempre, la educación en el ojo del huracán


Tenía yo apenas 21 años recién cumplidos, nunca había estado ni participado en una marcha ni en contra ni a favor de nada ni de nadie.

Y ahí estaba, el 2 de febrero de 1962, en el centro de la Alameda Mariano Escobedo de Monterrey, grabando entrevistas para las estaciones XENL Radio Recuerdo y la XEMR con padres de familia, empleados, obreros y trabajadores de las principales industrias de Monterrey.

Uno tras otro seguían llegando los camiones de transporte urbano con personas de todas las edades para participar en la Marcha contra los Libros de Texto Gratuitos que el Gobierno “comunista” de Adolfo López Mateos y el gobernador de Nuevo León, Eduardo Livas Villarreal, a quien acusaban de haber nombrado a comunistas declarados como colaboradores, entre ellos el profesor Humberto Ramos Lozano; Juventino González; el doctor Eduardo Aguirre Pequeño; doctor Marco Antonio Ugartechea y el rector de la Universidad de Nuevo León, José Alvarado Santos.

Martín Luis Guzmán, director del semanario Tiempo, en su crónica del 12 de febrero de 1962, dio cuenta de la marcha contra el Texto Único, impuesto por el Gobierno de Adolfo López Mateos, y que encontraba oposición en Monterrey de la Unión Neoleonesa de Padres de Familia y la CRAC, el Comité Regional Anticomunista.

La prensa local y nacional señalaban como principales instigadores de la Marcha a don Eugenio Garza Sada, presidente del Consejo de Administración de Cervecería Cuauhtémoc; Virgilio Garza, consejero del Grupo Industrial Monterrey; Camilo Garza Sada, director general de Hojalata y Lámina; José P. Saldaña, gerente del Centro Patronal de Nuevo León, y Elliot Camarena, presidente de la Unión Neoleonesa de Padres de Familia.

Los contingentes cercaron materialmente los palacios de Gobierno estatal y federal, y desde la Plaza de la República exigieron que saliera al balcón cercano a la calle de Zaragoza, el entonces gobernador Eduardo Livas Villarreal, quien había tomado posesión tres meses atrás.

Un momento que siempre recordaré fue el referente al discurso de la señora Dolores García Téllez de Landa, quien habló a nombre de las madres de familia y dejó para la historia las palabras: “…El Estado tiene la función de fundar maternidades, no de establecer incubadoras para niños(as)”, e invocó el derecho primario y natural de los padres de familia para educar a sus descendientes. Reclamó ese derecho como responsabilidad que no debe dejarse a cargo del Estado.

Y terminó advirtiendo: “… señor gobernador, el Gobierno actúa sin consultar al pueblo. Si se emplea el nuevo Texto Único, nuestros hijos no irán a la escuela. México sí, comunismo no”.
El gobernador Eduardo Livas Villarreal fue interrumpido varias veces en su discurso de respuesta a los reclamos. Fue enfático al decir: “…en ningún momento, ni en ningún acto de mi Gobierno toleraría que fueran a conculcarse los derechos de los padres de familia de Nuevo León respecto de sus hijos” .

Se me quedó grabada la imagen del gobernador saliente, don Raúl Rangel Frías, calmando a la concurrencia y pidiendo cordura y respeto para el gobernador Livas, a quien se le interrumpía con rechiflas e insultos durante su discurso, en ese lluvioso viernes 2 de febrero de 1962, minutos después de la una de la tarde, en el tercer balcón cerca de la calle de Zaragoza, del Palacio de Gobierno de Nuevo León.

Alrededor de 20 mil personas llenaban la Plaza de la República, ubicada entre los dos palacios, el federal y el estatal, y las calles adyacentes. Según la prensa nacional había 80 mil más. En la prensa local se calculó 200 mil personas que llegaron a desfilar y para algunos de los organizadores pudieron haber sido 300 mil personas, entre quienes marcharon y los que vieron el desfile.

Una jornada cívica histórica en la vida de Nuevo León y mi bautizo como reportero de radio.

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