Dentro de dos semanas se cumplirá un año de que fue internado en la Clínica 6 del IMSS José Juan Durán Oviedo, víctima de covid-19. Recibió tratamiento del 21 de agosto al 4 de septiembre de 2020.
José Juan nos hizo llegar al Telediario un escrito narrando lo que fue su experiencia.
Así recuerda su primer día:
Di positivo, me internaron colocándome una mascarilla con oxígeno. Al llegar a mi cama la primera noche, estaba temeroso, con sentimientos encontrados y con la alerta en mi mente de no aceptar “entubarme” (sic) porque después de eso ¡moría!
Me llené de temor, de horror, imágenes que nunca voy a olvidar porque mis compañeros de cuarto, cada quien en su cama, oraban por sus esposas, por sus hijos y por la cura de ellos mismos… pero lo hacían en una forma tan dramática que se erizaba la piel e impactaba profundamente el ambiente del lugar.
Había una persona que tenía fotografías de su familia, de sus hijos, de la esposa. Platicaba con las imágenes, llorando inconsolablemente y él mismo se contestaba como si ellos estuvieran presentes.
Ese sentimiento me invadió a mí y también me uní a ellos. Oré en silencio y lloré para descargar mis penas. Amanecí con cruda de sueño por no dormir y pasar una noche llena de dolor.
¡Esa mañana cambió mi vida al encontrar una luz en la oscuridad, un calmante a mi dolor! Apareció el primer ángel… Ruth.
Ruth Guerrero de León, enfermera, una increíble persona llena de virtudes, que además de sanar nuestro cuerpo, sanaba nuestra alma. Yo le llamé “Mi Ángel”. Llegó con una hermosa sonrisa diciendo: “Estén tranquilos, sigan recomendaciones, hoy es un buen día. ¡Dios están tomándolos de la mano en este momento! ¡Échenle ganas, no pierdan la fe!’ Y con mucha alegría nos ponía una música tan hermosa que nos mitigaba profundamente cualquier dolor en el alma.
Ella se dirigía a todos con la misma paz y amor al prójimo. Nos prestaba su teléfono para comunicarnos con nuestros familiares, es por eso que las esposas tenían su número de celular. Inclusive le hablaban fuera de su horario de trabajo y luego ella nos pasaba sus recados.
Su muestra de amor amortiguó mi angustia y mi soledad en ese lugar. Dios la bendiga siempre.
“Siguieron llegando más ángeles, gente extraordinaria. El doctor Roger Gómez Cerda y la jefa de enfermeras, Norma Sánchez. El enfermero Abraham Saucedo, a quien un día le encomendaron darle de comer con una jeringa a un paciente medio inconsciente y estuvo todo el día intentándolo. Se iba y regresaba intentándolo. Finalmente, ese día el paciente murió. Digna de admirarse la actitud de Abraham.
Yo tuve suerte, o más bien por obra de Dios, por haber sido internado en el quinto piso, cama 532 de la Clínica 6 del IMSS. Ahí conocí el compañerismo, la unión y varios ángeles viviendo entre los enfermos.
Mis compañeros de cuarto, Juan, Ramón, Alberto, Narciso, David, Bernabé y Daniel les decimos a los doctores(as), enfermeros(as), unidos todos para salvar vidas:
¡Benditos sean!
Señor Héctor Benavides, señora María Julia Lafuente, me hubiera gustado que don Joel Sampayo hiciera un reportaje para decirles a todos ellos y a las familias del personal que deben estar muy orgullosos de su labor y sacrificio a favor de los enfermos.
Atte. José Juan Durán Oviedo,
Sobreviviente de covid-19