A la distancia, maestros enseñan con el corazón

Los docentes en Tamaulipas han evolucionado sus métodos de aprendizaje en lo que va de la pandemia

El regreso a clases tras la pandemia por covid19
Leticia Gutiérrez y Antonio Campos
Tampico /

Durante estos 14 meses de pandemia el papel de los maestros ha sido fundamental. Ellos tuvieron que reinventarse para enseñar a distancia y convertir a las herramientas tecnológicas en sus mejores aliadas en ese proceso.

Y aunque trabajadores de la educación a estas alturas están agotados, se mantienen firmes y resilientes en espera del día en que puedan volver a reunirse con sus alumnos en sus salones de clase.

El 15 de mayo, el Día del Maestro es una fecha en la que se recuerda y reconoce la importancia de su trabajo, independientemente de su especialización o del área en que laboren.

Te presentamos algunas historias de los maestros de Tamaulipas que, a pesar de la distancia, siguen enseñando con el corazón.

Aprendió náhuatl para enseñar a sus alumnos

El Día del Maestro tiene significado para quienes tienen vocación y pasión por la profesión, destacó Joel Villela, quien celebra 40 años de trayectoria.

En sus inicios, en 1980, le tocó impartir clases a niños de primer año en una comunidad del estado de Hidalgo donde hablaban náhuatl, lo que para el docente significó una situación extraordinaria a la que tuvo que adaptarse, aprendiendo el dialecto.

Joel Villela.

En ese pueblo indígena llamado Pepeyocatitla, municipio de Yahualica, Hidalgo, tenía a su cargo a 40 alumnos. Al principio le daban ganas de llorar porque no les entendía nada, así que tuvo que adaptarse y aprender su dialecto.

“Agarré mi cuadernito, empecé a anotar palabras en náhuatl y aprendí lo básico, a los niños les daba gusto y confianza”, recuerda el profesor de aquel inolvidable tiempo.

El ahora director de una institución educativa de Tampico, comenta que la pandemia de covid-19 cambió rotundamente la práctica pedagógica y el magisterio se tuvo que adaptar a este momento inédito, pero también los alumnos y sus padres.

Lucha contra su trastorno de ansiedad para dar lo mejor de sí a sus alumnos

El ser maestra de la escuela primaria “Emiliano Zapata” de Madero en tiempos de la contingencia sanitaria, ha sido complicado para Tania Elizabeth López, quien es madre soltera.

Tiene que cuidar a su pequeño hijo de seis años, mismo que toma sus clases por la mañana, mientras ella realiza su trabajo por la tarde, lo que la tiene ocupada durante todo el día. Menciona que la mayoría de los alumnos no tienen los medios para las clases virtuales, lo que ha sido todo un reto desde que comenzó la pandemia.

Tania Elizabeth López.

Por ello, buscando estrategias e innovando, se han diseñado cuadernillos especiales que los profesores entregan fisicamente en los hogares.

Narra que desde hace muchos años sufre un trastorno de ansiedad y de pánico por la pérdida de su madre que también era una distinguida docente.

“He venido arrastrando este trastorno, entonces comenzó la pandemia y se creó todo un caos en mi vida y en mis emociones, aunque sé que siempre hay alguien más abajo que está pasando situaciones más difíciles”.

“Emocionalmente es urgente volver a las aulas”

Saraí Catherine Olivera Contreras es maestra de la escuela primaria 20 de Noviembre en Madero. Tiene trece años de experiencia y hoy en día para poder llevar sus clases a distancia se levanta desde las cinco de la mañana.

Saraí Catherine Olivera Contreras.

Menciona que buscando optimizar tiempo y recursos, primero inicia asumiendo el papel de madre de un niño de 3 años y esposa de un maestro que al igual que ella preparan sus sesiones con un día de anticipación, para que todo se realice de acuerdo a lo planeado. 

La docente ha tenido que adaptarse a la nueva modalidad de trabajo en donde la enseñanza se pone en práctica mediante la aplicación de los avances tecnológicos.

“Hay quienes no tienen una computadora o en ocasiones no cuentan con un celular o datos para poder conectarse, por lo que recurren a los vecinos para poder contar con internet y cumplir el compromiso de unirse a las sesiones. Lo estamos haciendo de corazón, yo extraño las clases presenciales porque emocionalmente es urgente regresar a las aulas”.

“Al principio de la pandemia todo fue caos”

Con 19 años de experiencia en la educación, Magali Luna Hernández es docente del colegio KB de Ciudad Madero, que ha enfrentado la pandemia con el apoyo de padres de familia y alumnado, adentrándose en las nuevas tecnologías para las clases en línea.

Menciona que al inicio de la contingencia sanitaria todo fue un caos para quienes estaban acostumbrados a trabajar de manera presencial, y al no tener ese contacto con los alumnos, la parte afectiva se fue deteriorando, por lo que se les brindó apoyo para continuar su enseñanza.

Magali Luna Hernández.
“Soy coordinadora del área de inglés, pero también estoy a cargo de un grupo de preescolar, siendo aún más complicado poder enlazar los aprendizajes con la parte emocional de mis alumnos”.

Relata que al pertenecer a una institución privada tuvo una ventaja sobre los maestros de escuelas públicas, ya que normalmente los padres de familia tienen la solvencia económica para adquirir los dispositivos móviles que se requerían para las clases a distancia.

El destino la hizo teacher y una mujer destacada en el danzón

Jessica del Valle Lomas tiene 17 años impartiendo la materia de inglés y afirma que fue el destino el que la llevó por el camino de la enseñanza. Aunque es hija de maestros, su objetivo nunca fue dar clases, pero la vida le dio una prueba fiel de su verdadera vocación.

Gracias a que estaba familiarizada con la tecnología no le fue tan complicado adaptarse a las clases virtuales, lo único que lamenta es tener alumnos de segundo grado a quienes no ha conocido personalmente.

Jessica del Valle Lomas.

Ella sabía inglés y francés pues había estudiado la licenciatura en Comercio Exterior, sin imaginar cómo iban a cambiar sus planes.

“Me dicen que solicitaban maestros de inglés, yo me animé y me dieron 20 horas, me pagaron poquito, estaba como prueba y me gustó, me quedé y después se me dio la oportunidad de ingresar al lugar donde ahora estoy trabajando”.

Subrayó que sus dos mayores pasiones son ser maestra de inglés y de danzón. De este género de baile, refiere que es hermoso todo lo que transmite.

“El covid nos obligó a trabajar 24/7”

Martha Zepeda es maestra de primaria y coordinadora del área de español del colegio KB de Ciudad Madero.

Menciona que ha sido complicado impartir clases durante la contingencia sanitaria por covid-19, que obligó a los docentes a trabajar 24/7, pues los padres y la institución lo requerían.

Martha Zepeda.
“Cuando termino de revisar las tareas, pienso que por fin llega mi descanso, sin embargo me llega el mensaje de que necesitan documentos y procedo a darle una pronta solución”. Comenta que tuvo que aprender mucho sobre los avances tecnológicos para poder adentrarse en el mundo de las clases virtuales y seguirse capacitando.

La escuela se tuvo que ir adaptando a las necesidades de los alumnos, incluyendo el aspecto socioemocional, y es que en ese plantel, desde maternal los menores aprenden a manejar sus emociones, lo que los ha ayudado a superar este reto.

Su familia la apoya al 100%. Tiene un hijo adolescente que toma sus clases virtuales en su recámara mientras ella acondicionó su habitación como si fuera un aula. La visión que tiene de la educación ha cambiado mucho a raíz de la emergencia.

“Ser maestra y mamá no ha sido fácil”

La pandemia de covid-19 no le ha arrebatado su perseverancia, aunque reconoce que no ha sido fácil ser maestra y mamá al mismo tiempo.

Tiene 14 años al servicio de la enseñanza, es directora de una institución educativa ubicada en Ciudad Madero. Carla Yanina Yáñez Santos dijo que la emergencia sanitaria lo transformó todo y fue un cambio drástico, sobre todo para escuelas particulares, que es donde desempeña su labor.

Carla Yanina Yáñez Santos
“En el trabajo hemos tenido un cambio muy drástico, por ejemplo, el comunicarse con los padres de familia a través del WhatsApp, ayudó a una interacción responsable, porque de manera presencial no siempre existía ese contacto”.

La profesora tiene una niña de dos años y seis meses y fue un reto enorme el cuidarla al mismo tiempo en que desarrollaba su trabajo.

“Ser maestra y a la vez mamá de una niña pequeña no ha sido nada fácil, pero somos muy perseverantes”.

EAS

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