¿Y qué le dijo el señor Castillo?
Me dijo que se cancelaba la presentación de mi libro, porque estaba teniendo presiones muy fuertes y él no quería problemas.
Lo anterior me lo decía por teléfono el escritor Alejandro Espinosa, autor del libro El Legionario, la mañana del lunes 26 de mayo de 2003. La noche anterior, lo había entrevistado en el programa Cambios, del entonces Canal 12.
Así se desarrolló la entrevista:
Usted, Alejandro, y ocho personas más aseguran que fueron violentadas sexualmente por el fundador de una orden religiosa llamada Legionarios de Cristo, el sacerdote Marcial Maciel, ¿esto fue verídico?
Sí, y es tan verídico que son hechos innegables que Marcial no puede ni quiere confrontar porque se desmoronaría al confrontar a nueve ex seminaristas diciéndole: “Tú me violaste y ésa es una verdad contraria a todo lo que nos ha enseñado la religión católica, una historia muy distinta a la que nos dabas tú mismo sobre la castidad, porque la castidad –decías– habría que guardarla en nosotros mismos, porque decías que no era pecado contigo, porque tenías permiso especial del papa Pío XII para que mediante estos actos sexuales con nosotros ayudarte a tus problemas prostáticos que tenías por la acumulación de semen. Inventabas mentiras mientras nosotros ni siquiera sabíamos lo que era la palabra próstata, en ese entonces éramos unos niños y tú lo sabías”.
¿Su libro se llama así por los Legionarios de Cristo?
El Legionario es casi una síntesis de lo que es la Legión de Cristo o lo que es el fundador de la Legión, Marcial Maciel, y que por antonomasia él es el mentiroso, él es la farsa, él es el engaño monstruoso a la sociedad, a la cristiandad, a la religión, a la Iglesia católica; y como es un engaño monumental, a mí se me ocurrió llamarle El Legionario, pensando que esto tendría una significación especial.
Su caso se dio a conocer en un periódico de Estados Unidos, ¿por qué no en México?
Ese es el problema: que aquí los medios en México se negaron a publicarlo en periódicos, la radio, la televisión y eso sí, nos atacan fácilmente y no nos dan acceso para responder a todos esos infundios que saca el poderío de Marcial Maciel, el poderío económico, el poderío de los medios.
Por eso en parte, este libro, aquí en El Legionario, está muy claro: ¿por qué la acusación, por qué hasta ahora? Aunque las acusaciones ya se daban desde el año de 1941 y en 1945 fue un año en el que se recibió la denuncia de un niño violado, Luis de la Isla, y el mismo obispo de Cuernavaca, Morelos, que lo había ordenado años antes, lo suspendió a divinia, que quiere decir que lo suspendió del sacerdocio de por vida y eso Marcial Maciel jamás se ha ocupado de aclarar.
¿Después de las acusaciones de usted y sus ocho compañeros no se le ha acercado alguna autoridad del Vaticano, alguna persona cercana al papa Juan Pablo II?
Sí, el cardenal Joseph Ratzinger dijo abiertamente que a Marcial Maciel no se le puede hacer nada, primero porque es muy amigo del Papa; segundo, porque había ayudado mucho a la Iglesia. Entonces quiero decir que la justicia, dsta justicia del derecho canónico de la Iglesia de Jesucristo se mide por los haberes y por los poderes, no por la gravedad de las faltas.
Si usted no hubiera tenido estas experiencias durante su niñez y adolescencia, ¿se hubiera ordenado sacerdote? Eso que le sucedió, ¿lo alejó de la Iglesia, de la fe, de su vocación?
Sí, claro, yo hubiera sido un sacerdote, un buen sacerdote, muy entregado y con toda la decisión que he tenido toda la vida y que la he tenido para todo lo que ha hecho.
A veces en la soledad llego a pensar en eso, que frustraron mi vida, que trunqué mi vida precisamente por esa violencia que sufrí en el seminario junto con otros niños que también pudieron haber sido sacerdotes.
¿Resentimiento, Alejandro?
Sí, mucho, yo le guardé mucho resentimiento a todos, porque si usted no sabe, Marcial era mi tío, tío segundo por el lado de la familia de papá, pero sabe usted, con el tiempo son iras apaciguadas.