Sin restricciones por covid, México "es el paraíso" para extranjeros en Tulum

“Por eso también hemos venido aquí, porque sabemos que aquí había menos restricciones, porque es que por Europa está fatal, no se puede hacer nada; para cenar, los restaurantes están al 50 por ciento de capacidad”, dice Ali, una joven española, veinteañera, que lleva dos semanas de vacaciones aquí, en Tulum, Quintana Roo, sitio donde pareciera que los extranjeros tienen un pasaporte especial para no usar cubrebocas en plena cuarta ola de la pandemia de coronavirus.

“En España es fatal, es obligatorio… Ahora se está convirtiendo en una dictadura y no nos estamos dando ni cuenta, bueno que algunos sí nos estamos dando cuenta. Unas veces te dicen que a partir de la 1 ya no puedes salir de tu casa, pero aquí es muchísimo mejor, aquí para nosotras, esto es el paraíso”, añade su amiga Isa, mientras caminan por la avenida principal de la exclusiva zona hotelera de Tulum, la carretera Tulum-Boca Paila.

Por este camino, que conecta a la playa pública con toda la hilera de hoteles que han privatizado la playa, andan como si nada cientos de extranjeros, de todas nacionalidades, sin preocupaciones de sana distancia, cubrebocas o medidas contra el covid-19, que sigue azotando al mundo entero.

Esta noche, en la que las jóvenes platican sobre las férreas restricciones que hay en España, de las cuales han escapado, se animarán a acudir al segundo antro más caro de la zona: el Bombonniere. Unos 150 dólares para entrar temprano, pero cuando se llena, la puerta se abre automáticamente con 300 dólares en mano para entrar a la multitud. Nada de pruebas covid o de certificado de vacunación.

“En la zona hotelera, no piden. En festivales, sí que te pedían el PCR, pero pagabas y te daban la pulsera directamente. En el Day Zero sí te lo pedían, pagas 50 dólares y te ponen la pulsera automáticamente, pero aquí en Bombonniere, nunca, en zona hotelera nunca, nunca, nunca. Los trabajadores sí llevan mascarilla”, dice Ali, quien lamenta que a los empleados sí les obliguen a usar protección.

“Yo pienso que somos jóvenes, que tenemos que vivir, disfrutar, que cada uno tiene que ser consecuente con sus actos. Tú tienes que decidir si quieres ponértela o no, pero nadie te puede obligar, entonces así funciona, yo respeto a la gente que se la pone y a la gente que no. Nunca tenemos que olvidarnos de la libertad”, afirma la joven.

“Se les hace bastante fácil el que si llegaran a contagiarse tienen la suficiente energía para superarlo”, reclama Frank Soto, funcionario de la Dirección de Turismo del ayuntamiento, que reconoce que los extranjeros no hacen caso a los llamados de la autoridad para usar el cubrebocas. “Nos dicen que el hecho de que tengan sus tres vacunas, les da inmunidad, en eso se basan, y les decimos que aun así pueden contagiar”, reprocha.

Fiestas de siete días, 12 horas por día

El Day Zero es uno de los varios festivales que aprovechan las bondades de Tulum ─el clima, la playa paradisiaca, la fama─ para convocar a miles de turistas extranjeros a participar en una fiesta casi interminable, que dura días y donde los vacacionistas se amontonan sin importar nada.

Una de esas fiestas es el Zamna Tulum: un evento de siete días, 12 horas cada día, que terminó el viernes 14 de enero.

“Lo que se implementó, básicamente este año fue que todas las personas que fueran a ir a las fiestas, o estos eventos que se llevaron a cabo, tuvieran su prueba anticovid, la de antígenos, que fuera negativa, para que pudiesen entrar y cumplieran con cada una de las normas que dicta la Cofepris, y había cierta vigilancia por parte de la autoridad sanitaria, para que se llevaran de la manera que debieron haber sido”, asegura el secretario del Ayuntamiento de Tulum, Jorge Alberto Portilla.

Pero la realidad va más allá de eso. No sólo existen esas fiestas “anunciadas” ante las autoridades. En redes sociales pueden encontrarse decenas de invitaciones a fiestas de este tipo. Eventos que escapan de la autoridad y que, supuestamente, sólo son sancionadas si algún vecino se queja de ellas.

Difícil, si se toma en cuenta que se hacen en medio de la selva. Los cenotes de la Reserva de la Biosfera de Sian Kaan son el escenario ideal para decenas de fiestas de este tipo, en donde argumentan, que se trata de encuentros al aire libre donde lo que más importa es divertirse.

“Porque cuando vamos a una fiesta, queremos bailar, la mayoría de lugares aquí son abiertos y no siento miedo. Está bien para mí, no son lugares tan cerrados, sólo debo ser cuidadosa”, dice Foteimi, una turista griega que afirma que la pandemia no es en realidad un big problem.

─¿Y la mayoría de ustedes tiene la vacuna?─ se le cuestiona.

─No, yo no. Nunca he tenido covid hasta ahora

─¿No crees en la vacuna?

─Sí creo en la vacuna, creo en el covid, pero no me siento temerosa o con pánico, soy cuidadosa y ya…

Pero no todos los turistas piensan así. Hay algunos, como Liz, una enfermera chilena, de vacaciones en Tulum, que prefiere ir a espacios abiertos, sitios arqueológicos, playas y demás espacios sin multitudes que meterse a fiestas donde se cree, erróneamente, que las vacunas son suficientes ante la nueva ola del coronavirus.

“Yo soy enfermera en Chile y hay una alta tasa de contagios; entonces pienso que es relevante que la sigamos ocupando para que tengamos una mayor protección como en rebaño, que todos nos cuidemos; es cosa de cada quien pero yo recomiendo que la sigamos utilizando, todavía estamos en pandemia, todos queremos disfrutar y la idea es que sea de una manera segura”, dice mientras pasea por la avenida principal de Tulum, en bicicleta, bajo el rayo del sol, pero sin quitarse el cubrebocas.

Y ella tiene razón: la pandemia sigue. Tan sólo este martes, Quintana Roo alcanzó récord en la cifra de contagios: mil 20 en un mismo día. Algo que no se había visto.

FS