El primer mensaje de Elba Esther Gordillo tras quedar libre

¡Soy inocente! ¡Recuperé la libertad y la reforma educativa se ha derrumbado!, dijo la maestra en su primera aparición pública.

Elba Esther Gordillo ofrece mensaje a medios/Héctor Téllez.
Ciudad de México /

A dos semanas de haber sido exonerada de todos los cargos en su contra, Elba Esther Gordillo, ex lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), reapareció en público

Vestida con un sobrio traje sastre, color negro, y con la sentencia que le dio su libertad bajo el brazo , la maestra subió al templete del salón Castillo del Hotel Presidente Intercontinental, en Polanco, para dirigir un mensaje de 12 minutos a los medios de comunicación.

Éstas fueron sus palabras:

¡Hola, hola! Mucho gusto de verlos.

Muchísimas gracias por estar aquí. En verdad es un gusto verlos. Es mi primera aparición en público, no es fácil, pero es muy estimulante saludar a los medios de comunicación. 

Como bien se dijo, es un comunicado, no habrá preguntas y respuestas. Agradeceré su comprensión por tal situación, pero obviamente así lo he determinado. Gracias a mis amigos y amigas que hacen favor de acompañarme y a mi propia familia.

Señoras y señores, amigos todos. Aquí tienen la imagen que ha predominado durante más de cinco años con respecto a mi persona y es producto de una persecución política, de acoso e injusticia. Es el producto de un expediente basado en mentiras y acusaciones falsas para hacerme ver culpable de algo que no cometí. ¡Soy inocente! y muestro a ustedes lo que justifica judicialmente el acuerdo.

¡Recuperé la libertad y la reforma educativa se ha derrumbado! 

Deseo que este momento marque el futuro de mi vida, el de mis anhelos y el de mis esperanzas. 

La larga etapa de encierro fue también de un duro y profundo aprendizaje. Sin duda cambié, cambiamos todos, cambió el país. La dura prueba a la que fui sometida cambió también y golpeó a mi familia; sin embargo no sufrí sola, también sufrieron las maestras y los maestros de México.

Poseo una firme convicción de que, en defensa del magisterio nacional y de todos los trabajadores de la educación, empeñé lo mejor de mí y no rehuí riesgo alguno, no acepté condiciones indignas. 

No se ahorraron recursos ni tinta, desde una visión mediática, para tratarme con una dureza que sólo una orquestación perversa podía propiciar. Es mejor conquistarse a sí mismo que ganar mil batallas. Hoy, esta guerrera está en paz.

A las maestras y maestros de México, a ellos, les ofrezco una disculpa. Lamento que hayan sido sometidos a una persecución política y mediática que tenía por objeto hacer sus conquistas laborales, destruirlas y atomizar a su organización sindical. 

Lamento que nos hayan responsabilizado de la compleja situación educativa del país, cuando la mayoría de los maestros hacen lo que pueden con las herramientas insuficientes que el gobierno les da. Se prefirió gastar en propaganda que invertir en un programa efectivo que calara a fondo en mejoría de la educación de nuestro pueblo.

Lamento también que algunas actitudes, que se me atribuyeron, hayan contribuido a que fuéramos un blanco fácil, un chivo expiatorio al que se le culpó de todo; pero que, sobre todo, lamento que quienes debían defenderlos no lo hicieron y ¡nos traicionaron!.

A las maestras y a los maestros de México les pido que, en este inicio de clases, pongan lo mejor de sí mismos, como siempre lo han hecho. Entréguense a los niños y a las niñas con la tranquilidad que sus preocupaciones hoy deberán ser fielmente defendidas, que sus derechos los defenderemos con puntualidad. ¡Que la dignidad del magisterio se volverá a valorar!.

El mundo y nuestro país están inmersos en una profunda transformación y hemos recibido una gran lección ciudadana. Lo que viene debe plantearse con cuidado, sin obsesiones y sin odios, sin rencores por el pasado y pensando en el futuro, trabajando siempre por el bien de la patria. 

El pueblo y todos debemos estar a la altura de esta nueva etapa de la historia de México. La educación que hoy tenemos no responde al tiempo que vivimos. Nuevas voces, nuevas corrientes de pensamiento y una nueva sociedad nos obligan también a cambios profundos; cambios que debemos encabezar los maestros y maestras de México como siempre lo hemos hecho, con claridad de miras y con el corazón abierto.

La educación laica, pública, gratuita, nacional, ha sido nuestra razón de ser. Vayamos por su excelencia, vamos, maestras y maestros, por la excelencia de la educación: pública, laica y gratuita.

La vocación superior a la que siempre hemos estado convocados es la de una educación de calidad, integral y humanista, de clase mundial. 

Sería injusto no reconocer que hubieron importantes logros y muchos de ellos, en nuestra historia reciente, se vieron opacados por decisiones equívocas, tomadas a la luz de un modelo y no como debía ser, como la necesaria consecuencia de la lucha de un pueblo. 

Aprovechar estos logros es alcanzar nuestra alta responsabilidad, sin descuidar los aspectos sociales que también son parte fundamental de nuestro compromiso. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación ha vivido una larga y compleja historia, pero nunca, nunca antes se había enfrentado a la autodestrucción como resultado de la abyección. 

En cada rincón de México, en cada escuela pública se percibe la crisis sindical, se exige un sindicato fuerte y unido. Fuimos una organización fuerte y autodeterminada. Es preciso enfrentar el momento y recuperar su fortaleza con grandeza de espíritu pero con contundencia, obligados, como trabajadores de la educación, a protagonizar. 

En mi caso, ejerceré mi libertad consciente de que mi lealtad y mi lugar siempre ha estado y estará al lado de los maestros y las maestras de México, y de la defensa de la educación pública de excelencia.

En lo inmediato me debo a los míos, quienes padecieron mi ausencia, sin que esto implique abandonar mis convicciones. La vida continúa. ¡A México le tiene que ir bien!.

A los que se alegran con mi liberación, les agradezco con todo el corazón su apoyo en momentos de grandes tristezas, siempre me dieron aliento en momentos tristes. 

¡El tiempo nos dio la razón! Nuestra integridad es nuestra fortaleza. Vayamos todos unidos, con la frente en alto, a esta gran hazaña que el México de hoy nos exige: unidad, responsabilidad, integridad, palabra veraz, compromiso con la gente y amor por nuestros niños, por nuestros jóvenes. ¡Arriba los maestros y maestras de México!.

Muchas gracias 



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